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Donald Trump Jr. junto a su padre en Las Vegas - EFE

Trump Jr. se citó con los rusos porque le ofrecían información para dañar a Clinton

La abogada del Kremlin tenía datos sobre donantes rusos que pagaban a la candidata demócrata

Corresponsal en Washington Actualizado: Guardar
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La presunta conexión rusa de la campaña de Donald Trump no sólo sigue aportando un goteo de reuniones de hombres de su confianza con personas de la órbita del Kremlin. Los continuos cambios de versión no sirven sino para alimentar las sospechas sobre el contenido de los encuentros, aunque por ahora el material objeto de investigación oficial no parece suficiente para probar que la trama existió. El hijo mayor de Trump ha sorprendido con un cambio de versión relevante, después de que redujera su reunión con la abogada rusa Natalia Veselnitskaya, cercana a Moscú, a un intercambio de impresiones sobre las adopciones de niños rusos por parte de padres norteamericanos. Horas después de publicarse estas informaciones, Donald Jr.

desveló en una declaración que en realidad, le había advertido que «podía tener información que ayudase a la campaña». Según su relato, durante el encuentro, al que asistieron, su cuñado Jared Kushner, y el entonces director de la campaña de su padre, Paul Manafort, la abogada «dijo tener información sobre donantes rusos que habían financiado la del Partido Demócrata y Hillary Clinton». Aunque, según la nueva versión, no hubo tal información, sino «afirmaciones vagas, ambiguas y con poco sentido». El hijo mayor de Trump concluyó que «finalmente, (la abogada) no llegó a facilitar, ni siquiera a ofrecer, información significativa; enseguida se vio claro que no la tenía».

Organizada con la intermediación Rob Goldstone, un periodista que escribía en un tabloide británico, representante de ejecutivos rusos del sector inmobiliario y que también estuvo presente, la reunión tuvo lugar el 9 de junio de 2016 en la neoyorquina Trump Tower, la sede del imperio de su padre, quien apenas unas semanas antes había sido nominado como candidato a la presidencia por el Partido Republicano. Más tarde se sabría que apenas cinco días antes, piratas informáticos, supuestamente rusos, habían entrado en los servidores del Partido Demócrata y robado documentos sobre la campaña y correos electrónicos intercambiados entre sus principales dirigentes. Tras el revuelo en torno a su nueva versión de los hechos, Donald Jr. justificó en Twitter el encuentro con la abogada de esta manera: «Obviamente, soy la primera persona de una campaña que se reuniría en cualquier circunstancia con alguien para escuchar información sobre su rival… Eso no iba para ningún lado, pero había que oírla». Entre los detalles previos a la reunión, el hijo mayor de Trump precisó que convocó a Kushner y a Manafort a la reunión, pero asegura que no les habló del contenido.

Trece meses después de aquella cita, las dos personas que acompañaron a Donald Jr. están investigados formalmente tanto por el Congreso como por el Consejo Especial, que dirige el exdirector del FBI Robert Mueller. El yerno de Trump, por sendas reuniones que mantuvo en diciembre, tras la victoria electoral, con el embajador ruso en Washington y hombre clave de Putin, Sergey Kislyak, y con el presidente ejecutivo de uno de los principales bancos públicos de Rusia, Sergey Gorkov. Citas que ocultó en su declaración al FBI. El entonces director de la campaña de Trump está llamado a dar cuenta de sus suculentos negocios con empresarios prorrusos en el este de Ucrania, motivo por el cual se vio obligado a dejar su cargo dos meses después de la citada reunión.

La nueva información facilitada por Donald Jr. se produce inmediatamente después del primer cara a cara entre los presidentes Trump y Putin, durante la cumbre del G-20 en Hamburgo, en la que el inquilino de la Casa Blanca aseguró haber obtenido «una negativa vehemente» de su homólogo cuando le preguntó, «con la suficiente presión y fuerza», si su país había intervenido directamente para influir en la elección presidencial, en este caso, en ayuda del propio Trump. Esta hipótesis, que ha acaparado la actualidad y bloqueado buena parte de la agenda presidencial en Estados Unidos, viene avalada por los principales servicios de inteligencia norteamericanos (FBI, CIA, NSA y la Dirección Nacional de Inteligencia), que suscribieron un documento conjunto en el concluyen que, de manera inequívoca, Rusia intervino con sus terminales cibernéticas para condicionar el proceso electoral estadounidense.

Ayer mismo, en medio de la polémica y en una muestra de una mejor relación entre Moscú y Washington, el propio Kremlin salió al paso de las informaciones. Dmitry Peskov, portavoz de Vladímir Putin, aseguró no conocer a la abogada que se encontró con el hijo de Trump. «No estábamos enterados de esa reunión. Es imposible para nosotros controlar a todos los abogados rusos y a todos nuestros contactos internacionales», concluyó en su declaración.

El primer encuentro formal entre Trump y Putin ha dejado preocupación tanto en sectores demócratas como republicanos, sobre todo tras la sugerencia del presidente norteamericano de «trabajar conjuntamente con Rusia en materia de ciberseguridad». En ambos sectores se apunta que el presidente tenía que haber sido más agresivo y haber planteado una protesta a Putin por su intromisión electoral. Además, el hecho de que sea Estados Unidos quien plantee un trabajo conjunto de ambos países cuando la intromisión rusa es objeto de investigación oficial, no hace sino fortalecer al régimen de Moscú, según amplia coincidencia entre muchos miembros del Congreso.

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