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Sábado, 29 de abril de 2006
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AL AIRE LIBRE
Memoria Histórica
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La reciente inauguración de la exposición sobre la represión franquista en estas tierras nos vuelve a poner en el debate de la llamada recuperación de la Memoria Histórica. La continua invocación a los poderes públicos y al instrumento de las leyes para tal fin no deja de ser la persistencia de un residuo positivista y decimonónico. La Constitución de Cádiz establecía el mandato a los españoles que debían ser justos y benéficos. Nuestros legisladores del XIX, imbuidos del espíritu positivista y kantiano que veía en la ley la máxima expresión de la racionalidad que moldea a su antojo una realidad amorfa, no cayeron en la cuenta de que la justicia y la beneficencia no se logran sólo a través de la ley. Tampoco la memoria histórica debe ser impuesta por ley. En realidad, parece que latiera en estos presupuestos el viejo dogma de raíz rousseauniana de obligar al hombre a ser libre. En este caso, de obligarle al recuerdo. La tarea, pues, debiera en lo posible prescindir de los legisladores y contar con los historiadores y los expertos en historia de las ideas. Ese puede ser el campo natural de la memoria histórica. Y en este terreno, no es cierta la teoría que circula por parte de la izquierda acerca de la Transición como pacto de silencio. Desde la abolición de la censura y el establecimiento de la libertad de expresión no se ha impedido que historiadores y politólogos nos expongan sus argumentos. Lo único exigido es lo que se debe exigir a todo profesional de la divulgación: que fundamente sus afirmaciones en documentos y testimonios fiables.

Pero la Memoria Histórica no deja de tener sus peligros y sus interrogantes: entre estos últimos ahí van unos cuantos: ¿La memoria histórica se interpreta como un concepto global o selectivo? Si la respuesta es esta última entonces no hay tal memoria, sino fragmentos interesados de la misma. ¿Parece conveniente remover políticamente todo este tema, quizá de modo interesado, y abrir de nuevo la memoria al horror? ¿Tiene el horror un color determinado o es horror en general, venga de donde venga? ¿Tienen, por poner un ejemplo, derecho los hermanos de La Hermandad de La Lanzada de Jerez a recuperar la memoria histórica del intento de mutilación del crucificado titular de su Cofradía por parte de las turbas? ¿O los herederos de Joaquín Bernal a recuperar la memoria de su antepasado, arrastrado violentamente por las calles de Jerez con varios tiros en el vientre? ¿No parece más sensato dejar todo ello para la divulgación histórica serena y sin crispaciones? No cabe duda que el franquismo tuvo sus víctimas, pero ¿acaso no las tuvo la República?

Creo, modestamente, que la Transición, entre otras muchas cosas, se hizo para que tanto Santos Juliá como César Vidal pudieran exponer libremente sus ideas. Y la única descalificación que procede es la que venga de la demostración del error argumental o de la tesis insuficientemente fundamentada. Lo demás es jugar un juego peligroso



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