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Theresa May y Donald Trump, en la Casa Blanca este viernes - EFE

May llega a la Casa Blanca para «liderar el mundo» junto a Estados Unidos

La británica es la primera estadista recibida por Trump desde que es presidente

Corresponsal en Londres Actualizado: Guardar
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Theresa May no tuvo buena entrada con Donald Trump. En las horas que siguieron a su inesperada victoria, el magnate conversó por teléfono con siete mandatarios antes de atenderla, a pesar de la tradicional amistad entre los «socios». Pocos días después, recibió en su torre neoyorquina al estrambótico Nigel Farage, el eurófobo exlíder de UKIP, y hasta se permitió recomendárselo a la primera ministra como posible embajador en Washington. Con esa aparente frialdad, May tal vez pagaba la condena que hizo en su día de los comentarios de Trump contra los musulmanes y las mujeres, que ella tachó de «inaceptables».

Pero en los días turbulentos que seguirán a la salida de la UE, el Reino Unido necesitará un fuerte apoyo de Estados Unidos.

Obama era europeísta. Incluso hizo campaña contra el Brexit, amenazando a Gran Bretaña con que tendría que ponerse «al final de la cola» si tras dejar la UE aspiraba a un acuerdo comercial con el EE. UU. En cambio su sucesor simpatiza con el Brexit y parece abierto a ese convenio. Así que la diplomacia británica se ha aplicado a fondo para granjearse la simpatía de Trump. Ha dado sus frutos: May se ha convertido este viernes en la primera estadista que visitará al nuevo presidente en el Despacho Oval.

«Nosotros condenamos la tortura y mi opinión no va cambiar, esté hablando con vosotros o con el presidente de Estados Unidos»
Theresa May

Además, en todo un gesto de deferencia, Trump asistió este jueves por la noche a la conferencia que ofreció May en Filadelfia ante la cúpula del Partido Republicano. Allí, la primera ministra, tal vez sobrevalorando un poco el peso real de su país a día de hoy, recordó que «EE.UU. y el Reino Unido derrotaron al mal en el pasado y crearon un mundo abierto», y con el Brexit tienen a su juicio la «oportunidad de renovar su alianza» para «liderar el mundo otra vez».

Pero como el planeta Trump es imprevisible, May hubo de lidiar en el vuelo a Washington con un problema inesperado: las controvertidas declaraciones del presidente dando por buena la tortura en una entrevista televisiva, donde dijo que la técnica del ahogamiento, prohibida por Obama, «funciona absolutamente».

En un encuentro en el avión con los periodistas, la primera ministra se desmarcó sin ambages de las palabras del estadista cuya amistad desea cultivar: «Nosotros condenamos la tortura y mi opinión no va cambiar, esté hablando con vosotros o con el presidente de Estados Unidos». En tono más distendido, añadió que espera llevarse bien con Trump, «porque a veces los opuestos se atraen».

La portavoz del Número 10 quiso remarcar que May no se apeará de los principios de la democracia británica: «Nuestra estrecha relación con América nos permite hablar con firmeza y dejar claro cuando no estamos de acuerdo». Con un soniquete un poco heroico, añadió que «ella no tiene miedo a nada».

En la visita, May aborda también asuntos de seguridad y lucha contraterrorista y defenderá la vigencia de la OTAN, tachada por el nuevo presidente de «obsoleta». De hecho, en su discurso de Filadelfia la «premier» se cuidó de recordar que EE.UU. y el Reino Unido tuvieron una contribución clave para la creación de la ONU y la OTAN.

Sueño de Theresa May

El sueño de la primera ministra sería salir de la Casa Blanca con la promesa de Trump de que firmará un acuerdo comercial rápidamente con el Reino Unido en cuando el país complete la salida de la UE, prevista para dentro de dos años. Pero ahí choca con la filosofía proteccionista que hasta ahora ha esgrimido.

Como regalo para el presidente, May lleva una antigua copa escocesa dorada, un «quaich», porque la madre de él nació en Escocia. A Melania le tocará un cesto de artículos de la huerta de la residencia campestre de Chequers, mermeladas y tartas de la mansión de descanso de los primeros ministros. Un punto divertido será el peculiar encuentro de «primeras damas»: la hierática y guapa exmodelo Melania y el simpático y deslavazado Philip May, un gestor de fondos.

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