El primer ministro italiano, Matteo Renzi
El primer ministro italiano, Matteo Renzi - EPA
REFERÉNDUM EN ITALIA

¿Qué se vota y por qué es muy importante para Italia?

Unos 51 millones de italianos, de ellos 3,5 millones en el extranjero que ya votaron, son llamados a pronunciarse sobre la reforma constitucional

CORRESPONSAL EN ROMA Actualizado: Guardar
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La consulta de este domingo será decisiva para las reformas en Italia y tendrá consecuencias para Europa. El país se ha dividido profundamente como no se veía en décadas, tras una durísima campaña

Es un referéndum crucial para Italia, con repercusiones para Europa. Unos 51 millones de italianos, de ellos 3,5 millones en el extranjero que ya votaron, son llamados a pronunciarse sobre la reforma constitucional. Las urnas se abren a las 7 de la mañana y se cierran a las 11 de la noche. Pocas horas después se tendrán resultados definitivos, aunque al cierre de los colegios electorales habrá datos con encuestas realizadas a pie de urna.

La reforma afecta a 47 de los 139 artículos de la Constitución, que entró en vigor el 1º de enero 1948.

Desde entonces se han introducido muy ligeras reformas. En esta ocasión no se ve afectada en su primera parte, la que se refiere a derechos y libertades civiles.

¿Cómo se vota?

El referéndum es confirmatorio de una ley constitucional aprobada con una mayoría inferior a dos tercios del Parlamento. Para este tipo de referéndum no es necesario que haya un quórum del 50% más uno de los que tienen derecho de voto, como se exige cuando se trata de un referéndum derogatorio. Por tanto, vencerá la opción (si o no) que haya obtenido la mayoría de votos. En las urnas los italianos depositarán una papeleta en la que subrayarán el «sí» o el «no» en una casilla bajo una pregunta que fue redactada por el Tribunal Constitucional.

La pregunta

¿Aprueba el texto de la ley constitucional concerniente a «disposiciones para la supresión del bicameralismo paritario, la reducción del número de parlamentarios, la contención de los costes del funcionamiento de las instituciones, la supresión del CNEL y la revisión del título V de la parte II de la Constitución», aprobado por el Parlamento y publicado en la Gaceta Oficial número 88 del 15 de abril 2016?

Final del bicameralismo paritario

Sobre la reforma del sistema parlamentario italiano se discute desde hace 40 años. Actualmente, la Cámara de Diputados y el Senado tienen en el mismo poder, lo que suele retrasar mucho en ocasiones la elaboración y aprobación de las leyes. El bloqueo puede durar meses o años. Por ejemplo, el 24 de septiembre 2014, la Cámara de diputados aprobó, con 239 votos a favor, 92 contrarios y 69 abstenciones, una ley que eliminaba la obligación de imponer el apellido paterno a los hijos, dejando libertad de elección a los padres. Para su entrada en vigor, era necesario el visto bueno también del Senado. Pero han pasado más de dos años y la ley acumula polvo en un cajón de la Comisión de Justicia del Senado, a la espera de seguir su camino parlamentario para su aprobación final en un pleno de esta cámara alta.

Tras varias demandas planteadas en los tribunales, a comienzos de noviembre intervino el Tribunal Constitucional para urgir al Senado que apruebe la ley con el fin de ofrecer la posibilidad de que los hijos lleven apellido del padre, la madre o el doble apellido. Al tener los mismos poderes, y a menudo estar compuestas las dos cámaras por mayorías diversas, la situación de bloqueo puede ser grave hasta provocar la caída del gobierno. En los últimos 70 años Italia ha tenido 65 gobiernos. Con el fin del bicameralismo perfecto o paritario se pretende dar estabilidad al gobierno.

La Cámara baja seguirá compuesta por 630 diputados, que serán elegidos como hasta ahora por sufragio universal, otorga o deniega la confianza al gobierno, al que controla. Por su parte, el Senado se convierte en cámara territorial, en representación de las instituciones territoriales (solo regiones y ciudades, porque desaparecen las provincias). Su función legislativa será muy escasa, limitándose a ciertas reformas o leyes constitucional, y queda al margen de dar o retirar la confianza al gobierno.

Reducción de parlamentarios

El número de senadores se reduce desde 315 a 100: de ellos, 74 serían elegidos por los consejos regionales y 21 por los alcaldes. El presidente de la República tiene la prerrogativa de elegir otros 5 para un mandato de 10 años (en la actualidad, los senadores elegidos por el presidente tienen carácter vitalicio). Los nuevos senadores no cobrarán sueldo, porque ya lo tienen por sus cargos como consejeros regionales o alcaldes. Una vez que dejan su cargo territorial, deben de abandonar también el Senado.

Se reducen también los costes —unos 20 millones anuales— eliminando el CNEL (Consejo Nacional de la Economía y del Trabajo), un ente público creado en 1948 para coordinar la acción entre gobernantes y sociedad civil. Compuesto por 64 miembros, que cobraban sin hacer prácticamente nada, su función se consideraba totalmente inútil. Prueba de ello en que nunca ha producido ni un solo texto legislativo.

