Donald Trump, en la base de Sigonella durante su visita a Italia
Donald Trump, en la base de Sigonella durante su visita a Italia - REUTERS

Trump crea un gabinete de crisis para responder al acoso por la trama rusa

La tormenta por sus supuestos lazos con Moscú continúa tras la gira del presidente y obliga a la Casa Blanca a estudiar un cambio de estrategia

Corresponsal en Nueva York Actualizado: Guardar
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La gira por Oriente Medio y Europa era una oportunidad para que Donald Trump cambiara el relato de su presidencia. Agobiado por el flujo constante de informaciones sobre las conexiones de su equipo con Rusia e incapaz de impulsar su agenda reformista a pesar de las mayorías republicanas en el Congreso, el presidente de EE.UU. disfrutó de nueve días para reforzar su imagen dentro y fuera de su país: ceremonias fastuosas, encuentros históricos con líderes mundiales, simbolismo religioso, discursos, golpes encima de la mesa frente a sus socios…

Sin embargo, a su regreso a Washington este fin de semana, el acoso mediático y político por la trama rusa se había redoblado. Durante su ausencia, se conoció que Jared Kushner, su yerno y asesor, estaba dentro de la investigación del FBI

por sus contactos con Rusia antes y después de las elecciones de noviembre. Solo un día antes de aterrizar, «The Washington Post» desvelaba además que Kushner trató de establecer un canal secreto de comunicación con Rusia a principios de diciembre, cuando Trump era todavía presidente electo.

La idea dominante en la Administración Trump es que el ruido de los escándalos vinculados a Rusia –aunque no haya de momento nadie de su equipo ni de su campaña imputado o condenado por este asunto– contamina el comienzo de presidencia «más exitoso de la historia», según definición del propio Trump.

Para romper esta dinámica, la Casa Blanca pretende un cambio de estrategia en varios frentes, según han detallado varios medios estadounidenses. Pesos pesados del Gobierno Trump como Stephen Bannon, estratega jefe de la Casa Blanca y valedor de la corriente nacionalista de su Gobierno; Reince Priebus, jefe de gabinete; o el propio Kushner abandonaron la comitiva en la gira internacional para regresar a Washington antes que su jefe y empezar a diseñar el «reseteo» de la presidencia.

Para empezar, este plan establecería un «war room» o gabinete de crisis desde el que gestionar la respuesta a los escándalos relacionados con la trama rusa. La idea es aislar la labor del Gobierno y su comunicación del goteo constante de informaciones sobre este asunto. Es una herramienta que ya utilizó en su día Bill Clinton como respuesta a los diversos escándalos relacionados con su «affaire» con la becaria Monica Lewinsky. Clinton, que pasó por un «impeachment» por mentir bajo juramento en la investigación del caso, estableció un equipo separado para afrontar las preguntas sobre el asunto y preservar los avances de su labor ejecutiva.

Es el mismo problema que tiene Trump, acosado por preguntas sobre la trama rusa. Las pocas ruedas de prensa ofrecidas por su equipo durante la gira internacional han estado dominadas por cuestiones al respecto, ensuciando los mensajes positivos que pretendían transmitir.

Al frente de este «war room» podrían estar miembros de la vieja guardia «trumpista», comunicadores habituados a la pelea que perdieron el favor del presidente con su ascenso a la Casa Blanca. Los medios estadounidenses citan a Cory Lewandowski, que fue jefe de la campaña de Trump hasta la primavera del año pasado y fue despedido por diferencias con Kushner, y a David Bossie, que también formó parte de la cúpula electoral de Trump Bossie fue el azote de Bill y Hillary Clinton durante décadas.

El rearme de Trump será además legal. La oficina jurídica de la Casa Blanca, dirigida por Donald McGahn, contempla nuevas contrataciones, mientras que el propio presidente ha requerido los servicios de su equipo privado de abogados, liderado por Marc Kasowitz. La Casa Blanca también se ha propuesto fichar juristas con amplia experiencia en Washington.

La estrategia de comunicación también podría cambiar. La Casa Blanca se plantea un cambio de piezas en los responsables de comunicación. Sean Spicer, el actual secretario de Prensa, podría ver disminuido su papel. Spicer ha sido el fontanero de la errática estrategia de comunicación de Trump, con ruedas de prensa televisadas diarias en las que tiene que hacer frente a la agresividad de los medios. Al parecer, Kushner considera que está quemado y que debería ser sustituido por otra portavoz: suena la segunda de Spicer, Sarah Huckabee Sanders, o la posibilidad de comparecencias rotatorias de altos cargos.

Volver a la campaña

Lo prioritario en este campo es que Trump sea capaz de transmitir su mensaje con más fuerza, sin el lastre de los escándalos, como logró hacer en la campaña. Para ello se prevé una estrategia de comunicación basada más en mítines multitudinarios por todo el país, menos entrevistas en medios y probar otras plataformas como vídeos en Facebook Live y otras redes sociales.

En este ámbito, la idea es que Trump abandone las declaraciones explosivas en Twitter, algo que según sus asesores no favorece el cambio de relato y podría suponer un inconveniente legal en el futuro. La petición no ha calado en el presidente, que ayer por la mañana atizaba con fuerza a su enemigo número uno, la prensa, en la primera mañana que pasaba en territorio estadounidense en mucho tiempo. «Siempre que veáis un ‘según fuentes’ en los medios de noticias falsas, sin mencionar nombre, es muy posible que esas fuentes no existan», tuiteó.

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