Un autobús turístico decorado con banderas turcas y una imagen de Erdogan con la frase «Nunca caminarás solo» en la plaza de Taksim, en Estambul, tras el fallido golpe de estado en Turquía
Un autobús turístico decorado con banderas turcas y una imagen de Erdogan con la frase «Nunca caminarás solo» en la plaza de Taksim, en Estambul, tras el fallido golpe de estado en Turquía - AFP

«En Turquía estamos mal, pero con el golpe estaríamos peor»

ABC recoge la opinión de varios ciudadanos turcos, inmersos en una sociedad dividida y polarizada que trata de recuperar la normalidad tras el fracaso del golpe de estado

CORRESPONSAL EN ESTAMBUL Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La plaza de Taksim es un hervidero tras el fallido golpe de estado. Este simbólico enclave de Estambul poco a poco muda su piel. Al principio aparecieron las gigantescas banderas turcas, luego dos escenarios con grandes pantallas y ahora se ha erigido un mural con el nombre de los muertos durante la ya histórica noche del 15 de julio. Las autoridades quieren mantener viva la memoria del golpe y piden a los ciudadanos que continúen llenando cada noche las plazas. Y los seguidores de Erdogan responden al llamamiento. Durante el día, en cambio, se impone la calma del ajetreo diario de esta megaurbe. No todos los que circulan por esta plaza son seguidores del líder islamista. «Yo creo que con el estado de emergencia ya no va a haber nadie capaz de ponerse en el camino del Gobierno», asegura el joven Serdar mientras lee los nombres en el mural de Taksim. «Pero al mismo tiempo pienso que si el golpe hubiese triunfado ahora estaríamos mucho peor. Habría más arrestos y violaciones de derechos. Mejor un Gobierno malo que no tener Gobierno».

Y es que Serdar, que saca a relucir su origen kurdo para mostrar su total oposición a Erdogan, cree que «todavía quedan miles de gülenistas dentro de las instituciones». «Hay mucho miedo porque en cualquier momento podemos perder el trabajo. Además, los extranjeros de mi empresa ya se están yendo», remata.

«El Gobierno antes del golpe de Estado era malo, el levantamiento militar fue horrible y lo que está viniendo después es también muy malo», explica Jinda, una mujer que regenta un café cerca de la plaza Taksim. Desde la asonada del viernes, el café ha estado vacío, según se lamenta y no cree que vaya a mejorar en un futuro cercano. «Es muy posible que sigan los arrestos. El Gobierno ahora tiene una buena excusa para continuar con ellos y no va a parar».

La otra cara de la moneda

El discurso cambia si se habla con los partidarios de Erdogan. No niegan la escala de las masivas detenciones, pero la justifican por el alto grado de violencia que ejercieron los golpistas. Estos no dudaron en abrir fuego contra la población y dispararon once veces contra el Parlamento con cazabombarderos. La mayoría pide «más justicia» y detenciones.

«Centrarse solo en los detenidos o destituidos no sería justo para aquellos que perdieron la vida al defender la nación de la organización terrorista de Gülen». Fahrettin Altun es Coordinador General del «think tank» SETA y columnista en un conocido periódico pro Erdogan. «Decir que el Gobierno está yendo muy lejos en su respuesta o que la respuesta es muy estricta no es correcto ni justo. El Ejecutivo intenta proteger la seguridad nacional». Y añade: «La idea de que el Gobierno está aprovechando para detener a ciudadanos críticos carece de toda base».

La polarizada sociedad turca, reflejada en las cuatro formaciones parlamentarias, se unió para denunciar el intento de golpe de Estado. Pero la respuesta de las autoridades vuelve a segmentar a la opinión pública, esta vez con los nervios más a flor de piel.

Ver los comentarios