Sami Naïr
Sami Naïr - Juan Carlos Rangel

Sami Naïr: «Es estúpido pensar que habrá una guerra civil en Europa por los musulmanes»

El politólogo francés, especialista en movimientos migratorios, propone un pasaporte de tránsito para los refugiados y considera que «Turquía se está portando bastante bien con los sirios»

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Dos escenarios para una crisis. Grecia vivió este lunes una jornada negra más con los refugiados. Un gran incendió provocó que entre 3.000 y 4.000 solicitantes de asilo huyeran del campo de refugiados de Moria, en la isla de Lesbos. Y militantes del ultraderechista Amanecer Dorado, que participaban en una protesta de 400 vecinos cerca del centro de registro de la isla griega, agredieron a tres estudiantes, entre ellas una joven voluntaria de la zona. Al tiempo que se producían estos incidentes, la ONU arrancaba por primera vez en sus 71 años de historia una cumbre dedicada a los refugiados. Sobre ellos y sobre «soluciones reales» escribe en su nuevo libro el politólogo francés Sami Naïr (Tlemcen, Argelia, 23 de agosto de 1946), uno de los principales expertos en movimientos migratorios de Europa.

¿Qué busca con este libro («Frente a la catástrofe humanitaria, una solución real»)?

(Ríe). Buena pregunta, qué busco… Busco concienciar a la gente sobre la situación de los refugiados, considero que el discurso sobre los refugiados es falso y simplificado, que no tiene en cuenta la complejidad del fenómeno y las múltiples dimensiones del asunto. Lo he escrito para explicar la situación: por qué tenemos el problema de los refugiados, la inmigración ilegal, por qué nos cuestionamos a nosotros mismos, sobre nuestros valores, etc. La situación de los refugiados es muy emblemática de la crisis de Europa. Hay líneas comunes entre esta crisis de refugiados con el Brexit o con el auge de los movimientos intolerantes, ultraconservadores, bueno, de extrema derecha; ojalá fueran conservadores, pero son comparables a los movimientos de los años treinta. He escrito este libro para explicar la complejidad y enfocarlo a la cuestión de los refugiados. En todos los libros que he escrito sobre refugiados, desde hace treinta y cinco años, siempre he tratado de hacer propuestas porque el intelectual tiene que tomar una posición. Creo que hay cosas justas e injustas y lo que importa es la justicia.

De haberse publicado hace un año, su libro habría llegado en un momento en el que las iniciativas solidarias y las palabras de Merkel invitando a los sirios a Alemania copaban los medios. Ahora, tras el incidente de Colonia especialmente, la solidaridad ha sido sustituida por la sospecha de que la falta de control y registro de los refugiados ha amenazado a Europa con más atentados terroristas.

Pienso que el libro es más necesario que nunca. Cuando ocurrió el fenómeno de los refugiados hubo una solidaridad espontánea. Hay una demanda de solidaridad muy fuerte, un fondo humano que se ha expresado en la crisis de manera positiva. Pero luego, los partidos y sobre todo los gobiernos han tratado de parar ese movimiento y la única gobernante que ha creído en él ha sido, paradójicamente, Merkel. Su corazón habló. Dio marcha atrás porque ningún otro jefe de estado la apoyó. No hay que confundir el 14% de la extrema derecha que ha votado en Berlín con la realidad de las ciudades alemanas. El 70% de los alemanes no está en contra de la solidaridad. Pero ese movimiento ha sido apagado por los jefes de Estado europeos. Merkel esperaba que Hollande se moviera. ¡Un socialista! Pero nada… El único país con una postura positiva ha sido Italia. Renzi ha introducido medidas muy solidarias.

¿La actitud de Merkel ha alentado a los xenófobos? ¿Abrir las fronteras significa darle alas a los extremistas? ¿Ha sido ingenua?

