Asesinados por primera vez más periodistas en zonas sin conflictos que en países en guerra

El año 2015 ha estado marcado por la barbarie yihadista

Madrid Actualizado: Guardar
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Siria, Irak y Oriente Medio representan desde hace años las zonas más calientes del planeta. Lugar soñado para el periodista intrépido, pero también el invierno donde ser torturado en una celda de castigo o utilizados con sus secuestros como fuente de financiación de bandas terroristas. También los casos de propaganda sobre su muerte cuyo guión es la simple barbarie expulsan por un lado a los reporteros del lugar y al mismo tiempo atraen los bombardeos occidentales, como ocurrió tras la decapitación televisada del periodista norteamericano James Foley. En 2015 fue la primera vez que hubo más muertes de periodistas en zonas que no están en conflicto, recuerda la presidenta de Reporteros Sin Fronteras (RSF), Malén Aznárez.

El año comenzó con la muerte de ocho periodistas de la revista satírica «Charlie Hebdo», perpetrada por seguidores de Al Qaida.

Con estos asesinatos, Francia, la «capital de la depravación» para los radicales islámicos, entró en la lista de países más letales del mundo para los periodistas, junto a Siria, Irak o Yemen, países donde sus civiles sufren sendas guerras civiles. Su muerte era el propio mensaje de la propaganda. Durante 2015, dos de cada tres asesinatos de periodistas tuvieron lugar en zonas sin conflictos y no en zonas de guerra. En México, India, Turquía o Egipto los reporteros sufren una implacable campaña contra el periodismo libre por parte de sus respectivos gobiernos.

El informe Anual 2015 de RSF incide en la barbarie yihadista. El Daesh y otros grupos yihadistas, marcas locales de esta matriz o de Al Qaida, como Boko Haram o Al Shabab, continúan persiguiendo todo lo que consideran como pecado o haram. En su obsesiva persecución a los infieles por apostasía (tafkir), los periodistas representan a los soldados enemigos a los que solo cabe apresar o matar.

«Lo que nos han enseñado las matanzas de París es que el mundo es una aldea global, si pasa algo en Oriente Medio no se puede mirar para otro lado porque llegará a países como Francia», dijo en un encuentro privado con periodistas, el reportero y activista sirio Mazen Darwish, quien fundó el Centro Sirio de Medios y estuvo encarcelado durante más de tres años por el régimen de Assad. Estaba acompañado por su esposa, también periodista y actual directora del organismo, Yara Bader, quien ha pasado igualmente por las cárceles del régimen sirio.

Como ellos, los periodistas locales en los países más mortíferos y peligrosos del mundo continúan siendo las principales vícitmas. Los secuestros de periodistas extranjeros se han convertido en un objetivo para la propaganda. Además de los 63 asesinados, más de 40 fueron igualmente asesinados sin que se conozca todavía el motivo de su muerte; y a ellos hay que añadir 19 periodistas ciudadanos y 6 colaboradores de medios. De los 54 profesionales que permanecían secuestrados al terminar el año, en manos de organizaciones como el autodenominado Estado Islámico o Daesh, Al-Nusra y Al-Qaeda, 26 lo estaban en Siria y 10 en Irak y la mayoría son víctimas locales.

Precisamente el terrorismo ha servido de coartada perfecta para reducir las libertades individuales y de información en países sin conflictos. En Egipto, continúan 22 periodistas en prisión, a ello se le suma según recuerda RSF que tras un atentado los profesionales deben publicar la versión oficial bajo amenaza si no quieren recibir fortísimas multas. En Turquía la libertad de prensa ha sufrido un fuerte retroceso desde el recrudecimiento del conflicto entre el Gobierno de Ankara y el PKK por los atentados de los últimos meses. Pero volviendo al inicio, Francia, tras los atentados, reaccionó primando la seguridad a la libertad: una ley que permite espiar teléfonos sin permiso del juez. Los servicios de Inteligencia podrán obtener y conservar el histórico de la navegación de cualquier periodista durante los próximos cinco años.

Sin olvidar que 54 periodistas permanecen secuestrados al cierre de 2015, tres de ellos los españoles Antonio Pampliega y Ángel Sastre y el fotoperiodista José Manuel López. Otro de los secuestrados ejerce de «corresponsal» del horror del autodenominado Estado Islámico en sus distintas producciones propagandísticas: el británico John Cantlie es todavía un enigma.

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