May vincula factura divorcio del Brexit al acuerdo sobre futuras relaciones

Luz verde de los Veintisiete para iniciar las conversaciones comerciales del Brexit con Londres

ENRIQUE SERBETO

Los líderes europeos han querido enviar una señal de apoyo a Theresa May al aceptar que se inicien los «trabajos preparatorios» para la segunda fase de negociaciones sobre el Brexit, a pesar de constatar que aún no se ha avanzado lo suficiente sobre los términos del divorcio. Los 27 le han ofrecido i niciar formalmente en diciembre esa negociación sobre las relaciones futuras -como quiere Londres-, pero le exigen a cambio que para entonces se haya llegado a un acuerdo sobre la factura que debe pagar el Reino Unido, que es uno de los principales escollos.

May participó hoy en Bruselas en el desayuno sobre los planes del Consejo Europeo para los próximos dos años (a pesar de que incluye una perspectiva temporal en la que técnicamente el Reino Unido habrá abandonado la UE) e inmediatamente después tuvo que dejar la sala, para que los demás hablasen sobre la estrategia negociadora en su ausencia. Su esperanza era recibir un poco de aire para seguir aferrándose al cargo frente a todos los conspiradores de su propio partido que están pensando en derribarla, por lo que se sentía en la obligación de subrayar que negocia con máxima dureza. En su estrategia estaba también poner de manifiesto que sigue firme en sus posiciones y que sobre la factura «habrá que ver pago por pago», aunque en cualquier caso Londres «hará frente a sus compromisos ya adquiridos». Eso sí, vinculó un acuerdo sobre el dinero a pagar con el final de las negociaciones.

Optimismo de Merkel

La canciller Merkel fue la más expresiva a la hora de intentar dar ánimos a May diciendo que de ningún modo se puede decir que las negociaciones están atascadas, como había descrito el representante europeo, Michel Barnier. El presidente del Consejo, Donald Tusk, aclaró también a su manera la situación: «Que se haya dicho que el progreso no es suficiente, no quiere decir que no haya habido progresos en absoluto».

La posición oficial es, efectivamente, que los dirigentes de los 27 países que se quedan en la UE aceptan el principio de que se empiece a preparar el terreno paras las negociaciones sobre las relaciones futuras, aunque en el mejor de los casos no se abordarían las mismas hasta diciembre. En estos dos meses, esperan que se produzcan los avances necesarios en los tres temas que deben ser resueltos antes de pasar a una segunda fase de negociación: las garantías de los ciudadanos europeos que residan en el Reino Unido, la frontera entre el Ulster e Irlanda y el monto que Reino Unido deberá asumir para cumplir con sus obligaciones presupuestarias pendientes con la UE.

El problema es que, por debajo del lenguaje educado y cortés, la realidad ha cambiado bien poco. Un alto funcionario europeo comentaba ayer en privado que «el mismo planteamiento que ha hecho May de pedir ayuda para evitar que otros más radicales ocupen su lugar ya se produjo en Grecia, cuando Antonis Samaras decía que si no le ayudaban a él vendría Siryza y le dijeron que adelante, que a Alexis Tsipras le harían las mismas exigencias, como así fue». Los socios han querido suavizar los términos para ayudar a May, pero la realidad es que si el ministro de Asuntos Exteriores, Boris Johnson, ocupase su lugar, se encontraría con las mismas exigencias.

Con su sorna habitual, el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker le mandó un mensaje a ambos recomendándoles que expliquen bien a los ciudadanos qué significa salir de la UE sin acuerdo «porque tampoco les dijeron lo que significaba el Brexit y ya sabemos que pasó».

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