La música de Hevia envolvió La Atalaya. /CRISTÓBAL
Sociedad

Y las gaitas tomaron Jerez

Hevia hizo gala de todo su potencial en un espectáculo de folk que llenó de magia La Atalaya en una noche asturiana

| JEREZ Actualizado: Guardar
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Llenazo en La Atalaya para recibir, por segunda vez en Jerez, al rey de la gaita, al maestro español del folk, José Ángel Hevia. Todo tipo de público acudió al evento en los Museos de la Atalaya, dispuestos a pasar una buena noche de concierto en la que el asturiano presentó nuevo disco titulado Obssesion y tocó varios temas de discos anteriores que le dieron fama mundial por su arte para mezclar géneros tradicionales con otros más modernos.

Se apagan las luces, tímidos focos esperando a mostrar todo su colorido cuando el artista subiera al escenario. Un gran aplauso para Hevia, y a tocar la gaita flanqueado por sus músicos y, no podía faltar, su hermana María José, casi siempre presente en los conciertos de José Ángel y que se marcó un gran solo de tambor, que recordó a los sonidos tradicionales africanos y que dejó a la gente con muchas ganas de más en su magnífica actuación.

El de Villaviciosa dedicó palabras de agradecimiento a todos los presentes, incluída a la alcaldesa, presente en el acto, y a la que se le vio disfrutar de este concierto en el que el público no se animó, físicamente hablando, hasta que no sonó el mítico Busindre Reel, su tema más conocido del primer álbum Tierra de Nadie. Probablemente se debería a la timidez del respetable, pues el asturiano dejó la noche del jueves un gran recital en el que la música celta predominaba y se iba fusionando con las combinaciones de solos de guitarra eléctrica, bajos, batería y sus gaitas, tradicional y electrónica. A esta última se refirió el artista con mucha simpatía como la aspiradora, por la forma similar que tiene.

Los temas tocados tienen toda una historia previa, de tradiciones asturianas y bellos cuentos típicos, y Hevia contó varias de esas narraciones, con su toque de persona sencilla y sentido del humor que valió las carcajadas de más de uno. Todos los instrumentos eran imprescindibles en cada canción y todos cumplían con su función. Ritmo y sosiego se mezclaban para formar un conjunto musical que llamaba la atención desde el primer compás. Cuando uno lo escucha, se sumerge en un mar de tranquilidad y bienestar que recuerda a encontrarse en esos preciosos paisajes asturianos. Tampoco pudo faltar la flauta de Hevia que se fusionaba con la gaita y daba lugar a una simbiosis de celta y música electrónica impecable.

Una noche de música mágica, de melodías relajantes y rítmicas que incitaban al movimiento espontáneo del cuerpo y Hevia en el centro del escenario, flanqueado por sus músicos y su hermana, dando un puro espectáculo de música folk que no pasó desapercibido para nadie de los presentes y aunque el público no saltó ni bailó hasta la última canción, todos quedaron encantados y muchos se quedaron esperando a hablar con el asturiano, quien de buena gana atendió a todos los presentes que esperaban una foto y autógrafos del artista de Villaviciosa. Hasta otra Hevia.