Wilayat Sinai distribuyó en agosto el vídeo de la decapitación del croata Tomislav Salopek
Wilayat Sinai distribuyó en agosto el vídeo de la decapitación del croata Tomislav Salopek

Wilayat Sinai, la franquicia yihadista en Egipto, se venga de Rusia

Desde la creación del califato de Estado Islámico, los militantes del Sinaí han sido una pesadilla para las fuerzas de seguridad egipcias

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Tres comunicados el 1, 3 y 6 de noviembre y una misma palabra: Siria. Casi dos meses después de que los aviones y barcos rusos comenzaran a golpear posiciones del califato y de otros grupos armados de la oposición armada a Bashar al Assad en suelo sirio, 224 personas perdieron la vida tras la explosión en pleno vuelo del Airbus 321 de la compañía rusa Metrojet que cubría la ruta entre Sharm al Sheij y San Petersburgo. Aunque el grupo yihadista Estado Islámico (EI) no ha mentido hasta ahora cuando ha reivindicado alguna acción, los gobiernos de Moscú y El Cairo pidieron prudencia, pero conforme ha ido avanzando la investigación se han despejado las dudas y Wilayat Sinai, el brazo de EI en Egipto, se ha convertido en una «amenaza global», calificativo que empleó el presidente estadounidense Barack Obama para referirse a Al Qaida en la Península Arábiga (AQPA) cuando intentó golpear en aerolíneas internacionales en 2009 y 2010.

«La reivindicación parecía razonable desde el primer momento. La nota de prensa que el ISIS (acrónimo en inglés de Estado Islámico) publicó a las pocas horas de caer el avión ruso estaba alojada en la página oficial del grupo Isdarat. No se trataba por tanto de una reivindicación proveniente de un grupo simpatizantes o de cuentas sin credibilidad», señala Javier Lesaca, experto en terrorismo islamista de la Universidad George Washington de Estados Unidos. Lesaca alerta del riesgo que acarrea que «un grupo terrorista resulte más creíble ante la opinión pública que los gobiernos de diversas naciones» lo que puede tener «consecuencias muy graves para la gobernabilidad de esta región». 

El ataque también iría contra el presidente egipcio, contra el que el EI carga por ser un «nuevo faraón» contrario a los intereses islamistas

Wilayat Sinai justifica el ataque como respuesta a los bombardeos de Rusia en Siria y las imágenes de los efectos de supuestos ataques aéreos rusos ilustran su última grabación difundida el viernes. Ahora el mundo descubre a la provincia egipcia del califato, pero desde su constitución el 10 de noviembre de 2014 ha sido una pesadilla para Egipto. En un año han cumplido las órdenes del califa que les pidió «minar sus caminos, atacar sus cuarteles y viviendas, cortar sus cuellos, no dejadles sentirse seguros y convertir sus vidas en un terror e infierno», en referencia a los militares desplegados por El Cairo. Para EI las acciones del grupo en el Sinaí son un golpe directo a «los protectores de los judíos» dirigidos por «el nuevo faraón», el presidente Abdel Fatah al Sisi, quien desde su llegada al poder ha declarado el norte de la península zona de exclusión militar, impuesto el toque de queda e impedido el acceso a los medios de comunicación.

Objetivo: Egipto

Desde su base de operaciones en el Sinaí –cuya orografía mezcla de desierto y montañas permite a los distintos grupos contar con santuarios seguros como los tienen en la frontera de Afganistán y Pakistán o en el centro de Yemen– han extendido su amenaza al resto del territorio a base de atentados y secuestros. El grupo cuenta con yihadistas veteranos y recluta seguidores entre la población beduina (árabes nómadas del desierto) local, enemistada desde hace décadas con el gobierno central, experta en el negocio del contrabando y conocedora de un territorio donde ven al Ejército egipcio como a una fuerza de ocupación. Wilayat Sinai nace de la base de Ansar Bayt al Maqdis (Partidarios de Jerusalén), formado tras la revolución de 2011 que derrocó a Hosni Mubarak y que tenía a Israel como su objetivo prioritario, pero tras el golpe militar contra el presidente islamista Mohamed Mursi declararon «apóstatas» a las fuerzas de seguridad y centraron su batalla en Egipto.

Se trata de «un gran desconocido», según responsables de seguridad del vecino Israel que en declaraciones al diario Haaretz este verano confesaron que no conocen ni el nombre de su líder, lo que significa que Egipto tampoco lo conoce porque ambos países tienen una muy estrecha cooperación en materia de seguridad. Israel estima que cuenta con «mil o dos mil hombres», dispone de «un buen arsenal de armas y tiene la posibilidad de conseguir más armamento desde Libia y Sudán» y «desde que juró lealtad al EI ha aumentado la ayuda económica que recibe desde el exterior».

Fallos de seguridad

Las fuerzas de seguridad han sido hasta ahora el objetivo principal de unas acciones que el 1 de julio llegaron a su punto álgido con un ataque coordinado contra quince puestos de control y posiciones del Ejército de forma simultánea en un radio de doce kilómetros al norte de la península. Wilayat Sinai aseguró haber matado a más de sesenta soldados, mientras que Egipto admitió la pérdida de 23 hombres. Los yihadistas siguen el manual de terror de las provincias siria e iraquí del califato y en agosto secuestraron y asesinaron a Tomislav Salopek, trabajador de una subcontrata de la empresa francesa Compagnie Générale de Géophysique (CGG) dedicada al sector del gas. Su decapitación eclipsó la inauguración del nuevo canal de Suez, la obra por la que Al Sisi quiere pasar a la historia. Un mes más tarde el grupo realizó su primer ataque en el desierto del oeste del país y 24 horas después el Ejército lanzaba un operación en la que mató por equivocación a ocho turistas mexicanos tras confundirles con un comando enemigo.

Egipto confía en el aparato de seguridad organizado durante la lucha histórica contra los Hermanos Musulmanes, que se remonta a los años cincuenta, para combatir esta nueva amenaza. Este aparato es el responsable de que en el siglo XXI no estén operativos grupos como Yihad Islámica, que fue dirigido por el actual líder de Al Qaida Ayman Al Zawahiri, o Gama’a Islamiya (Grupo Islámico), relacionado con el ataque al World Trade Center de 1993. Pero este aparato de seguridad no parece el más adecuado para enfrentarse al nuevo desafío que plantea EI en el Sinaí con ataques casi diarios contra Policía y Ejército. El portal especializado en Oriente Medio Al Monitor, cuyo encargado de cubrir el Sinaí no firma los artículos por motivos de seguridad, pudo entrevistar a un oficial del Ejército que confesó que «el problema está en las estrategias tradicionales y rutinarias que empleamos, que no sirven para enfrentarse a un grupo que conoce el terreno como la palma de su mano». El oficial denunció el uso sistemático de torturas con los detenidos, «que en la mayoría de casos son inocentes, lo que aumenta el odio hacia los militares». Un caldo de cultivo perfecto para los intereses de un EI imparable.

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