ANABOLIZANTE

Cambalache Jazz club

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La ciudad de Cádiz se congratula de asistir a la inauguración de una nueva sala de conciertos: La SalaW, situada en la Avenida de Portugal. Se agradece que, después de la infame campaña desatada en estos últimos meses contra los locales que programaban música en directo, al menos se cree un espacio donde poder disfrutar de la noche, de unas copas y de un buen concierto. Lástima que, al menos para mí, esta nueva sala no pueda cubrir el hueco que ha dejado en el corazón de muchos el cierre de algunos locales emblemáticos de la noche gaditana, locales que han hecho, sin ayudas ni subvenciones, una labor impagable por la música en esta ciudad, importando nuevos estilos, dando a conocer músicos locales y foráneos, programando conciertos de una calidad excepcional, y dando pie asimismo a momentos de intercambio, risas, copas, y cultura urbana inolvidables.

Entre estos locales que han sido perseguidos y a los que se les ha prohibido finalmente programar conciertos, permítanme ustedes que tenga un recuerdo para el mejor espacio musical y el mejor camarero que ha tenido la ciudad de Cádiz en los últimos tiempos. Me refiero al Cambalache Jazz Club y a su propietario, el brillante, adorable Hassan Assad. Después de 25 años dedicado en cuerpo y alma a activar la vida musical de Cádiz a base de jazz, flamenco, teatro, jam sessions, carnaval y todo aquello que respirara inquietudes, autenticidad, necesidad de comunicar algo, Hassan se ha visto obligado a clausurar la agenda musical de su bar, que era un todo referente para músicos incluso internacionales. Algo tan injusto, tan ingrato, después de tantos años, que hace que hoy, por más que lo intente, no pueda tanto celebrar la inauguración de la SalaW como lamentar, una vez más, llena de tristeza e indignación, lo que han hecho con mi entrañable Cambalache.