Una mujer se columpia en un parque en el que cuelga un cartel de la campaña de Ortega y Murillo en Managua, Nicaragua
Una mujer se columpia en un parque en el que cuelga un cartel de la campaña de Ortega y Murillo en Managua, Nicaragua - EFE

Rosario Murillo: una mujer ávida de poder y de esotéricos amuletos

Muchos dicen que la Primera Dama de Nicaragua es la responsable de las decisiones de su marido

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A sus 65 años, Rosario Murillo no pasa desapercibida. De complexión delgada y cabello oscuro y exuberante, la esposa del presidente de Nicaragua va siempre ataviada con ropajes coloridos y llamativos; así como con un sinfín de joyas: 28 anillos, siete collares y seis brazaletes, armas para enfrentar el mal y alejar a los demonios. Amante del esoterismo defiende con ahínco el poder de amuletos como la Mano de Fátima, pintada en uno de los muros de la Casa Presidencial, como emblema de la cultura maya, de la continuidad de todas las cosas y de la compasión.

Madre de diez hijos –los siete últimos de Daniel Ortega–, su pasado como profesora de idiomas queda al descubierto cuando habla con un fluido inglés o francés.

Inteligente y ávida de poder, muchos dicen que ella es la responsable de las decisiones de su marido, quien ahora la quiere convertir en vicepresidenta. La revista Forbes la clasificó en una de sus ediciones como una de las 50 mujeres más poderosas de Centroamérica. Además, tiene especial pasión por la poesía. Un arte que en los años 70 dijo que era su arma para luchar contra la dictadura de Anastasio Somoza, derrocado tras la explosión de la revolución sandinista (1979).

Su vida no ha quedado al margen de la polémica; más bien siempre ha estado siempre acompañada por ella. En 1998, su hija mayor, Zoilamérica, acusó a Ortega de abuso sexual. Murillo se puso a favor de su marido y tildó a su hija de «mitómana». Mientras, la opinión pública se queja de que la portavoz del Gobierno nicaragüense viaja siempre acompañada de toda su familia: hijos, nietos y nueras. También se lamenta de sus gastos en vestuario, en personal de seguridad y en la decoración de las calles de la capital de su país, Managua, adornadas con gigantescos árboles metálicos e iluminados: «árboles de la vida».

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