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Domingo, 2 de abril de 2006
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DEPORTES
Cádiz C.F.
El primer paso para creer en el milagro
El Cádiz busca refrendar en Valencia la imagen del último partido y comenzar la escalada con un triunfo La ansiedad de los locales y el ambiente hostil juegan a favor de los amarillos, que dan por bueno el empate
El primer paso para creer en el milagro
A PUERTA CERRADA. Los jugadores del Cádiz se reparten los petos para disputar el partidillo. / FRANCIS JIMÉNEZ
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Todavía no es Semana Santa pero hoy debe llegar el primer paso. A paso de horquilla, ha de sentirse el latir del corazón amarillo proclamando a gritos que sigue vivo, y todas sus heridas ya no son más que cicatrices que lo han endurecido, curtido en la batalla.

Hay vida, hay esperanza

En Mestalla, puerto más duro que el Gólgota, el Cádiz encuentra una nueva oportunidad para reengancharse a este tren de la Liga que ya está en marcha sin esperar a los gaditanos. A día de hoy, y pese a realizar una temporada bastante mala (los números son horrendos), los de Espárrago no se han descolgado de sus rivales directos (aún peores) y pueden seguir conservando la esperanza.

Pero el fútbol muchas veces no sólo se mide en términos matemáticos, sino también por imagen y sensaciones. El Cádiz de Son Moix y San Mamés (vaya con los Tosantos) ya está en Segunda, porque sus carencias apestan a descenso. El del Atlético de Madrid no es de UEFA ni para tirar las campanas al vuelo, pero sigue manteniendo intacta la esperanza pues parece que en este cirio hay más cera de la que está ardiendo.

Un golpe en la mesa

Como siempre le suele ocurrir a este equipo tan oportunista, al final le toca jugársela en la plaza más dura. Sin embargo, Valencia es el lugar idóneo para dar ese golpe de timón, esa patada en la mesa y demostrar a la España futbolística que el Cádiz es un equipo de Primera División. Estuvo a punto de conseguirse en Madrid pero la inocencia salió a flote. Sólo queda saber que la lección está bien aprendida.

Para emprender una batalla de tal calibre, Espárrago ha decidido renunciar a sus ideales o bien buscar alternativas para abandonar la desidia y nula efectividad del ataque amarillo (sólo 21 goles en 30 partidos). Cada uno lo puede ver como quiera. Ha variado su sistema de juego y del clásico 4-2-3-1 se ha pasado a una especie de cuadrado mágico de Luxemburgo con un novedoso trivote (Morán de patrón), dos puntas (Sesma y Oli o Enrique) y Lobos con total libertad de movimientos. La noticia negativa es que el técnico charrúa no ha podido recuperar a su compatriota Medina, baja por una lesión muscular.

Oli o Enrique

Su sustituto saldrá del particular duelo entre Enrique y Oli, dos futbolistas tan diferentes como válidos para ocupar la demarcación de delantero junto a Jonathan. Lo fácil, que no previsible, sería colocar a Oli para que hiciera la misma función de Medina: fijar a los centrales valencianistas, pelear el juego aéreo y desgastar a la zaga ché para intentar revolucionar el choque en la segunda mitad. Pero el extremeño, últimamente sin la confianza de su técnico, aporta velocidad y frescura arriba en un equipo que esta tarde jugará descaradamente al contragolpe. Enrique es hoy un interior, pero ayer fue un delantero que marcó hasta 60 goles en una temporada, si bien es cierto que en la Tercera extremeña no juegan Cañizares ni Marchena.

Pero si por Carranza no van demasiado bien las cosas, en la capital del Turia están más nerviosos que un flan. Son ya seis jornadas sin ganar, descolgándose de la segunda plaza, y nadie, pero absolutamente nadie, va a permitir un tropiezo imperdonable ante un equipo tan modesto como el Cádiz. La afición ché es muy proclive a hacer ruido, y no sólo con sus petardos. Hoy, los incómodos silbidos pueden trasladarse del árbitro o del rival al equipo local, que tiene al enemigo en casa. La ansiedad de los de Quique, que querrán sentenciar por la vía rápida, es el clavo al que se agarran parte de las esperanzas amarillas.

El técnico madrileño busca también una reacción en sus futbolistas , y por ello es posible que varíe su sistema de juego y dé entrada a Edu, el magnífico centrocampista que llegó del Arsenal pero que aún no ha rascado bola por culpa de una gravísima lesión. Quique Sánchez Flores seguirá apoyando su fútbol en las bandas con los morenitos Miguel y Regueiro, a expensas de que Aimar saque su varita y Villa recupere el gol.

Algo positivo. Eso es lo que buscan los cadistas en Valencia. A priori parece que un empate es poca renta porque sus demás rivales podrían despegarse, pero el objetivo amarillo es claro: lograr doce puntos en estos ocho partidos que quedan, aunque se empiece contando desde atrás como señala Fernando Estrella. Eso sí, saliendo desde el principio a por la victoria. Y para ello el Cádiz debe aparcar su condición de ONG salvadora de entrenadores y resucitadora de equipos en crisis si quiere seguir teniendo delirios de Primera.



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