VÍCTIMA. Rocío Vázquez junto a su madre, en su casa de Los Albarizones. / CRISTÓBAL
Jerez

«Ahora he aprendido a valorar más las cosas»

La joven que perdió un ojo la pasada Nochevieja por el impacto de un petardo hace balance de un año lleno de sufrimientos, aunque afronta el futuro con esperanza y unas ganas de vivir renovadas

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Rocío Vázquez difícilmente olvidará la Nochevieja de 2007, cuando su vida cambió por completo. De hecho, el espejo se encarga de recordarle diariamente las secuelas irreversibles que el impacto de un petardo produjo en su rostro, con la pérdida del ojo izquierdo, disminución de la capacidad auditiva e importantes cicatrices de complicado tratamiento. Ahora, cuando se cumple el primer aniversario del desgraciado suceso, la joven de 25 años reconoce que se encuentra atravesando uno de sus peores momentos, aunque un motivo fundamental le impulsa a seguir luchando por su salud y su felicidad.

«La verdad es que tiro para adelante como puedo. Estoy hundida, tengo una depresión de caballo y estoy temiendo que llegue el día de Nochevieja. Yo no tengo ningunas ganas de celebrar nada, pero por mi hijo tendré que hacerlo. Él el año pasado lo pasó fatal y este año me dice que qué bien que estoy con él». No es para menos, si se tiene en cuenta que Rocío ha pasado los últimos doce meses viajando para someterse a continuas operaciones y revisiones, de Cádiz a Sevilla y de Sevilla a Madrid, desde la barriada jerezana de Los Albarizones.

Unos cuidados propios de su deterioro físico que, aparte de minar la moral de la paciente, también han influido en la economía de toda su familia, que no puede hacer frente a los gastos que todo el tratamiento conlleva. En la actualidad, la joven tiene cinco cicatrices visibles que suman 350 puntos de sutura, además de la falta de uno de sus ojos, cuya prótesis aún no ha podido ser implantada. En un futuro, a corto plazo, se enfrentará a nuevas intervenciones quirúrgicas en la mandíbula, la nariz y el oído, sin olvidar la de la colocación de la prótesis ocular.

A pesar de estas dificultades, la jerezana no pierde la esperanza y confía en volver a trabajar en cuanto le sea posible, para lo que no ha abandonado sus estudios de Auxiliar de Enfermería. «Yo podré trabajar, siempre que me den trabajo. Hoy en día todo el mundo quiere una cara bonita, pero si me ofrecen lo que sea a mí no se me van a caer los anillos. Estoy pensando que me presentaré a algún trabajo de voluntaria, y así podré ayudar a otras personas». Y es que si de algo le sirvió lo ocurrido fue para mirar la vida de otra forma, con un prisma que hasta el momento desconocía.

«Mi vida ha cambiado totalmente, porque esto me ha hecho ver cosas que antes no veía. Ves a los tuyos, a los que verdaderamente están a tu lado, a los que te apoyan incondicionalmente, por lo que he aprendido a valorar más las cosas y a pasar más tiempo con ellos».

En lo que respecta al percance que tanto daño le ha causado, Rocío está convencida de que se podía haber evitado si se hubiera cortado el problema de raíz. «Lo primero que no deberían de hacer es vender ese tipo de bombas. Yo he podido contarlo, pero habrá criaturas que no lo cuenten. Yo estaba en la puerta de mi casa, si no hubieran liado la que liaron no estaría así ahora».

Como explica la afectada, el proceso judicial se ha abierto contra doce personas del barrio, entre ellas un padre y un hijo que regentan un bar, y que son los únicos que se han acercado a ella en algún momento. «Ellos fueron a verme cuando estuve ingresada en el Hospital de Cádiz y alguna vez me han preguntado cómo estaba, pero lo cierto es que nunca me han pedido perdón ni me han ofrecido ayuda, que nos hace falta porque estamos hasta el cuello, y yo a mis padres ya no les puedo pedir más. En lo que respecta a los otros, jamás me los he vuelto a cruzar por la calle».

Para ellos, Rocío sólo desea que la Justicia les haga pagar por lo que hicieron y que se prohíba la venta de este tipo de material, que continúa estando al alcance de cualquiera. En lo que a ella respecta, la joven no es ambiciosa y sueña con lo que la mayoría desea: «El año que viene quiero que me traiga mucha salud, que yo esté buena y pueda trabajar y estar con los míos. Yo ya lo tengo todo, Dios me dio la vida de nuevo y con eso tengo más que suficiente».

admontalvo@lavozdigital.es