No comparto esa visión. Creo que es un fenómeno complejo. Hay que analizar lo que ocurrió en Alemania si queremos entender la actitud de Merkel. Reaccionó desde el punto de vista humano. Es una creyente que viene de la Alemania del Este, que sufrió el totalitarismo comunista y sabe lo que es salir de un país totalitario. Su corazón y cultura han reaccionado éticamente. Por otro lado, es una mujer con una visión a largo plazo para Alemania y en una década reconocerán su visión de que el problema de Alemania no es económico sino demográfico. Francia tendrá una población equiparable en diez años merced a la inmigración, y la fuerza económica de un país desarrollado depende de la fuerza demográfica. Ella ha apostado por ello. Cuando apostó por esto tenía que tener el apoyo de los 'landers', pero no todos están en la misma situación. Dijeron: «Vale, te apoyamos pero, ¿quién paga?» Los 'landers' pagan. Ahí empezaron los problemas.

La extrema derecha se desarrolló por su animadversión a los países del sur de Europa: «Queremos la salida de España, Portugal, Grecia…», decían. «Cada ciudadano alemán paga 4.000 euros a los españoles». Este asunto de los refugiados ha sido para ellos como un material inflamable. Se apoderaron del discurso. Se apoderaron de esta crisis. Luego, la política de austeridad también ha castigado de forma dramática al pueblo alemán. No hay más que ver algunas escuelas y hospitales en Berlín. Todos los créditos públicos se pararon. Schröder (excanciller alemán) pensó que diez euros por hora de trabajo era normal. ¡Socialista! Increíble. A esto hay que añadir de que esta mujer ha tenido tres mandatos y ya se ha iniciado el fin de ciclo de su poderío. Dentro de su partido tienen problemas y hay muchas voces que aseguran que no puede liderar más al partido en las próximas elecciones. Los alemanes han acogido a los refugiados haciendo un gran esfuerzo y, dentro de lo que cabe, lo están haciendo bastante bien, sin grandes problemas.

¿Está siendo Turquía un buen gendarme de Europa con los sirios?

Turquía tiene una intención instrumental con los refugiados y se ha portado bastante bien

Turquía tiene una intención instrumental con los refugiados y se ha portado bastante bien: es el que más refugiados acoge del mundo junto con Pakistán. Los sirios están creando empresas, comercios, oportunidades de trabajo muy importantes y están dando un gran empuje a la economía del país. Han creado más de 500 empresas. Es también una aportación a la UE. Turquía utiliza a esa gente desde una perspectiva económica y han tratado de crear unas condiciones de vida decentes. No como los húngaros y checos. Por desgracia, los griegos empezaron con una política humanitaria y de acogida, y ahora están siendo mucho más duros porque Alemania ha impuesto una gestión mucho más estricta de los refugiados. Ahora el pacto que ha firmado Turquía con Alemania es muy ventajoso para ellos y han aceptado sustituir la palabra refugiado por inmigrante. Les llaman invitados para no concederles el estatuto de refugiado. La propuesta que yo hago en este libro es de un pasaporte de tránsito a los refugiados, no solo para Europa sino por ejemplo también para que puedan ir a América Latina. Esto va en la misma línea del visado humano que propuso el Parlamento Europeo en 2015, que considera que si esta gente se encuentra en un país que carece de medios para acogerlos, darles la posibilidad de circular y la oportunidad de conseguir el asilo donde se lo puedan permitir. No hay que dejarlos encerrados en los campos. Lo que quiero decir, no otorgarles todos los derechos que vienen con el estatuto de refugiados, sino los mínimos como poder comer en lugares públicos y organizados, como los pobres que no tienen trabajo. Por ejemplo, si estás en España seis meses y no encuentras trabajo, ofrecerles la posibilidad de que circulen en busca de otros países con más oportunidades, en lugar de mandarlos de vuelta a sus lugares de origen.

Algunos países han decidido no permitir la entrada de ningún refugiado hasta descartar posibles vínculos yihadistas.