Menos poder a las regiones

Junto a la supresión del bicameralismo perfecto, este apartado es considerado por el gobierno de Matteo Renzi como una clave fundamental de la reforma constitucional. Se quita poder y competencias a las regiones, en diversas materias, entre ellas turismo, infraestructuras, protección civil, energía, y sanidad, que pasan a ser de competencia estatal. Hasta ahora se habían producido muchos contenciosos entre el Estado y las regiones, con muy numerosos recursos al Tribunal Constitucional lo que se traducía en la parálisis de temas importantes, con repercusión enorme para las inversiones.

Ahora, para evitar esos largos contenciosos, se introduce lo que se llama «cláusula de supremacía», que consiente al Estado, a propuesta del gobierno, de tener siempre la última palabra sobre cualquier materia que se considere de interés nacional. Con esta cláusula se pretende tutelar la unidad jurídica o económica de la nación.

Argumentos a favor y en contra

Quienes la apoyan aseguran que dará más estabilidad política al país facilitando la tarea legislativa, lo que redundará en una mayor confianza para los inversores y, en consecuencia, permitirá un mayor crecimiento económico.

Los críticos consideran que deja demasiado poder en manos del partido del gobierno, lo que puede representar una amenaza para la democracia. Por ejemplo, Silvio Berlusconi asegura que si gana el «sí» habrá una riesgo de una deriva autoria en Italia. Sin embargo, la reforma constitucional no modifica en absoluto los poderes del primer ministro.

¿Quiénes apoyan el «sí»?

Matteo Renzi, creyendo en un principio que ganaría fácilmente la consulta, actuó con cierta arrogancia, habitual en él, asegurando que si perdía el referéndum se marcharía a casa. Cometió así el error de convertir el referéndum en un plebiscito: Renzi contra todos. En la campaña se ha hablado poco de la reforma y mucho del gobierno, de la crisis económica y de Europa. Teniendo en cuenta las dificultades económicas del país, muchos italianos votarán contra la reforma para castigar a Matteo Renzi y a su gobierno, al que acusan de no cumplir sus promesas.

La oposición, incluso dentro del propio Partido Democrático que lidera el primer ministro, ve en el referéndum una ocasión única para eliminar políticamente a Renzi y mandarlo a casa.

Matteo Renzi describe el referéndum como una batalla «entre los nostálgicos del pasado y entre los que luchan por el futuro; entre los que desean que no cambie nada y quienes miran hacia el futuro». Asegura que un voto a favor de la reforma significará desmantelar algunos de los privilegios de la vieja clase política y establecer en Italia un camino de crecimiento y flexibilidad.

Digna de mención merece la posición adoptada a última hora por el exprimer ministro, Romano Prodi, expresidente de la Comisión Europea y fundador de la coalición de centro izquierda el Olivo. Prodi anunció este miércoles que votará sí, para evitar que se deteriore aun más la imagen de Italia, tras una campaña que la ha debilitado. Prodi lamenta que «una modesta reforma constitucional» se haya transformado en una «lucha a favor o en contra del gobierno, transmitiendo en Italia y en el exterior una imagen de debilidad que, sea cual sea el resultado del referéndum, se transformará en un periodo de inútil y dañosa turbulencia».

Apoya a Renzi la Confindustria (patronal italiana). Pensando en la estabilidad de Italia, que es la tercera economía de la Eurozona, en Bruselas y en las cancillerías europeas se ha expresado abiertamente el apoyo al primer ministro italiano

¿Quiénes apoyan el «no»?

La Constitución italiana, elaborada después de la Segunda Guerra Mundial, se elaboró estableciendo una serie de poderes y contra poderes para evitar que hubiera un solo personaje al comando de la nación, es decir, se quiso prevenir que hubiera un nuevo Mussolini. Se temía también que el Partido Comunista pudiera alcanzar el poder. Los que votan «no» argumentan que se puede volver a una situación autoritaria en el país.

Los que hacen campaña por el «no» están relacionando la reforma constitucional con la ley electoral, denominada Italicum —aprobada en mayo 2015— para advertir del riesgo de dar excesivo poder a un partido. Esta ley contempla un premio de mayoría del 55% de los escaños de la Cámara de Diputados a la lista que supere el 40% de los votos en la primera vuelta. Si este porcentaje no lo alcanza ninguna formación, habría balotaje o segunda vuelta. Se han levantado muchas voces llamando la atención de que con esta ley se corre un grave riesgo de que el cómico Grillo y su populista Movimiento 5 Estrellas alcance el poder sin tener ninguna experiencia de gobierno a nivel nacional. Tras las presiones recibidas, Matteo Renzi ha dado su brazo a torcer, consciente del peligro que representa Grillo, y ha prometido cambiar la ley electoral en un plazo de tres a seis meses, si se aprueba la reforma constitucional.

En el frente del «no» hay un revoltijo de políticos de todas las tendencias que son muy críticos con Renzi y diversos partidos populistas, como el ya citado movimiento de Grillo y la xenófoba Liga Norte del lepenista Matteo Salvini.

