Vestido de calle, sin esos vistosos trajes que lucía en el escenario, y llevándose un cigarrillo a la boca, Antonio Ruiz Soler, pese a no estar en este mundo, mira desafiante desde la portada de la que es su autobiografía, Memorias de viva voz, escrito por Santy Arriazu. El libro ha levantado ampollas en la Casa de Alba porque el artista revela en uno de los episodios que es el padre de Fernando Martínez de Irujo, marqués de San Vicente del Barco y cuarto hijo de Cayetana de Alba.

«Yo sé que algún día acabará por reconocerse que soy el padre de Fernando, aunque sea haciéndome las pruebas después de mi muerte», asegura Antonio en esta obra, publicada por Ediciones B, cuya representante manifestó que el departamento jurídico del Grupo había comprobado «la autenticidad» de las 18 cintas de hora y media cada una que Arriazu grabó en un magnetofón entre 1983 y 1984.

«Estoy aquí como amigo, confidente y depositario de su legado, de su voz, una voz que he decidido difundir porque Antonio me pidió que las cintas magnetofónicas salieran a la luz cuando fuera el momento oportuno. Con este libro cumplo la promesa que le hice», apostilló el propietario de las grabaciones que recoge la obra.

Diez años y dos meses después de su muerte, Antonio, que nunca necesitó otra tarjeta de presentación que su simple nombre, vuelve al primer plano de la actualidad. «Fue víctima de un exilio personal y profesional. Le mataron socialmente en vida, no creo que le maten ahora que lleva tantos años muerto. Y, si como él dice, Fernando es su hijo, ya es un señor mayor, es responsable y no pienso que esto le vaya a afectar. Hoy en día no sufrirá las presiones que sí tuvo en el pasado. Yo sí creo que es su hijo. Mal tenía que mentir Antonio porque cada vez que hablaba de él se emocionaba... Lloraba», indicó el periodista.

A Arriazu le da igual que le tachen de oportunista por la publicación de esta obra. «Lo he hecho por la memoria de Antonio, al que condenaron al ostracismo porque él siempre quiso reivindicar su paternidad. Cuando se retiró lo pasó mal porque al poco tiempo murió su madre y Fernando, al que vio asiduamente entre 1978 y 1982, desapareció de su vida. Además, le quitaron la dirección del Ballet Nacional por indisciplinado, cuando, Antonio era lo más disciplinado del mundo. Estaba en sus horas más bajas y quiso recuperar a su hijo, que fue fruto del amor que sintió por la única mujer a la que amó, la duquesa de Alba», reiteró el periodista.

Todas las conversaciones formales que mantuvieron el gran Antonio y Arriazu están en el libro, pero hay mucho más material. «Han sido años y años de amistad y de charlas off the record. De momento, no voy a contar más, lo más importante está en estas Memorias...», declaró Arriazu.

La semana pasada, un abogado de la Casa de Alba anunció que iba a ejercer medidas legales. Por el momento, lo único que ha recibido la editorial es un requerimiento no judicial demandando datos, tanto del periodista como de la compañía, por parte del juzgado de primera instancia de Sevilla. «Nos hemos limitado a reproducirla voz de un señor y hemos comprobado la veracidad de las cintas. Estamos muy tranquilos», reiteran en Ediciones B.