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Domingo, 23 de abril de 2006
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ESPAÑA
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Zapatero demuestra en dos años un estilo de gobernar que es la antítesis del de Aznar
El socialista se propuso hacer cosas al revés que su antecesor, al entender que las formas del ex presidente contribuyeron a la derrota electoral del PP
Zapatero demuestra en dos años un estilo  de gobernar que es la antítesis del de Aznar
ANDALUCÍA. Rajoy reiteró ayer su colaboración contra el terrorismo en un acto en Sevilla. / E. ABAD. EFE
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Dos años de Gobierno han puesto de manifiesto que, con independencia de los resultados, José Luis Rodríguez Zapatero tiene un estilo de gobernar que, sin discutir si es mejor o peor, es la antítesis de José María Aznar. No es una casualidad. El presidente del Gobierno se propuso hacer algunas cosas al revés que su antecesor, y así lo ha confesado en varias ocasiones, porque entiende que sus formas fueron una de las razones de la derrota electoral del PP.

«Cuestión de talante», dicen los socialistas. «Buenismo bobalicón», replican desde el PP. Sea acertado un calificativo u otro, es evidente que Zapatero gobierna distinto que Aznar. El ejemplo más a mano es el alto el fuego de ETA. El socialista se ha dado un plazo para verificar el cese de actividades y después irá al Congreso a pedir autorización para abrir un diálogo. En paralelo, ha abierto una ronda de conversaciones con todos los partidos, con una prima de atención al líder de la oposición, quiere que participe en las decisiones, y al PNV, al que considera pieza indispensable. Aznar también hizo una ronda de entrevistas en la tregua de 1998, pero nada más. Ni pidió permiso al Parlamento para hablar con ETA ni fraguó una complicidad con la oposición ni dio un papel específico a los nacionalistas vascos.

Zapatero también quiso diferenciarse en un terreno resbaladizo: las misiones militares en el extranjero. El líder del PP ordenó el envío de 1.300 soldados a Irak, pese a la opinión contraria de la mayoría de la sociedad y la totalidad de los partidos, salvo el suyo. El actual inquilino de La Moncloa, impulsó la ley de Defensa Nacional que obliga al Gobierno a solicitar el permiso del Congreso antes de ordenar el traslado de contingentes a otros países.

Remodelaciones

Las formas de hacer las remodelaciones ministeriales también son diferentes. El presidente del Gobierno confesó que se fijó como las hacía Aznar para no hacerlas igual. En su primera y única crisis, la del 7 de abril, optó por la sorpresa y la rapidez, comunicó su decisión a los nuevos ministros apenas dos horas antes de hacerla pública y compareció en persona para hacer públicos los cambios. Las remodelaciones de Aznar se caracterizaron por semanas de especulaciones, con quinielas de entrantes y salientes, una situación en la que el entonces presidente se jactaba de manejar los hilos y otorgó un valor taumatúrgico al 'cuaderno azul' en el que escribía los cambios, y luego los relevos eran comunicados en muchas ocasiones por escuetas notas de prensa.

El jefe del Ejecutivo decidió modificar asimismo su papel en el Congreso. Acude una vez al mes al Senado para responder a la oposición, costumbre que nunca practicó su predecesor. Decidió no responder a preguntas de los diputados socialistas en las sesiones de control del Congreso y permitió que las formaciones nacionalistas y los grupos más pequeños pudieran formular interrogantes. Aznar incluía en sus comparecencias semanales una pregunta del PP y eludió responder a los nacionalistas y grupos minoritarios.

Las rondas de entrevistas en La Moncloa son el pan de cada día, cuando no son los presidentes autonómicos son los líderes de los partidos o los portavoces de los grupos parlamentarios.

Visitas a la Moncloa

El jefe del Ejecutivo ya ha recibido a los 17 gobernantes autonómicos al menos dos veces, aunque algunos son visitantes asiduos, como el 'lehendakari' Juan José Ibarretxe, cinco veces, o Pasqual Maragall. Su predecesor sólo recibió a los presidentes en una ocasión en su último mandato y fue en la protocolaria ronda que siguió a su victoria en 2000. En algún caso de gobernante del PP, como Esperanza Aguirre, hubo dos encuentros.

El interés de Zapatero por tener un cauce de comunicación fluido con los 'barones' territoriales llevó a instituir la conferencia de presidentes que ya se ha reunido dos veces y está prevista una tercera este año. Este foro nunca entró en los planes de Aznar. El presidente del Gobierno también ha participado en noviembre pasado en el tedioso debate sobre el estado de las autonomías del Senado y se comprometió a celebrarlo cada año. Su predecesor sólo acudió en 1997 y se negó a que se convocara ninguno más. Otra muestra de la deferencia de Zapatero con las comunidades es que invita a participar en las cumbres con Francia y Portugal a los presidentes de las autonomías limítrofes. Aznar no utilizó esta formato.



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