Mitch McConnell (izquierda), líder de la mayoría republicana en el Senado, no ha logrado forjar un consenso entre los republicanos
Mitch McConnell (izquierda), líder de la mayoría republicana en el Senado, no ha logrado forjar un consenso entre los republicanos - EFE

El «Trumpcare» encalla pese a los esfuerzos del presidente

Muchos republicanos se han echado atrás al saber que 22 millones de personas se quedarán sin seguro

Corresponsal en Nueva York Actualizado: Guardar
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El desmantelamiento de Obamacare, la reforma sanitaria impulsada por Barack Obama con el objetivo de lograr la cobertura sanitaria universal en EE.UU., se ha convertido en una paradoja peligrosa para los republicanos: todos la han denostado y han hecho campaña contra ella, pero son incapaces de acordar con qué reemplazarla. El último intento, el impulsado por la mayoría republicana del Senado, ha naufragado este martes, cuando se ha decidido que la votación sobre la nueva normativa, prevista para esta semana, se retrasara hasta al menos mediados de la que viene, tras el puente de la festividad del 4 de julio.

Mitch McConnell, el líder republicano en el Senado, y Donald Trump no fueron capaces de controlar las defecciones dentro de sus filas.

Cinco senadores conservadores habían mostrado su oposición en los últimos días, mientras que otro grupo estaba indeciso. Los números no cuadraban: la mayoría republicana en la cámara alta es escasa (52 republicanos frente a 48 demócratas), por lo que McConnell solo podía permitirse dos votos en contra (en caso de empate, decide el voto del vicepresidente de EE.UU., Mike Pence).

Las razones de los díscolos son diversas. Algunos, como Rand Paul (Kentucky) consideran que el texto no desmantela con fuerza suficiente las provisiones de Obamacare. Pero la mayoría de los contrarios considera que el plan republicano tendrá una factura demasiado fuerte en la ciudadanía.

La puntilla a la propuesta republicana se la puso el lunes por la noche la Oficina Presupuestaria del Congreso, un órgano independiente que mide el impacto de las legislaciones. Según sus cálculos, la nueva reforma sanitaria dejaría sin seguro a 22 millones de estadounidenses en el plazo de una década, mientras que permitiría un ahorro para las arcas federales de 321.000 millones de dólares en el mismo periodo.

Dos tercios de los que se quedarían sin atención médica estarían entre la población de bajos recursos que recurre al sistema de cobertura pública Medicaid, mientras que las pólizas crecerían sobre todo para los ciudadanos de mediana edad y mayores. La senadora Susan Collins (Maine), ha justificado su oposición que el plan « daña a los estadounidenses más vulnerables».

Trump llamó a filas a todos los senadores en una reunión celebrada en la Casa Blanca ayer por la tarde. La esperanza es que de ahora a la semana que viene se negocie y modifique el plan una vez más para alcanzar un consenso que, por ahora, se escapa a los republicanos.

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