Jerez

Los Benítez, raigambre jerezana

Todos son nacidos u oriundos de la ciudad, a excepción de una rama procedente de Medina Sidonia

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Según una curiosa relación que hemos podido encontrar en el Archivo Histórico Municipal, tan solo sesenta y ocho varones, descendientes directos de los Conquistadores de Xerez, quedaban en nuestra ciudad a principios del siglo XX.

Esta lista, que podría tener algunas lagunas, debió de ser confeccionada en los primeros años del siglo pasado y fue utilizada hasta bien entrados los años veinte para invitar a actos protocolarios a los descendientes de los conquistadores de Jerez. La relación la inician personas en posesión de títulos y, a renglón seguido, otros descendientes a los que no se hace constar título alguno, aunque es muy posible que algunos de ellos los poseyeran.

He aquí la lista en el mismo orden que está confeccionada: Marqués de Campo Real, Marqués de Alboloduy, Marqués de Casa Bermeja, Marqués de los Álamos del Guadalete, Marqués de Villamarta-Dávila, Marqués de Miraval, Marqués de Salobral, Conde de Casares, Conde de Cañete del Pinar, Conde de Villafuente Bermeja, Conde de Montegil, don Francisco Angulo García Velarde, don José Angulo Isasi, don Jose A de Ágreda y Pérez de Grandallana, don Diego de Ágreda González.

Tras éstos aparecen: don Bartolomé, don Rafael y don Sebastián Benítez Vargas-Machuca, apellido de cuyos descendientes nos ocupamos hoy.

La familia Benítez es otro de los apellidos de gran raigambre jerezana, porque, por mucho que nos hemos retrotraído en el tiempo, todos son nacidos u oriundos de la ciudad. A excepción de una rama procedente del bonito pueblo jandeño de Medina Sidonia, el resto pertenece a un tronco común descendiente de uno de los Caballeros Veinticuatro defensores a ultranza de la muy noble y muy leal ciudad de Jerez de la Frontera: los Vargas Machuca. Pero amén de su condición de hijosdalgos, los Benítez han pertenecido a una honrosa familia que ha contribuido a construir la historia de Jerez. Bodegueros, profesionales de la medicina, importantes comerciantes, industriales y constructores inmobiliarios de esta plaza, los Benítez han formado con su categoría humana y laboral una destacada parte del tejido social jerezano, dejando con su trayectoria una huella en nuestra ciudad.

De entre ellos, y siguiendo la línea que nos hemos marcado, destacaríamos al prestigioso y muy querido doctor Bartolomé Benítez Lagos, quien ocupó un importante espacio en la sanidad jerezana en el segundo tercio del pasado siglo. Bartolo Benítez, que así era llamado profesional y cariñosamente, tuvo su residencia familiar y consulta particular en el Nº 35 de la antes llamada calle Fermín Aranda, y ahora Calle de Medina.

Vocación

Estudió Medicina en la Facultad de Cádiz, completando las especialidades de Pediatría y de Radiología. Con estas dos especialidades y su gran vocación a la profesión médica, el doctor Bartolo Benítez fue durante toda su vida el auténtico ejemplo de lo que es un médico de cabecera. Siempre pendiente de sus enfermos, no habiendo hora ni día de la semana que no diera prioridad a sus pacientes. A pesar de su afición a la cacería, no era capaz de irse a un ojeo sin antes visitar a sus enfermos, haciendo lo mismo al regresar de cualquier jornada cinegética tras la que, preocupado por ellos, volvía a ver a todos los pacientes que necesitaban de sus atenciones, o simplemente el consuelo que les proporcionaba su presencia. Por ello, fue medico de cabecera de numerosas y conocidas familias jerezanas a las que, después de toda una vida de atención sanitaria y de velar por su salud, llegó a ser como un miembro más, siendo a veces requerido como consejero familiar e incluso participando como albacea en la testamentería de algunos de sus pacientes. Y en ocasiones actuando como mediador en algún conflicto familiar, y todo por la categoría humana y el respeto con que era considerado.

Bartolo Benítez fue el fundador de La Gota de Leche, institución similar a la de una fundación inglesa creada después de la segunda guerra mundial, cuyo fin era suministrar diariamente unos cuantos botellines de leche a los lactantes y niños de las familias de los barrios más deprimidos de Jerez que no tenían recursos para obtener la ración de este imprescindible alimento para los primeros estadios de la vida.

Como decimos, esta institución de la que fue fundador Bartolo tenía como presidenta de honor a S.M. la Reina Doña Victoria Eugenia. Se preocupó de que esta leche no faltara a los pobres y no tan pobres de Jerez, pero también que las condiciones higiénico-sanitarias estuvieran garantizadas, para lo que mandó instalar en este centro una autoclave con la cual, sin perder sus valores nutricionales la leche salía pasteurizada.

