SILENCIO. Varias de las empleadas de Limasa, con la boca tapada, muestran un escrito con sus reivindicaciones. / NURIA REINA
CÁDIZ

Las protestas de las limpiadoras causan el enésimo incidente entre PP y oposición

Ambos grupos cruzan descalificaciones y alguna amenaza judicial, mientras Teófila Martínez retira la palabra a una edil del PSOE y las trabajadoras intervienen a gritos

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Desde que el pasado 5 de diciembre los concejales socialistas se levantaron del Pleno y se marcharon en protesta por «los gritos de la alcaldesa Teófila Martínez», todo el mundo está con la escopeta dialética bien cargada. Parece que los ediles del PSOE ya van cortos de paciencia y los del PP disfrutan poniéndoles a prueba. El resultado es que la tensión aparece a la menor excusa.

Ayer, ese detonante fue la protesta de un grupo de trabajadores (mayoritariamente mujeres) de Limasa, la empresa que se encarga de la limpieza y el mantenimiento de instalaciones municipales y colegios públicos. Estos empleados denuncian unas peores condiciones salariales que compañeros que realizan la misma función.

Este colectivo, que lleva tres meses de movilizaciones y dos semanas ubicado con una pancarta en San Juan de Dios, solicitó ayer una intervención en el Pleno. Teófila Martínez se la negó.

La alcaldesa utilizó uno de los turnos de palabra para justificar, reglamento en mano, esta decisión. Aseguró que las intervenciones pueden recoger discursos de cualquier ciudadano que lo solicite, pero no preguntas directas para los ediles.

Las trabajadoras aseguraban que habían solicitado intervenir de acuerdo al reglamento y con tiempo suficiente, por lo que interpretaron la prohibición como una censura. Llegado el punto en el que la socialista Marta Meléndez iba a solicitar un incremento de la cantidad y la calidad del empleo municipal, saltaron las costuras. Un grupo de policías locales se apostó cerca de los manifestantes, que se colocaron esparadrapos en la boca, se pusieron en pie y exhibieron una nota de prensa en la que explicaban su situación.

Manejo del silencio

La crispación tardó poco en pasar de las sillas del público a los sillones de los concejales. El momento de máximo enfrentamiento dialéctico llegó cuando Marta Meléndez recibió el turno por parte de la alcaldesa. La concejala socialista calló durante unos segundos, los suficientes para que una trabajadora reclamara soluciones a gritos. Teófila Martínez volvió a darle paso. Meléndez volvió a callar unos breves instantes. Suficientes para que la portavoz de los trabajadores volviera a gritar. La presidenta de la sesión se dio cuenta de que la socialista le estaba dejando a la trabajadora huecos para que protestase.

El resultado fue que la alcaldesa retiró la palabra a Meléndez «por utilizar su turno de forma torticera». A partir de ahí, todo fue un cruce de reproches, descalificaciones e «insultos en voz baja, propio de cobardes», llegó a decir Teófila Martínez.

Meléndez y José Blas Fernández cruzaron acusaciones de propiciar contratos-basura en la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento, respectivamente.

El más veterano de los concejales aseguró que ha recibido «hasta la saciedad, incluso anoche mismo» a las trabajadoras que protestaban. Tachó a la concejala de la oposición de «agitadora, manipuladora y mala persona». Los socialistas llegaron a pronosticar que algunas contrataciones que ha firmado José Blas Fernández (como la del alumbrado público) «acabarán en los juzgados».

La alcaldesa, esta vez, se esforzó por mantener una actitud imparcial y mandó callar a diestra y siniestra. Con éxito irregular.