Chano Lobato hijo con su madrina y primas. / F. J. El féretro del cantaor con el pendón de Cádiz. / F. J.
Sociedad

Incineran a Chano Lobato en Sevilla bajo el pendón de Cádiz

El cuerpo del cantaor se hizo cenizas en el Cementerio de San Fernando de Sevilla y fue despedido por autoridades, artistas y amigos en una misa funeral

| SEVILLA Actualizado: Guardar
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A eso de las nueve de la mañana, el pendón de Cádiz abrazó con un escalofrío el féretro de Chano Lobato en el tanatorio de la SE-30 de Sevilla. Lo trajeron la alcaldesa Teófila Martínez e Ignacio Romaní desde la ciudad de la que el cantaor era hijo predilecto. Esa bandera le acompañó hasta su incineración en el Cementerio de San Fernando, donde el cantaor fue cremado ayer a las diez de la mañana ante más de un un centenar heterogéneo de familiares, autoridades y amigos. Ese era el fin del cuerpo de Juan Ramírez Sarabia, el que encerró el espíritu, el arte y el compás inmenso de Chano Lobato, el último representante de los cantaores antiguos de Cádiz que moría en su casa de Sevilla el pasado domingo noche, víctima de la diabetes a los 81 años.

Si el lunes fue el día de las mil y una vidas de las anécdotas en el velatorio del ingenio, ayer fue la jornada del desgarro de la despedida. A primera hora de la mañana, la sala 22 del tanatorio de la SE-30 se llenó con la presencia de amigos y autoridades que consolaron con su abrazo a la viuda del artista, Rosario Peña y a su familia. Era el caso de la consejera de Cultura de la Junta, Rosa Torres, que llegaba a Sevilla desde la misión diplomática en la que se encontraba en Turquía.

La alcaldesa de Cádiz también estuvo acompañando a Rosario peña y Chano Lobato, hijo, que recibieron cientos de muestras de cariño. «Recuerdo cómo sonreía con los ojos y cómo miraba. Parecía una persona frágil, pero era muy fuerte. Además de su dimensión artística enorme, para mí poder conocer a una persona como Chano Lobato ha sido uno de los regalos de la política. Ha sido además un regalo enorme para la ciudad de Cádiz que aún no me atrevo a evaluar».

Antes de la incineración del cuerpo se ofreció una misa de corpore insepulto por el alma del cantaor que remataron las palabras de agradecimiento a los presentes de la bailaora Matilde Coral -para la que cantó Chano durante años- en nombre de la familia. «Hoy se abre un paréntesis en la vida. Se ha muerto Chano Lobato, pero la historia se seguirá escribiendo», dijo la artista emocionada.

No se perdieron en responso muchos de los compañeros del artista que viajaron desde Cádiz para acompañarle. Fue el caso del que fuera durante años su representante, el presidente de la Peña Flamenca Enrique El Mellizo, Antonio Benítez, que acudió acompañado del cantaor gaditano Juanito Villar. «Ahora puedo decir que los cantes de Cádiz están muertos, porque se ha ido nuestro padre», dijo el artista, que aseguró que será imposible que se repita una figura de sus dimensiones. «Ni como cantaor, ni como persona, ni como todo. Haremos un buen recuerdo de él», dijo.

No faltaron a la cita algunos de los pilares del flamenco gaditano. Detrás del féretro se encontraba Antonio Murciano, escritor y promotor del primer disco en solitario del artista. También se pudo ver entre los presentes a Mariana Cornejo, que subrayó que «el cante conocido por la alegría se ha ido, porque ha desaparecido la alegría de Cádiz, el duende».

A su lado, junto al escritor Juan José Téllez, caminaba Carmen de la Jara, que escondía, como muchos, la emoción tras unas gafas de sol. La cantaora definió a Chano Lobato como «un maestro del compás irrepetible capaz de lo mejor sin siquiera un palmero». Destacó su gracia y su «conocimiento de todos los cantes», algo que, en su opinión, le otorgó el cantar «atrás» durante mucho tiempo. «Todos los sabía, porque era capaz de hacer sus cosillas que todo el mundo conocía pero de cantarse una soleares de categoría. Ante todo fue un aficionado y un cantaor muy, muy largo», dijo. También se acercó hasta el Cementerio de San Fernando El Perejil, consciente de estar despidiendo «a un mito, una leyenda, a una persona de la que aprendieron todos, un fenómeno de los que nacen en Cádiz cada miles de años».

En el sepelio no faltaron artistas de la talla de Pansequito, Nano de Jerez o Carmen Linares y otras autoridades como el dirigente socialista gaditano Rafael Román, el director de la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco, Francisco Perujo, el delegado provincial de Cultura en Sevilla, Bernardo Bueno o el director de la Bienal de Flamenco de Sevilla, Domingo González.

Tres días de negro

Y otras caras menos conocidas. Entre ellas las del guitarrista y productor japonés Taketo Tomoshige y su esposa Akiko, con una de los centenares de historias que se produjeron alrdedor de la figura de Chano Lobato. «Nos conocimos hace muchos años en Japón y desde entonces siempre fuimos amigos», relataba con una rosa en la mano que había traído para ofrecerla a la memoria del cantaor. «Él cantó para discos que produjo mi marido y estamos muy tristes», dijo. «Desde que me enteré de que había muerto, visto de negro». Como tantos.

Mientras tanto, Cádiz vivía su luto oficial. Allí regresarán pasada la Semana Santa, parte de las cenizas que se guardan en depósito en el tanatorio de la SE-30 y que se esparcirán en el mar de Cádiz, tras la antigua cárcel, en el barrio de Chano Lobato.

apaolaza@lavozdigital.es