El «no», un voto contra Europa

Los populistas ven en este referéndum una gran oportunidad de alzarse con una gran victoria, la tercera, tras el Brexit y Donald Trump en Estados Unidos. Consideran también que sería un bofetón a Bruselas y a sus políticas de austeridad. Durante la campaña se ha hablado mucho de la Unión Europea, porque se la ve como origen de muchos de los males de Italia y de su crisis económica, por culpa del rigor impuesto en la UE. Incluso Matteo Renzi, consciente de esta corriente de opinión, se ha mostrado muy crítico contra Bruselas, llegando a eliminar la bandera de la Unión Europea de su despacho, aunque luego se vio obligado a rectificar ese gesto.

Los populistas piden un voto negativo pensando también en Europa. Matteo Salvini de la Liga Norte lo expresa así: «El no es también un rechazo hacia Europa y a sus reglas, desastrosas para Italia».

Posición de la prensa internacional

Los medios informativos internacionales, en especial los más influyentes en los mercados, se han pronunciado a favor de la reforma de Renzi, aunque sea modesta. Algunos periódicos se han expresado por medio de articulistas en términos, a veces, excesivamente catastrofistas y apocalípticos si gana el «no». En Italia se consideran exageradas tales posiciones y se estima que si se rechaza la reforma constitucional, no vendrá el diluvio universal. Significativo ha sido el editorial del influyente Financial Times de este jueves expresando la opinión oficial del propio diario (hasta ahora todos sus artículos sobre el referéndum estaban firmados): «Un no sería negativo por varias razones. Su fracaso produciría un periodo de inestabilidad política que Italia y Europa no se pueden permitir».

La importancia del referéndum

La importancia es muy grande, fundamental para Italia, que puede vivir un antes y un después de la reforma, que ha sido descrita como la más importantes después de la Segunda Guerra Mundial.

Si gana el «sí», Renzi sale sustancialmente reforzado y deberá dosificar su victoria, intentando una conciliación, después de una durísima campaña de muchos meses que ha dividido profundamente al país como no se había visto en décadas. Aunque gane, Matteo Renzi podría presentar su dimisión al presidente de la República para recibir un nuevo mandato y constituir un nuevo gobierno hasta las próximas elecciones, previstas en el 2018.

Si gana el «no», Matteo Renzi se vería obligado políticamente a presentar su dimisión. Su futuro inmediato dependería del porcentaje de votos con que se produce su derrota. Si pierde por escaso margen, Renzi puede considerar que, aun perdiendo, ha obtenido un buen resultado pues una buena parte del país, casi la mitad, estaría con él. En este caso, el jefe del Estado podría volver a encargarle la formación de gobierno nuevamente. Si pierde por amplio margen, corre el riesgo no solo de perder el gobierno, sino también el liderazgo del Partido Democrático. Este sería el peor escenario, pues hoy por hoy Mateo Renzi no tiene alternativa. En Italia existe un claro problema de falta de clase dirigente, según reconocen diversos expertos. En cualquier caso, la última palabra la tendría el presidente de la República, Sergio Mattarella.

Reacción de los mercados

Si se confirmara este último escenario, el rechazo de la reforma, seguramente reaccionarían mal los mercados en su apertura del lunes. Hay que tener en cuenta que las inversiones en Italia están paralizadas, a la espera del resultado del referéndum. La Banca podría sufrir especialmente con el rechazo a la reforma. Están pendientes ampliaciones de capital de varios bancos que difícilmente se realizarían si se inicia un periodo de inestabilidad. El Financial Times ha dicho que ocho bancos corren riesgo de quiebra si gana el «no». En este caso, se verían afectados 5 millones de clientes.

La prima de riesgo subiría e Italia sería fácil objetivo para los especuladores, porque sus datos económicos no son nada halagüeños: Su deuda externa supera los dos billones de euros y representa el 133 por 100 del PIB, sus bancos tienen créditos de difícil cobro por valor de 350.000 millones de euros, mientras las previsiones de crecimiento son del 0,8% para el 2017, casi a la cola de Europa.

Hay que subrayar que en los mercados se han hecho grandes apuestas a favor del «no». Se han colocado cifras millonarias apostando por lo que en el mercado se llama «posiciones bajistas». Esas apuestas se hicieron también ante el Brexit y las elecciones americanas, resultando un fracaso en los pronósticos.

Pronóstico de los sondeos

Los sondeos están prohibidos hacerlos públicos durante las dos semanas previas al referéndum. Las últimas encuestas eran favorables al «no»: en torno al 53,5% se pronunciaba por el rechazo de la reforma, mientras el 47,5% deseaba su aprobación. En los últimos días la diferencia se ha estrechado. Se han filtrado algunas encuestas que siguen haciendo importantes instituciones muy interesadas en el referéndum, como por ejemplo la Banca internacional, y el «no» ganaría por 52% a 48%. Sigue siendo alto el número de indecisos.

Matteo Renzi confía en que al último momento los indecisos acudan a las urnas y un porcentaje considerable se pronuncie a favor de la reforma. Confía también en el voto de los italianos que viven en el exterior. Pero nadie se atreve abiertamente a dar un pronóstico seguro. El resultado está en el aire.

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