La candidata por Renania, Hannelore Kraft, con Schulz
La candidata por Renania, Hannelore Kraft, con Schulz

Los sondeos auguran una victoria de Merkel en el bastión del SPD

Los socialdemócratas temen que una derrota en Renania del Norte sea el preludio de un descalabro a nivel estatal en septiembre

ENVIADO ESPECIAL A DORTMUND Actualizado: Guardar
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El domingo puede darse un paso de gigante hacia el colapso de la socialdemocracia europea si, como sugieren ya las encuestas, el SPD pierde ante la CDU en Renania del Norte-Westfalia, el principal poder territorial que tiene. El SPD que afrontaba la primavera electoral con optimismo, ha naufragado estrepitosamente en el Sarre en marzo y en Schleswig Holstein el domingo pasado y cedido ambas plazas a la CDU. Si pierde el SPD en este estado se plantearía la inminencia del fracaso de Martin Schulz como candidato a la cancillería. Y eso a cuatro meses de las elecciones federales del 24 de septiembre. El drama estaría servido. Tras las catástrofes de los socialistas en Holanda y Francia, partidos fundamentales del sistema, cuyos resultados en las pasadas elecciones cayeron hasta cifras de un dígito, anunciado como está el naufragio de Corbyn con los laboristas en las elecciones de junio en el Reino Unido y en crisis profunda el PSOE, podría llegar el turno del padre de todos los partidos obreros socialdemócratas europeos, el SPD.

Hannelore Kraft es la presidenta del Estado de Renania Westfalia, el más rico, poblado y poderoso de Alemania. Y nadie dudaba hace unos meses de que lo seguiría siendo porque el candidato de la CDU, Armin Laschet, parecía poco rival para ella. A las elecciones en este estado federado las llaman coloquialmente las «pequeñas federales», (kleine Bundeswahl) porque son con diferencia las más significativas. La presidenta Kraft es una líder socialdemócrata enérgica que gobierna con solidez, en contraste con la debilidad del SPD en la política federal. Gobernó bien en crisis y también ahora que la economía alemana vuelve a sus plenos poderes, con un récord de exportación tras otro, en los que Renania Westfalia juega un papel capital. Hace dos meses nadie dudaba de que Kraft renovaría el mandato. Y de que esa sería la señal para el retorno de la socialdemocracia al poder en Berlín. Martin Schulz con ayuda de Kraft iba a acabar con la era Merkel y abrir una nueva de izquierdas.

Angela Merkel llegaba a una primavera electoral de 2017 en principio muy complicada después de un año en que se había tambaleado por los efectos de la crisis de los refugiados. Y el SPD contaba ya con su carta ganadora que era Schulz. El expresidente del Parlamento Europeo había decidido dar el paso de volver a la política nacional y de golpe se convirtió en la gran esperanza. Los sondeos le otorgaban cifras de aprobación que no se veían desde Gerhard Schröder.

Nuevas esperanzas

Y, de repente, se comenzó a correr la voz de que volvía el SPD por fin y que el viejo partido de Willy Brandt y Helmut Schmidt sería el encargado de desmentir la agonía de la socialdemocracia en el continente. Así, en enero los socialdemócratas alemanes vivían experiencias desconocidas en esta generación. A las sedes del viejo partido SPD con sus más de 150 años de liderazgo de la socialdemocracia europea entraba gente joven a inscribirse como miembros. Todo era inaudito a principios de año en el SPD. Llegaban jóvenes y volvían los viejos a las reuniones, muchos tras ausencias de lustros. En la cuenca del Ruhr, donde los cambios industriales y la inmigración y sus problemas tanta desesperanza ha creado, el SPD volvía a verse capaz de ganar.

Se respiraba un optimismo que no se recordaba ya, de antes de las tres legislaturas de Angela Merkel. Aunque el SPD lleva dos legislaturas gobernando en Berlín en una gran coalición con Merkel, los socialdemócratas alemanes asumen esta labor cada vez más como un deber patriótico no deseado, molesto y dañino para el partido. Todos los beneficios de una gran coalición van al partido de la canciller, muchos de los costes de la tarea de gobierno recaen en el SPD. Así las cosas, en enero había entusiasmo en el SPD y por primera vez en muchos años en las encuestas una mayoría de los encuestados llegó a preferir una cancillería de SPD a la de Merkel.

Hoy una encuesta del Instituto Allensbach da unos resultados demoledores para Schulz que se ha hundido en expectativa de voto y preferencia a escala estatal. Hoy la preferencia suma 63 puntos para Merkel y 42 para Schulz. Y en un voto directo Merkel recibiría el 49% y Schulz el 36%. El SPD vuelve a estar en un sondeo federal en el 37% y el SPD en 27%. Mañana a las 18.00 horas se sabrá si el SPD ha logrado estabilizarse a última hora o si, como en las dos elecciones anteriores, lanza el mensaje de que Martin Schulz no es un líder ganador sino ya un lastre insoportable.

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