María Villar Galaz
María Villar Galaz

Secuestros y homicidios en México, el horror cíclico

Las bandas en México consideran el secuestro como una lucrativa rama de su actividad criminal. Se desconoce cuántos de los miles que suceden en el país acaban con la devolución viva de la víctima

Corresponsal en México Actualizado: Guardar
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A María Villar, sobrina de Ángel María Villar, presidente de la Real Federación Española de Fútbol, la asesinaron con 39 años a pesar de que su familia había intentado pagar parte del rescate que pedían sus secuestradores. El secuestro que acaba en muerte es un horror cíclico en México. Este país no olvida, entre otras, las muertes del niño Fernando, hijo del empresario Alejandro Martí, o la de Hugo Wallace, cuyo homicidio resolvió sola, sin ayuda de las autoridades, su madre, Isabel Miranda.

Las cifras, que habían estado bajando desde el pico que alcanzaron en 2011, están empezando a subir de nuevo. Si en 2015 el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública recogía –basándose en las denuncias realizadas en los 32 estados de la República– 36.169 homicidios y 1.307 secuestros en todo el país, hasta julio de 2016 consignaba, respectivamente, 22.036 y 745.

Estos números se quedan muy cortos con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe), realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y que prevé no solo los delitos denunciados, sino los no denunciados –un escalofriante 92.8% en 2014–. Según la última Envipe, publicada el año pasado, los secuestros en todo el país ascendieron a 102.883. El Inegi informaba este verano en un comunicado que los homicidios en 2015 fueron de 20.525, algo más de los 20.010 de 2014.

La asociación civil Alto al Secuestro, fundada por Isabel Miranda de Wallace a raíz de su tragedia familiar, contabiliza un total de 7.846 secuestros de diciembre de 2012 a junio de 2016, lo que equivale a seis secuestros diarios. A la cabeza del país en número de ellos se encuentra el estado conurbado a la Ciudad de México, el Estado de México, en cuya capital, Toluca, encontraron el cuerpo de María Villar una semana después de su secuestro.

Además del baile de números entre denuncias y estadísticas, un problema serio a la hora de contar estos delitos es que los números no permiten distinguir cuántos resultan con la devolución con vida o con la muerte de la víctima. Tampoco qué tipo de delincuentes efectúan el secuestro: si una banda especializada, o un cártel que se dedica al secuestro como una rama más de su negocio criminal, o simplemente, aprovechados que ven la oportunidad de sacar beneficio de un secuestro pero que ni siquiera conforman una organización.

A Orlando Camacho, director general de México SOS, la ONG que fundó Alejandro Martí tras el asesinato de su hijo, le inquieta, sobre todo, el alza en los homicidios. Camacho defiende el papel realizado por la Coordinación Nacional Antisecuestro desde que fue creada, en 2014, aunque apostilla que «necesitaría tener un poquito más de dientes» y que, aunque fue un buen paso, «se tiene que acelerar».

Para Camacho, el problema más grave es la impunidad. México se encuentra en el último puesto de los países de la OCDE en este tema. Según la organización México Evalúa, solo dos de cada diez asesinatos llega a resolverse. «La impunidad es el cáncer de México», dice, rotundo. «Así difícilmente las cosas pueden ir avanzando. Avanzan, pero con una roca encima de la espalda».

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