La voz Digital
Domingo, 23 de abril de 2006
  Alertas   Envío de titulares    Página de inicio
PORTADA NOTICIAS ECONOMÍA DEPORTES OCIO CLASIFICADOS SERVICIOS CENTRO COMERCIAL PORTALES


PORTADA
Opinion
Falta una condena
Imprimir noticiaImprimirEnviar noticiaEnviar

Publicidad

El incendio provocado que calcinó en la madrugada de ayer la ferretería de José Antonio Mendive, concejal de UPN en la localidad navarra de Barañáin, no sólo causó cuatro heridos, obligó a abandonar sus casas en plena noche a decenas de vecinos y destruyó el fruto del trabajo de una familia durante 23 años. Además, el fuego y los cuantiosos daños originados devuelven la indignación, la preocupación y el pesimismo a una sociedad que no había abandonado la cautela tras el anuncio de «alto el fuego permanente» por parte de ETA -del que ayer se cumplió un mes- pero que sí había experimentado un enorme alivio por una tregua que contemplaba como el estadio preliminar hacia una vida en paz y libertad en el País Vasco y el resto de España, libres por fin de la ominosa sombra de la violencia terrorista.

El suceso de Barañáin lleva a recordar que si algo se hizo especialmente insoportable en la tregua declarada por ETA en 1998 fue la naturalidad con la que la izquierda abertzale se permitió enviar mensajes presuntamente movidos por un ánimo de paz mientras continuaba la intolerable presión de la violencia callejera y de persecución. Escarmentados como están ciudadanos, instituciones y partidos democráticos por aquella experiencia, desde el 22 de marzo ha sido unánime y tajante la exigencia de que un «alto el fuego permanente», para que pudiera ser aceptado por la sociedad, debería excluir cualquier manifestación de violencia física o coacción, incluida la extorsión. Tanto los responsables del Gobierno como los dirigentes de todas las formaciones democráticas han reiterado en las últimas semanas la gravedad que representaría para el llamado proceso de paz un hecho como el ocurrido ayer en Barañáin. El proceder de sus autores no deja lugar a dudas sobre su voluntad de destruir y amedrentar. La amenaza no lleva firma, pero tampoco es anónima.

Si el incendio del negocio familiar del concejal de UPN se puede imputar finalmente a la kale borroka, como avanzó ayer el ministro de Interior, es incompatible con el «alto el fuego permanente» desde el punto de vista de su verificación. Si no es así, la inquietud y el desánimo sólo podrán despejarse si Batasuna condena este episodio violento. O, dado que tiene capacidad para pronunciarse por sí misma, lo hace la propia ETA. Lo contrario se parecería demasiado a la forma en que la izquierda abertzale trataba de contemporizar con la violencia callejera en 1998.



Sudoku Canal Meteo Horóscopo
Vocento