Una sala de los Museos Capitolinos
Una sala de los Museos Capitolinos - AFP

De la Venus capitolina al chador

La polémica decisión italiana de cubrir las estatuas de los Museos Capitolinos subraya la aprensión islámica a la representación del cuerpo

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La decisión de tapar varias estatutas de los Museos Capitolinos durante el encuentro del primer ministro italiano, Matteo Renzi, con su colega iraní, Hasan Rohaní, sigue provocando polémica en Italia, donde no cesan las críticas de “sumisión a otras culturas” por parte de las autoridades. Renzi y su entorno afirman que la decisión de ocultar con paneles las estatuas de Venus y de algunos colosos clásicos no partió del gobierno. Nadie asume la decisión de “no molestar” al huésped de Teherán y a su séquito de empresarios persas con un gesto que -según fuentes iraníes- no fue solicitado pero sí fue muy apreciado.

¿Por qué esa aprensión ante el desnudo en el arte? En primer lugar por la iconoclastia del pensamiento islámico.

Aunque el Corán no prohíbe expresamente la representación de figuras, desde los primeros tiempos de la civilización musulmana el islam adoptó medidas intransigentes contra la representación primero de Dios y luego de cualquier figura. Las autoridades religiosas temían que la representación figurativa llevase al pueblo de nuevo al paganismo idólatra, en el que vivía la península arábiga hasta la predicación de Mahoma. Esta mentalidad iconoclasta explica el disgusto de un creyente musulmán hacia la escultura figurativa, en general muy escasa en la civilización del islam.

Existe también un sentido muy agudo de la virtud natural del pudor, que empapa muchos versículos del Corán y de los dichos y hechos de Mahoma transmitidos por la tradición. “Diles a los creyentes que recaten sus miradas, se abstengan de cometer obscenidades, no muestren de sus arreglos y adornos más de lo que está a simple vista” dice un versículo del libro sagrado de los musulmanes (Corán 24:30). “Cada religión tiene una característica, y la característica del islam es el pudor”, se puede leer en un hadiz del profeta en una de las colecciones más importantes, la de Al Muwatta.

Esta ética musulmana se extiende no solo al arte sino también al código de vestimenta. El que afecta a las mujeres es mucho más conocido, pero los clérigos y juristas musulmanes también insisten en que el varón debe ocultar siempre con recato la exposición de su cuerpo. La mujer musulmana se cubre con velo, y el musulmán debe tener cuidado en vestir con ropa suelta y opaca "que cubra totalmente la zona comprendida entra la cintura y las rodillas". La camisa larga por debajo de los muslos es la solución perfecta.

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