Griñán, con alumnos del colegio Moulay Rachid, de Alhucemas, cuyo hermanamiento con otro de Málaga pretende el presidente./ EFE
ANDALUCÍA

El amigo andaluz en tierra olvidada

Griñán concluye su visita oficial a Marruecos visitando los logros de la cooperación andaluza en Alhucemas, una de las zonas más deprimidas del país

ENVIADO ESPECIAL. ALHUCEMAS Actualizado: Guardar
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José Antonio Griñán sonríe. Su cara refleja satisfacción. Presencia una escena que encaja con su ideal de cooperación: un adolescente marroquí explica a otra docena de jóvenes (de 12 a 25 años) cuestiones sobre higiene y salud, entre ellas, los riesgos de contraer enfermedades de transmisión sexual. La charla tiene lugar en uno de los siete ambulatorios que ha reconstruido la Junta de Andalucía en Alhucemas, una de las zonas más deprimidas de Marruecos, sobre todo desde que en 2004 padeciera un devastador terremoto que causó más de 600 muertos y miles de heridos.

Es la primera vez que el amigo andaluz visita estas tierras, pese a que la Junta ha invertido 1,3 millones de euros en esta región de Taza-Alhucemas-Taunate. En estos momentos hay tres centros médicos más en construcción y dos en proyecto. De este programa, en el que coopera el Gobierno marroquí, se benefician 120.000 personas y 233 profesionales.

Alhucemas nunca ha sido un destino prioritario para los mandatarios, ni siquiera para los marroquíes. El fallecido rey Hassan II, padre del actual monarca, nunca visitó este terruño en sus cincuenta años de mandato. Este rumbo tampoco estuvo en la agenda de Manuel Chaves, durante sus 19 años como presidente andaluz.

Griñán ha querido comprobar sobre el terreno el beneficio del esfuerzo de solidaridad que llevan a cabo todos los andaluces, vía Presupuestos Generales de la Comunidad. También hay dos condicionantes que han decantado la balanza: desde las costas de Alhucemas parten la mayoría de las pateras que zarpan de Marruecos con inmigrantes ilegales y, además, esta comarca es una de las principales productoras de hachís.

La frialdad y la pomposidad de los actos institucionales de Rabat y Casablanca dejan paso al trato directo y al calor popular en Alhucemas, una provincia con 392.000 habitantes, pero con una capital pequeña.

Calor humano

La presencia de coches oficiales a las puertas del centro de salud Anzaran provoca un importante revuelo. En el interior, la delegación andaluza atiende a las explicaciones del doctor Elnozariahi Mohamed. Esta instalación médica quedó prácticamente destruida con el terremoto, pero la acción andaluza ha logrado que la reforma supere a lo que existía antes, según indican los profesionales que atienden a 16.000 personas al año. «Tratamos todo tipo de enfermedades, aunque especialmente diabetes e hipertensión», reseña Elnozariahi.

El ámbito sanitario concentra una gran parte de la cooperación andaluza con Marruecos, un país que ha recibido 56,4 millones de euros de la acción exterior andaluza desde 2004.

Griñán quiere dar un giro a estas ayudas para enfocarlas al desarrollo. Esto significa priorizar los proyectos que supongan generar riqueza y conocimiento en la zona. La expectación en Alhucemas crece con el paso de la mañana. Los alrededores del hospital general son un hervidero de niños que acaban de salir de clase. Los fondos andaluces han permitido once proyectos para la mejora de la atención preventiva, primaria, especializada, hospitalaria y de urgencias. Además, han subvencionado la adquisición de ambulancias y clínica móvil.

25 partos diarios

Rafaela del Campo es una monja perteneciente a la orden de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Lleva 37 años prestando servicio en distintas zonas de Marruecos, casi siempre ligada al área de pediatría. «Antes de que el hospital de Alhucemas estuviera dotado de medios, las mujeres daban a luz en el campo, como se hacía en España hace cincuenta años», explica la religiosa.

La natalidad es muy alta en esta zona. Sólo en el hospital de Alhucemas nacen más de 25 niños al día. «Este pueblo nos quiere mucho y nosotros también les queremos; nos respetan y nosotros los respetamos», destaca Del Campo.

A José Antonio Griñán le gusta el té en general, y la menta en particular. Una afición que le ha salvado de pasar momentos incómodos, porque en cada recepción, en cada visita le han servido uno, acompañado por deliciosos pastelillos a base, principalmente, de almendra. La amabilidad y hospitalidad de las gentes del norte de Marruecos es una realidad.

Llega la tarde. El presidente de la Junta dedica las últimas horas de su primera visita exterior a visitar el colegio Moulay Rachid.

Griñán anunció su deseo de que esta escuela se hermane con otra de Málaga para que haya intercambio de alumnos y profesores.

La Junta colabora con esta institución subvencionando con 300.000 euros el Programa de Calidad de Unicef, puesto en marcha por el Gobierno de Marruecos para acelerar la educación y la formación escolar, de cara a reducir las muy elevadas tasas de abandono escolar de esta parte del país africano.