A partir del momento en el que se reconoce el estatuto de refugiado a una persona es normal que el país quiera saber de quién se trata. A mí esto no me parece un problema. Los terroristas no vienen con una etiqueta en la frente. Hay esa amenaza potencial que puede existir en cualquier situación, pero luego utilizar esa duda para no hacer nada… Imagina la situación siguiente. Estamos los dos en un barco y vemos a un refugiado, del que no sabemos nada, que se está hundiendo, ¿dejamos que se ahogue? No podemos culpar a una colectividad global porque haya unos pocos que se comporten mal. Los atentados que ocurrieron, salvo uno, que fue más bien un ataque, no tuvieron que ver con los refugiados. En Francia fueron franceses los que atentaron, en Bélgica, belgas. En París tiraron un pasaporte de un sirio que resultó ser falso. Estamos ante una enorme manipulación. Cada estado tiene derecho a saber quien llega y a quien acoge.

En el libro trata las diferencias entre refugiados e inmigrantes económicos. La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha apoyado el «refugees welcome», pero luego persigue a los manteros subsaharianos. ¿Cómo lo ve?

Creo que son problemas diferentes porque, por un lado, se trata de refugiados y por otro de inmigrantes económicos, que en general no tienen el estatuto legal aquí, y en este caso específico llevan a cabo una práctica económica ilegal. Nuestra relación con los refugiados no es de solidaridad ni ética, es de derecho. Por eso, Merkel impulsa la palabra inmigrante en el pacto de la vergüenza con Turquía. Hemos transformado a los sirios en inmigrantes. Ese es el primer problema. Gestionar esto es otro problema.

«Francia tiene solución»

Según han publicado varios medios, uno de los principales especialistas europeos del islam, Gilles Kepel, cree posible una gran guerra civil en Europa por los musulmanes de 3ª generación. En caso de ser cierta, ¿qué piensa de esta afirmación?

¿ Gilles ha dicho eso? Me parece totalmente estúpido. Le conozco muy bien, es muy amigo mío. Si ha dicho eso se lo diré por teléfono que es una idea estúpida. En Francia hay ciudadanos, no musulmanes. ¿Quiénes son los musulmanes de tercera generación? ¿De quiénes estamos hablando? ¿De 18 millones de musulmanes? ¿Que significa? ¿Una guerra civil porque no se han integrado? Una gran parte de la población francesa tiene problemas de integración. Me parece surrealista. La estrategia del Daesh consiste en crear un estado de ánimo para quienes se definen como musulmanes en Francia se opongan a toda la sociedad francesa. Pero la inmensa mayoría de los musulmanes está en contra de esto. Cada día hay textos firmados por intelectuales musulmanes oponiéndose a este terrorismo. Si Gilles ha dicho eso, es o porque busca publicidad, que no necesita, es un señor muy respetado por su trabajo, he leído sus libros y lo conozco desde hace treinta años, o, lo más probable, que el titular no se ajuste bien a lo que ha podido decir.

Usted sostiene que si los problemas sociales se plantean en términos identitarios, no hay solución. ¿Francia vive una crisis identitaria? ¿Tiene solución?

Claro que hay solución, lo de Francia no es una crisis identitaria, es una crisis social.

Pero de la crisis de los barrios periféricos, las 'banlieues', algunos de sus colegas han asegurado que ha pasado de crisis social a identitaria. Que hay dos Francias.

La diferencia, las dos ciudades en una existen en todas las ciudades, no es algo único de Francia. Insisto en que las banlieues son un problema social no identitario. No han conseguido transformarlo en identitario. El problema identitario es diferente: tiene que ver con la integración del islam en una sociedad laica, antirreligiosa en realidad. No es por casualidad que los principales apoyos al islam vienen de los católicos, también en la construcción de mezquitas, porque los mismos católicos han tenido problemas por el laicismo.

La crisis del burkini mostró una gran división en el seno del Gobierno de Hollande. ¿Viven en un estado de histeria política?

Hay un poco de histeria y demagogia. Existe una manipulación porque al Gobierno francés le interesa este discurso, ven cómo el auge de la extrema derecha puede debilitar a la derecha tradicional y por consiguiente esto favorecer a la izquierda en las elecciones.

En el pasado fue consejero de Gobiernos socialistas en Francia. ¿Se siente culpable de lo que ocurre ahora?

Sí, me siento culpable, pero no totalmente porque dejé rápidamente el Gobierno y me fui al Parlamento europeo.

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