Marqués de Bonanza

Amigo personal de Manuel González Gordon, Marqués de Bonanza, apenas llegaron los cartujos a Jerez en 1948 para instalarse en la Cartuja y proceder a su acondicionamiento y restauración, el Marqués de Bonanza llevó al doctor Bartolo Benítez a la Cartuja para presentárselo al prior, el padre Arteche, como amigo y doctor con el que podrían contar por si alguno de los cartujos contraía alguna enfermedad o necesitaba algún tipo de ayuda medico-sanitaria, a lo que el padre Arteche contestó que no lo necesitaban porque los hermanos cartujos no se ponían nunca enfermos. Pero hete aquí que al día siguiente avisaron a don Bartolo, ya que un par de religiosos habían perdido la inmunidad de la que hacía ostentación el reverendo.

La relación fue tan profunda y extensa en los años que la orden que fundara San Bruno llegó a concederle al doctor Benítez la titulación de Carta de Hermandad, la que le daba a don Bartolo la prerrogativa de ser como un miembro más de dicha congregación. Esta titulación o carta de hermandad sólo la tenían en Jerez el Marqués de Bonanza y Juan Camacho Marpi.

Los cartujos

Al llegar los cartujos a Jerez se encontraron con que el magnífico monumento era una desolación, ya que sus diferentes patios y la nave principal del templo habían servido de cobijo de vagabundos, de aprisco de cabras, establo y zahúrda, por lo que comenzaron unos duros trabajos de limpieza y restauración.

Como su intención era convertirlo en convento en el que instaurar los cultos religiosos, emprendieron la ardua labor de buscar un retablo, ya que éste había desaparecido durante la desamortización de Mendizábal. Debido a las muchas relaciones sociales que por la profesión médica tenía Bartolo, contactó con doña Luisa Isabel Álvarez de Toledo, duquesa de Medina Sidonia, para solicitarle una entrevista en su palacio de Sanlúcar, al que con su propio coche llevó el doctor al padre Arteche, quien, después de numerosos viajes al palacio, logró que la señora duquesa prestara un retablo de su propiedad a la Cartuja de la Defensión de Jerez de la Frontera.

El retablo se midió, se desmontó y vino al pelo en el altar mayor de la Cartuja de Jerez, donde hoy se encuentra puesto en valor gracias a la generosidad de la señora duquesa y a la obstinada gestión del padre Arteche, pero también a la intervención de Bartolomé Benítez Lagos, quien, como en otras ocasiones, con su actuación desde la sombra hizo que se lograran los objetivos.

El doctor Bartolomé Benítez fue médico del seguro de enfermedad cuando estaba ubicado en la calle Pedro Alonso, fue radiólogo del hospital Santa Isabel de Hungría en la calle Merced, como también médico de la beneficencia domiciliaria, institución auspiciada por el Ayuntamiento de Jerez, llevando el distrito del barrio de Santiago, por lo que fue el médico de cabecera de muchas familias flamencas jerezanas, siendo especialmente amigo de El Cola.

Se casó con Rosario Girón, de cuyo matrimonio nacieron cuatro hijos: Bartolomé, Rosario, Pedro y Margara. Bartolomé, también médico como su padre, es traumatólogo y cirujano ortopédico de la escuela de su tío José Girón, habiendo ejercido esta especialidad durante treinta años en el sanatorio de Santa Rosalía con los hermanos de San Juan de Dios.

Rosario se casó con el industrial jerezano Manuel Macías. Pedro (fallecido) fue excelente veterinario que dedicó su vida a la cuadra cartujana de la familia Terry de El Puerto de Santa María. Y Margot, felizmente casada con el empresario jerezano Antonio López de Meneses, es coayudante del éxito que con los años ha obtenido el hoy prestigioso hotel Al Sur de Chipiona, en ese bonito pueblo costero en el que está ubicado junto al santuario de Nuestra Señora de Regla.

Benítez Benítez

Del tronco de este frondoso árbol brotó la rama de Benítez Benítez, de la que Rafael y Paco han sido avisados empresarios, promotores y constructores de éxito en tiempos en que estos negocios eran propios de gente verdaderamente audaz.

Hemos de hacer constar que otro miembro de la saga, José Ramón Benítez Lagos, fue corredor de vinos y alcoholes, el que en sus lagares de Chipiona y de Los Palacios producía almíbar y el también llamado color o azúcar quemada, que antes se les echaba a los vinos de Jerez, para darles color y abocarlos. José Ramón tuvo siete hijos: Margara, Gabriel, Ramón, Bartolomé, José, Javier y Manuel; dos de ellos marinos mercantes, el resto bodegueros, comerciales, etc Sus descendientes hoy continúan la honorable trayectoria de sus mayores, entre los que se encuentra la persona que rige los destinos de el diario LA VOZ de Jerez: nuestro director Javier Benítez Zúñiga.

No queremos cerrar el relato de este apellido tan familiar y jerezano sin hacer referencia a la etimología que la lengua árabe tiene de el. Al ben-y-tez: dícese de aquellos que gozan de buena tez o lo que es lo mismo, hijos del que tenía buen semblante. No nos cabe duda, porque los Benítez son gente cercana, de mirada franca y trato afable.