El Reino Unido crecerá menos de lo esperado y crea un impuesto para las bebidas azucaradas

El ministro de Economía, George Osborne, defiende el «sí» a la UE en la presentación de las cuentas

Corresponsal en Londres Actualizado: Guardar
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George Osborne, de 44 años, el ministro de Economía de Cameron y su número dos de hecho, que aspira a sucederlo como líder conservador en 2020, ha presentado este miércoles su octavo presupuesto. El Reino Unido crecerá este año y los cuatro próximos menos de lo previsto hace tan solo cuatro meses, «debido las turbulencias globales a las que no somos ajenos». En este ejercicio el PIB aumentará un 2,2% y el próximo año lo hará un 2,1%, frente al 2,4 y 2,3 previstos en la última declaración presupuestaria, el pasado noviembre. Como nubes en el horizonte, Osborne citó el estancamiento de China, la atonía europea y la depreciación de las materias primas.

El Gobierno conservador seguirá con los recortes de gasto público

(4.450 millones menos), porque en palabras de Osborne «toca actuar ahora para evitar pagar después». La factura del gasto del Estado caerá al 36.9% del PIB (antes de la revolución thatcheriana llegó a superar el 45%)

El responsable económico de Cameron convirtió la presentación del presupuesto en un alegato pro UE. Advirtió que si triunfa el «Brexit» en el referéndum del 23 de junio «habrá implicaciones negativas para las empresas y la confianza de los consumidores, y una gran volativilidad en los depósitos y los mercados financieros». La conclusión del número dos de Cameron fue clara: «Un voto por dejar la UE sería sin duda destructivo».

El recado europeísta tiene una evidente lectura política, porque previsiblemente Osborne se disputará la sucesión de Cameron con Boris Johnson, el carismático alcalde de Londres, que se ha puesto al frente de la campaña pro «Brexit», en lo que se interpreta como un claro intento de favorecer sus intereses sucesorios. El resultado del referéndum marcará si el sucesor es el dialécticamente atractivo pero disperso Boris, o si lo es Osborne, un comunicador algo gris, pero más laborioso y operativo.

El ministro anunció por sorpresa la creación de un nuevo impuesto sobre las bebidas azucaradas para combatir la obesidad infantil y las enfermedades asociadas, como la diabetes. En noviembre un grupo de diputados habían reclamado esa tasa en el Parlamento, pero el Gobierno la descartó, señalando entonces que no era «la acción correcta». Pero en estos meses ha habido una campaña muy activa a favor del impuesto contra el azúcar, cuyo rostro mediático ha sido el cocinero televisivo y millonario empresario hostelero Jamie Oliver.

El impuesto sobre el azúcar no es nada nuevo. Los países escandinavos fueron pioneros. En 2012 lo incorporaron Francia y Hungría y en 2014, México.

La tasa del azúcar recaudará el equivalente a 662 millones de euros anuales, fondos que se destinarán a financiar más actividades deportivas en las escuelas de primaria. Los zumos de fruta pura y las bebidas basadas en la leche quedarán exentos. Lo normal es que las compañías afectadas, cuyas acciones bajaron hasta un 5% tras conocerse la nueva carga fiscal, trasladen el coste el impuesto a sus precios. Pero Osborne les advirtió que «esa decisión tendrá un impacto sobre el consumo».

Los impuestos sobre los combustibles, la cerveza y la sidra se mantienen congelados y el del tabaco aumentará un 2% por encima de la inflación, que será del 0,7 este año y del 1,6 el próximo.

Este miércoles se ha sabido también que el paro ha continuado bajando en los primeros tres meses del año y ahora la tasa del desempleo es solo del 5,1%, con 1,68 millones de parados (en enero de 2015 era del 5,7%). La caída constante del desempleo mientras se registran récords de llegada de inmigrantes pone en duda las viscerales críticas a los supuestos daños económicos de la inmigración, una constante en la campaña del referéndum por parte de los partidarios del «Brexit».

Osborne mantiene la promesa de lograr el superávit presupuestario en 2020, con 12.700 millones de euros de números negros. La Bolsa subió tras la presentación de las cuentas públicas, que tampoco depararon ningún volantazo llamativo.

El ministro anunció más gasto en infraestructuras. Lo cierto es que el ferrocarril y las carreteras del Reino Unido se han quedado muy anticuados en relación por ejemplo a las de España, debido a décadas de falta de inversión. Se continuará con las obras del Crossrail 2, para mejorar la salida en metro y tren de Londres, y se acortará en media hora el viaje ferroviario entre Manchester y Leeds. También se destinarán 292 millones de euros a la mejora de las malas carreteras del Norte y casi 900 millones de euros a obras para prevenir las inundaciones, recurrentes casi cada invierto en el Noroeste del país.

Debido a la crisis de las materias primas, se reduce del 20% al 10% un impuesto que gravaba a las compañías energéticas relacionadas con el petróleo del Mar del Norte.

Más inversión en educación

Los ingresos a partir de los cuales se comienza a pagar el 40% en impuestos se elevan de las 42.385 libras actuales a 45.000. También se sube el listón por debajo del cual se queda exento de pagar impuestos sobre el salario, que sube a 11.500 libra.

El presupuesto anunció también más inversión en educación, para convertir todas las escuelas en academias y sacarlas de la órbita de las autoridades locales. Se ampliarán las clases de matemáticas para menores de 18 años y se comenzará a facilitar que se aumenten las horas lectivas.

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