Trump rectifica y eludirá entrevistarse con el fiscal especial de la trama rusa

Planea con sus abogados responder por escrito a las preguntas de Mueller

Donald Trump, este miércoles durante la rueda de prensa con la primer ministra noruega, Erna Solberg Reuters
Manuel Erice Oronoz

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Donald Trump ha cambiado de opinión y de estrategia, y ya no está dispuesto a un encuentro personal con el fiscal especial, Robert Mueller. Al tiempo que intenta transmitir públicamente la absoluta seguridad de que él y su equipo no mantuvieron connivencia alguna con el Gobierno ruso en la campaña electoral, el presidente ya sólo recurre a evasivas sobre una entrevista que meses pasados dio por hecho. Su repetida afirmación de que deseaba «al cien por cien» un «cara a cara» con el exdirector del FBI que investiga la llamada trama rusa, ha tornado ahora en máxima prudencia: «Hablaré con mis abogados y veremos qué pasa».

La entrada en acción de los letrados ha consumado uno de los logros más difíciles para cualquier miembro de su entorno: silenciar a Trump. Después de que el inquilino de la Casa Blanca se complicara el horizonte judicial con verborrea tuitera sobre su comprometida decisión de expulsar al entonces director de la Oficina Federal, James Comey, y con contradictorias justificaciones no pedidas, el grupo de abogados que intenta contrarrestar las pesquisas del fiscal especial parece haberse hecho con el control. Desde que en diciembre Mueller insinuara al equipo defensor su intención de interrogar al presidente, aunque sin una fecha determinada, los letrados trabajan en evitar un encuentro personal y la materialización de una imagen que perjudicaría notablemente a Trump.

La falta de precedentes de un interrogatorio de un fiscal especial al presidente de Estados Unidos, en busca de pruebas sobre un posible delito de obstrucción a la Justicia , no hace sino complicar el diseño de una estrategia eficaz. Todo es incierto para una Casa Blanca a la defensiva, que ha levantado una empalizada para que los trabajos del fiscal especial no paralicen la agenda presidencial.

De un tiempo a esta parte, el ocupante del Despacho Oval se limita a negar abiertamente que esté siendo investigado , pese a saber que Mueller le mantiene en su punto de mira. El otro mensaje que martillea es el de preguntarse por qué Hillary Clinton no está incluida en ningún proceso policial o judicial, con continuas apelaciones al polémico dosier que la campaña demócrata encargó a una agencia de espionaje para desacreditar a su rival republicano.

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