Le Pen visita la Torre Trump en un viaje «privado» a Nueva York

El equipo del futuro presidente negó que hubiera prevista una reunión con la ultra

Corresponsal en Nueva York Actualizado: Guardar
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Cuando a finales de la década de 1970 Donald Trump era un joven y ambicioso empresario inmobiliario, consiguió los permisos para construir la Torre Trump. Una de las condiciones impuestas por la ciudad de Nueva York era que su vestíbulo se conservara abierto al público. Sobre todo desde su ascenso político, el espacio es un imán para los turistas de todo el mundo. Ayer, uno de ellos despertó las alarmas de los periodistas que hacen guardia en la residencia del presidente electo. Se avistó la cabellera rubia de Marine Le Pen, la líder de la ultraderecha francesa llamada a continuar el tsunami populista que anega el mundo occidental, desde las presidenciales estadounidenses al Brexit británico.

A Le Pen hay que considerarla turista solo si se sigue una versión oficial que parece poco plausible.

Sean Spicer, que será el próximo secretario de Prensa cuando Trump llegue a la Casa Blanca, aseguró que no había reuniones previstas «con nadie» y que el vestíbulo «es público».

Algo similar dijo el equipo de Le Pen, que definió la visita de la líder del Frente Nacional a Nueva York como de carácter privado. «Se ha tomado dos días para darse un descanso», dijo su director de campaña, David Rachline, a Reuters. Pero es difícil pensar que si el objetivo de Le Pen era descansar eligiera la Torre Trump, atestada de periodistas y curiosos, y no un paseo por el cercano Central Park, con el magnífico día que ayer le regaló Nueva York. Su intento de buscar una entrevista con el presidente electo era evidente.

A Le Pen le faltan pocos meses para intentar el asalto a la presidencia de Francia. En abril se celebra la primera vuelta de las elecciones, en las que todo apunta a que conseguirá un boleto para la segunda vuelta, que se decidirá en mayo y en la que con probabilidad se enfrentará a François Fillon, el líder del centro-derecha. Una hipotética visita a Trump podría servir para mejorar su perfil internacional, después de que el año pasado la campaña a favor del Brexit no le permitiera participar en los actos previos al referéndum. La candidata presidencial busca la legitimidad internacional que le niegan los líderes europeos y que podría traer una foto o la noticia de un encuentro con Trump.

Le Pen ha mostrado sintonía con las posiciones de Trump y aseguró antes de las elecciones del pasado noviembre que, si fuera ciudadana estadounidense, le hubiera votado por delante de Hillary Clinton. También dijo que el presidente electo estadounidense, Vladímir Putin y ella misma en el Elíseo «serían muy buenos para la paz mundial».

A Le Pen se le vio entrando en uno de los varios ascensores que tiene el vestíbulo de la Torre Trump, algo no permitido para los turistas. Antes se había sentado a tomar un café con tres acompañantes que apuntaban a una visita más política que de turismo: Louis Aliot, su compañero sentimental y vicepresidente del Frente Nacional; Ludovic De Danne, su asesor de política internacional; y Guido «George» Lombardi, un empresario italiano, amigo de Trump, que reside en el edificio y que ha colaborado como asesor del presidente electo.

A pesar de la negativa del equipo de Trump a confirmar la existencia de una reunión, ya existían puentes entre Le Pen y el futuro presidente. El jefe de su campaña y su próximo estratega principal en la Casa Blanca, Stephen Bannon, contactó con la líder francesa y le mostró su disposición a «trabajar juntos».

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