Benoît Hamon, en una acto en París, tras la primera ronda de las presidenciales francesas
Benoît Hamon, en una acto en París, tras la primera ronda de las presidenciales francesas - AFP

El socialismo francés, abocado a severos recortes tras su hundimiento electoral

El PS empieza a gestionar la reducción de su patrimonio, directamente proporcional a la reducción de su poder político

Corresponsal en París Actualizado: Guardar
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Víctima de su hundimiento histórico, el socialismo francés tendrá que realizar profundos recortes presupuestarios en su «tren de vida»: «plan social» para «funcionarios», venta de propiedades mobiliarias e inmobiliarias.

Dimitido su primer secretario, Jean-Christophe Cambadélis, tras la doble e histórica derrota en las recientes elecciones presidenciales y legislativas, los funcionarios del PS han comenzado a negociar con Volkswagen la venta del vehículo «especial» comprado el otoño de 2016 para realizar la posible campaña presidencial de François Hollande.

El PS pagó 38.000 euros por un Volkswagen Sharan, con medidas de seguridad especiales para un presidente que se perfilaba como candidato a su propia reelección. Hundido en los sondeos, Hollande anunció a primeros de diciembre pasado que renunciaba a la reelección, dejando a su partido el «paquete» de un automóvil propio de un jefe de Estado, que no ha sido utilizado nunca.

Volkswagen acepta «retomar» el vehículo, en unas condiciones económicas en curso de discusión.

Hasta el año pasado, el PS tenía un presupuesto anual de unos 30 millones de euros. Y contaba con 25 millones de euros de dotación pública, a través de los fondos pagados por el Estado a un partido que tenía 295 diputados. Tras la histórica derrota de las recientes elecciones legislativas, el PS solo tendrá un grupo parlamentario de entre 30 y 35 diputados, y solo podrá recibir el año próximo 7 millones de euros de subvenciones.

La pregunta ahora es: ¿cómo financiar un déficit anunal anunciado de 20 ó 25 millones de euros? Los funcionarios que gestionan administrativamente la «vida interna» del PS estudian «todos los escenarios».

En la sede central del PS, en París, rue Solferino, trabajan 110 permanentes, con un presupuesto de unos 12 millones de euros. El PS puede «resistir» unos meses. Pero, con unas subvenciones de 7 millones de euros, la sede y la dirección tendrán que realizar recortes importantes.

Ha comenzado a realizarse estudios, para «detectar» como pudiera reducirse la «masa salarial». ¿Cuántos funcionarios permanentes podrán seguir cobrando un salario, cuando las subvenciones públicas y los ingresos sean recortados en 15 o 20 millones?

Desde la misma noche de la última gran derrota electoral, el 18 de este mismo mes de junio, comenzó a estudiarse la posible venta de la sede oficial del PS, en la parisina rue Solferino, en un barrio ultra acomodado y burgués. Las agencias inmobiliarias consultadas han evaluado ese edificio en unos 50 o 60 millones de euros. Tesorería preciosa, en tiempos de crisis.

Desnortados

Mientras los funcionarios estudian todas las alternativas, el PS está descabezado. Jean-Christophe Cambadélis dimitió la misma noche de la última derrota. Nadie han presentado su candidatura al liderazgo socialista.

Manuel Valls, ex primer ministro, antigua gloria difunta del socialismo francés, ni siquiera formará parte del grupo parlamentario socialista, y se ha convertido en un «apestado» del PS.

Benoît Hamon, el candidato socialista a la elección presidencial que condujo a su partido a un histórico suicidio político, aspira a un liderar una «familia auténticamente de izquierdas». Vive en un estado de precariedad política absoluta.

Todos los viejos «elefantes» del PS (socialistas históricos) guardan un silencio sepulcral. Las estrellas difuntas del mandato presidencial de Hollande fueron eliminadas en las recientes elecciones legislativas. Cambadélis anuncio el «próximo nombramiento» de una «dirección colectiva». Pero nadie sabe quienes pudieran formar parte de tal dirección, cuando el PS se encuentra caído en una histórica crisis: sin ideas, sin programa, sin candidato, con su sede social amenazada por los recortes presupuestarios.

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