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Donald Trump, durante la comparecencia en la que ha anunciado la salida de EE.UU. del Acuerdo de París - AFP

Trump se retira del Acuerdo del Clima de París para renegociarlo

El presidente de EE.UU. asegura que es un mal pacto, que perjudica la economía de su país y la creación de empleo

Estados Unidos se quedará solo junto a Nicaragua y Siria, los únicos dos países no firmantes de los compromisos adoptados por casi 200 naciones a finales de 2015

Corresponsal en Nueva York Actualizado: Guardar
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De líder a rémora. El relevo en la Casa Blanca ha provocado que Estados Unidos pase de ser el principal impulsor de un acuerdo histórico contra el cambio climático a la mayor amenaza para su supervivencia. Donald Trump compareció este jueves en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca para afirmar que EE.UU. «saldrá del acuerdo climático de París» y que «comenzará negociaciones» para su reforma o para la firma de uno «completamente nuevo».

[Principales puntos firmados en el acuerdo de París]

Trump aseguró que el acuerdo «pone en desventaja a EE.UU. con el beneficio exclusivo para otros países, destruye puestos de trabajo y hace añicos la economía». Repitió en varias ocasiones su lema de «EE.UU. primero»

para justificar su decisión y su objetivo de conseguir un «trato justo» para los estadounidenses: «No queremos que los otros países se sigan riendo de nosotros, y no lo harán», dijo en su tono populista habitual.

El Acuerdo de París se firmó en noviembre del año pasado, en la recta final del mandato de Barack Obama, su principal impulsor, que puso el cambio climático en el centro de su agenda política. Consiguió el apoyo de 195 países con un objetivo común de impedir el aumento de la temperatura en más de dos grados centígrados para finales de este siglo en comparación con los niveles previos a la era industrial. Cada país tiene sus propios compromisos y su calendario para cumplirlos, en función de valores como su nivel de emisiones actuales e históricas o desarrollo industrial. Con la decisión de Trump, EE.UU. se une a Siria y Nicaragua como los únicos países que se oponen al acuerdo. Obama aseguró este jueves que la decisión de Trump supone «rechazar el futuro».

Es una incógnita cómo se articulará esa salida y posterior reinicio de negociaciones para conseguir otras condiciones. El acuerdo establece un lapso de cuatro años para la retirada de un firmante, aunque Trump ya anunció este jueves «la cancelación inmediata» de los compromisos adquiridos.

Fuerte lucha interna

La decisión de Trump se ha producido en medio de una fuerte lucha interna dentro de la Casa Blanca sobre la permanencia de EE.UU. dentro del acuerdo climático. Entre quienes presionaron al presidente para la salida están Scott Pruitt, el paradójico director de la Agencia de Protección Medioambiental, y, sobre todo, Stephen Bannon, bastión del discurso nacionalista y proteccionista en EE.UU., figura clave en el ascenso de Trump a la presidencia y ahora estratega jefe de la Casa Blanca. Bannon, que en los últimos meses parecía haber perdido parte de la ascendencia en el presidente, ha peleado con fuerza en contra de las regulaciones medioambientales. Trump también contaba con el favor de los representantes políticos de los estados petroleros y mineros, muchos de estos últimos empobrecidos y en los que se asienta buena parte de la base electoral del Trump. Aquí ha calado el mensaje de que el tratado medioambiental implica un mayor deterioro de sus condiciones económicas.

A favor de la permanencia se posesionaron sobre todo el secretario de Estado y -otra paradoja- ex consejero delegado de la petrolera ExxonMobil, Rex Tillerson, y la hija del presidente, Ivanka. En una muestra más del desbarajuste y la improvisación que mandan en el Gobierno de Trump, los medios estadounidenses aseguraban este jueves, en las tensas horas previas al anuncio, que el presidente hablaba con unos y otros y que su decisión -que afecta a un tratado con apoyo casi unánime de la comunidad internacional, cocinado durante décadas y con un impacto directo en el futuro del planeta- estaba todavía en el aire.

Otros países podrían replantear sus compromisos o incluso su inclusión en el acuerdo

En los últimos días y horas, los líderes de todo el mundo se apresuraron a revalidar su compromiso con el Acuerdo de París. El mismo día que Trump oficializaba su decisión, la canciller alemana, Angela Merkel, aparecía en Berlín con Li Keqiang, «premier» de China, la otra pieza clave del Acuerdo de París, en una imagen que es una nueva muestra del cambio de piezas geopolítico que se destila del abandono de EE.UU. del liderazgo global. «China mantendrá sus compromisos con el Acuerdo de París», defendió Li, en una declaración que fue recibida como «alentadora» por Merkel. La líder germana ya avisó en la reciente cumbre del G7 que Europa no puede contar con antiguos aliados, en referencia a EE.UU., en asuntos clave como el cambio climático.

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Esta semana, otras grandes potencias industriales como India y Rusia también aseguraron que seguirían dentro del tratado, pero es innegable que la salida de EE.UU. supondría una estacada en el corazón del acuerdo. Como caen las piezas de un dominó, otros países podrían replantear sus compromisos o incluso su inclusión en el acuerdo. EE.UU. también es clave en la supervisión del cumplimiento de los compromisos y en la financiación de ayuda al desarrollo por los países más afectados por el cambio climático, que también son los más pobres. Trump aseguró que no contribuirá a ese fondo.

Críticas de los demócratas

El anuncio fue recibido con amplias críticas de la oposición demócrata -también de algunos representantes republicanos-, líderes empresariales, el ecologismo y la comunidad científica. Irresponsabilidad, egoísmo y falta de liderazgo eran las críticas más repetidas sobre la salida del país con mayores emisiones de la historia y el segundo de la actualidad (tras China). Pero el anuncio de Trump no era para ellos, sino para su base electoral. El «EE.UU primero» pone al país en la cola de la lucha contra el cambio climático, en una decisión cuyas consecuencias políticas, sociales y medioambientales están por ver.

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