La presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, durante el discurso
La presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, durante el discurso - EFE

La presidenta de Taiwán insta a China a recuperar el diálogo «lo antes posible»

Con los contactos cortados entre ambas partes tras la subida al poder de Tsai Ing-wen, la isla que permanece separada del régimen de Pekín celebra su Día Nacional

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En su primer Día Nacional desde que ganó las elecciones en enero, la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, ha instado este lunes a China a recuperar el diálogo «lo antes posible». Tras los ocho años de acercamiento que propició su antecesor, Ma Ying-jeou (del Partido Nacionalista Kuomintang), las comunicaciones entre ambas partes se han roto porque el autoritario régimen de Pekín tilda de independentista a la formación política de Tsai, el Partido Democrático Progresista (PDP). Aunque Taiwán es un país independiente «de facto» y permanece separado de China desde el final de la guerra civil en 1949, cuando el Gobierno nacionalista del Kuomintang de Chiang Kai-shek se refugió en la isla tras la victoria de la guerrilla comunista de Mao Zedong, solo es reconocido por una veintena de pequeños Estados.

Pero Pekín, que aspira a recuperar el control sobre Taiwán, teme que Tsai declare formalmente su independencia o repita la retórica soberanista que caracterizó al anterior Gobierno de su partido entre 2000 y 2008.

Para calmar sus temores, la nueva presidenta abogó por «establecer una relación coherente, predecible y sostenible» con China y por «mantener tanto la democracia de Taiwán como el statu quo de paz en el Estrecho (de Formosa)». Aunque Tsai repitió hasta tres veces su deseo de conservar las relaciones como están, también apeló a Pekín a «enfrentarse a la realidad de que la República de China (nombre oficial de Taiwán) existe».

El problema es que las autoridades de Pekín quieren que el nuevo Gobierno taiwanés se comprometa con el «Consenso de 1992», en el que ambas partes se pusieron de acuerdo en el principio de que existe una sola China, pero cada una lo interpreta a su manera. Para el régimen del Partido Comunista, la única China es la del continente y, para el Kuomintang de Taiwán, la de la isla. Aunque Tsai Ing-wen aseguró «respetar ese hecho histórico de 1992» y reconoció los resultados obtenidos desde entonces, evitó pronunciar la palabra «consenso» e instó a Pekín a «dejar a un lado la mochila de la Historia».

Para superar «los altibajos que han visto las relaciones en el Estrecho durante los últimos meses», recomendó al régimen chino «inteligencia y flexibilidad con el fin de volver a una actitud racional y calmada que nos permita llevar la división del presente a un futuro con mutuos beneficios». En este sentido, señaló que «las dos partes deberían sentarse de nuevo y hablar lo antes posible» y prometió que «nuestra fe no cambiará», pero también se mostró tajante al asegurar que «no cederemos a la presión ni volveremos al viejo camino de la confrontación».

En el ámbito local, Tsai Ing-wen volvió a acordarse de los jóvenes en sus promesas de recuperación económica y reforma industrial, anunciando además la construcción de 80.000 viviendas de protección oficial en los próximos cuatro años y 200.000 en los próximos ocho.

Además de recalcar su alianza con los países que reconocen a Taiwán y sus buenas relaciones con democracias como Estados Unidos, la Unión Europea y Japón, recordó su plan de expansión económica por el Sudeste Asiático y Oceanía para así dejar de depender tanto de China.

Tras su discurso, ofrecido ante varios miles de personas desde una tribuna bajo el Palacio Presidencial de Taipéi, un modesto desfile militar y civil celebró el Día Nacional de Taiwán. Al contrario que en las paradas de China, no hubo alarde de armamento y sí un ambiente más bien festivo y cultural. Una diferencia más entre estas dos Chinas, la democrática que pervive en la isla de Taiwán y el autoritario régimen del Partido Comunista que manda en el continente.

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