De víctima a verdugo: el juicio contra Dominic Ongwen

Con solo diez años, este ugandés fue secuestrado por miembros del Ejército de Resistencia del Señor (LRA). Ahora se enfrenta a 70 cargos de crímenes de guerra y lesa humanidad como comandante del grupo armado

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Con solo diez años, Dominic Ongwen fue secuestrado cuando caminaba hacia su escuela. Ahora, con un extenso legado de terror a sus espaldas, este ugandés que supera la cuarentena deberá rendir cuentas por las matanzas cometidas de la mano de sus secuestradores, y a quienes acabaría liderando en sangrientos crímenes.

Esta semana, el Tribunal Penal Internacional ha confirmado 70 cargos de crímenes de guerra y lesa humanidad presentados contra Ongwen, comandante del grupo armado ugandés Ejército de Resistencia del Señor (LRA).

A Ongwen se le acusa, entre otros cargos, de asesinato, esclavitud o violación cometidas entre mediados de 2002 y finales de 2005. Su juicio es el primero de un miembro del LRA desde que la Corte emitiera en 2005 una orden de busca y captura contra el líder del grupo armado, Joseph Kony, y cuatro de sus lugartenientes: Raska Lukwiya, Vincent Otti (ambos ya fallecidos), Okot Odhiambo (en febrero de 2014, fuentes del LRA anunciaban su muerte, aunque ésta no pudo ser confirmada hasta el año siguiente gracias a pruebas de ADN), así como el propio Ongwen.

El guerrillero fue arrestado a comienzos a comienzos del pasado año en la República Centroafricana, en un caso que ha despertado cierta polémica: Víctima de un secuestro cuando era menor de edad, en su proceso confluyen las peculiaridades históricas de la región.

«En aquel momento, era empuñar el fusil o morir», destacaba a ABC en una entrevista Moses Rubangangeyo, excomandante del LRA. Sabe de lo que habla. El 22 agosto de 1996, este joven ugandés fue secuestrado, como Ongwen, en su escuela de las afueras de Gulu por una decena de miembros del LRA. Tenía solo 16 años. Durante los ocho siguientes vivió cautivo del grupo armado, se convirtió en uno de sus principales comandantes y viajó al sur de Sudán.

Líder esquivo

En sus casi tres décadas de lucha por «una Uganda gobernada bajo los Diez Mandamientos», el LRA ha asesinado en la región de los Grandes Lagos a cerca de 10.000 civiles. El halo de misticismo que envuelve la figura de Kony es la principal arma utilizada por la milicia para expandir su legado de terror.

En esos treinta años, el guerrillero apenas ha concedido un par de entrevistas, prefiere que sean las víctimas —a quienes suele cercenar las orejas y los labios— sus improvisados portavoces. Sobre todo, desde que hace una década el conflicto se trasladara desde Uganda al cruce de caminos entre República Democrática del Congo, Sudán del Sur y República Centroafricana, donde presuntamente se esconde ahora Kony.

«Durante nuestros encuentros siempre se comportaba de forma correcta. Le hacíamos preguntas y contestaba de forma cortés. Un ser humano como otro cualquiera. Quizá sea éste uno de los mayores dramas», aseguraba a ABC John Baptist Odama, arzobispo de Gulu, al norte de Uganda, y mediador entre el grupo guerrillero y los gobiernos locales.

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