ANIVERSARIO ELECCIÓN PRESIDENCIAL EN EE.UU.

Trump acorrala a Daesh, pero sufre sus coletazos de terror

El ataque yihadista en Nueva York ensombrece la cercana victoria en Siria e Irak

En la imagen , la furgoneta que causó la muerte esta semana a ocho personas en Manhattan EFE
Manuel Erice Oronoz

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Siempre es más fácil oponerse que gobernar y tomar decisiones. Donald Trump ya está sufriendo en carne propia quizá el peor de los males que puede padecer un presidente: la muerte de sus conciudadanos a manos del terrorismo. Tras las críticas a su antecesor, Barack Obama, por la fracasada política contra el yihadismo y las repetidas promesas de impedir su zarpazo dentro de Estados Unidos, una obsesión nacional desde el 11 de septiembre de 2001, el primer gran ataque de la era Trump, en el corazón de su Nueva York natal , ha venido a cuestionar también su nueva política. Claro que el habilidoso magnate llegado a la Casa Blanca ha aprovechado desde el primer momento para atribuir los ocho muertos y quince heridos de Manhattan a la «debilidad» de las decisiones demócratas del pasado. Sin aludir esta vez a Obama, convirtió al líder de la minoría en el Congreso, Chuck Schumer, en responsable de que un uzbeko como Sayfullo Saipov recibiera en 2010 el permiso de residencia en Estados Unidos, tras haber resultado agraciado en la llamada «lotería de visados».

Trump estaba hablando de oídas y con poca exactitud, porque el sorteo para lograr la llamada «green card» (tarjeta verde que habilita la residencia temporal y la posibilidad de trabajar) lo puso en marcha el presidente republicano George H. W. Bush en 1990, como una forma de seguir recibiendo a una inmigración que, como sigue pensando la mayoría del establishment estadounidense, ha contribuido decisivamente a enriquecer el país. Pero la polémica ya está sobre la mesa. El actual presidente, que estrenó su mandato con una orden ejecutiva que prohíbe entrar en Estados Unidos a ciudadanos de siete países de mayoría musulmana donde hay terrorismo, ha hecho de la máxima restricción en las fronteras uno de sus grandes objetivos. Por ahora, las parciales limitaciones judiciales a su iniciativa no son sino un acicate para seguir apostando por ellas.

El inquilino de la Casa Blanca ha reaccionado al atentado de Manhattan como un refuerzo a su mensaje de «proteger la seguridad de los estadounidenses a toda costa». Además de llamar al mayor endurecimiento posible de las medidas para impedir la llegada de potenciales terroristas, sus apelaciones a la «pena de muerte» y al envío de Sailov a Guantánamo suenan a una agresiva reacción por el golpe recibido de quien se veía a salvo de problemas que otros han afrontado. Y no sólo sus antecesores en Estados Unidos, sino también la Europa que, a juicio de Trump, paga con muchos muertos su alegre permisividad con inmigrantes de países conflictivos, como Siria.

Coalición internacional

Pero el presidente inexperto en política, el outsider llegado a un Despacho Oval que él mismo ha reconocido como oficina del «trabajo más complejo del mundo», se enfrenta a la hora de la verdad. Su determinación para «liquidar a Daesh (ISIS)», uno de los mensajes más nítidos que lanzó como candidato, está siendo premiada con buenas noticias sobre el terreno. La ofensiva militar que redobló desde su llegada al poder, con la ayuda y planificación del jefe del Pentágono, James Mattis, un experimentado general de cuatro estrellas que le sedujo desde el principio, ha acercado a los terroristas a la derrota. Cada vez más arrinconados en el territorio que declararon Estado Islámico, los yihadistas se hallan a merced de la coalición conformada por los estadounidenses, los kurdos y el ejército iraquí, que comparten presencia con rusos y sirios, en un reducido territorio junto al río Éufrates, en la frontera entre Siria e Irak. Trump ya saca pecho con el mensaje de que su «decisión» se contrapone a la «debilidad» que mostró Barack Obama , «incapaz de acabar con los terroristas en su territorio después de años».

Sin embargo, la complejidad del comportamiento terrorista no garantiza que este presidente vaya a ser más eficaz en territorio propio que los anteriores, que han intentado evitar matanzas con la preventiva ayuda de la investigación del FBI y de los servicios de inteligencia. La radicalización de los llamados «lobos solitarios» resulta una dificultad añadida a los terroristas que proceden directamente de campos de entrenamiento en países de origen y que se infiltran expresamente para cometer sus ataques. Algo menos habitual en Estados Unidos.

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