El fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, acudió ayer al Senado a explicar las razones del cese, en enero pasado, del fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Eduardo Fungairiño. Señaló que se vio obligado a pedirle que dimita porque los actos de desobediencia, de falta de colaboración y de indisciplina en estos dos años fueron tan reiterados que la relación entre ambos se convirtió en «una bomba de relojería». Comentó que hubiese sido «una absoluta temeridad» por su parte no poner fin a los desencuentros antes de que los «conatos» desembocasen en «conflicto grave».

El llamamiento de Conde-Pumpido al alejamiento entre Fiscalía y crítica partidista tuvo muy poco éxito. El portavoz del PP en la comisión, Agustín Conde llegó a decir que con motivo del caso Parot, «el fiscal general se puso de parte de los terroristas». La presidenta de la comisión y el resto de portavoces le pidieron a Conde que retirase la frase injuriosa sin éxito alguno.

Conde-Pumpido se limitó a contestarle que estaba equivocado y desinformado, porque el Supremo había confirmado en la sentencia del caso Parot la misma postura mantenida en el recurso por la Fiscalía.