En la imagen, con un círculo, Alfredo Guzmán en el momento del secuestro
En la imagen, con un círculo, Alfredo Guzmán en el momento del secuestro - EL BLOG DEL NARCO

El posible asesinato del hijo de El Chapo reabriría una guerra entre los cárteles

La Fiscalía no vincula «por el momento» los seis cuerpos hallados en Jalisco con los secuestrados en Puerto Vallarta el lunes

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La pregunta que más se repetía ayer en los medios y en las redes sociales de México era si Jesús Alfredo Guzmán Salazar, el hijo de Joaquín «El Chapo» Guzmán, había sido asesinado. La información de que habían encontrado seis cuerpos sin vida en Jalisco, el mismo número de personas secuestradas –entre ellas el vástago del capo del narco, de 29 años– en un local de Puerto Vallarta la noche del lunes, encendió las alarmas:su muerte provocaría de manera indiscutible una escalada de violencia entre los cárteles de la droga.

Según fuentes oficiales, seis cuerpos con disparos y otras huellas de violencia fueron encontrados, tras la denuncia de unos vecinos, en dos municipios de la zona metropolitana de Guadalajara, capital del estado de Jalisco.

Tres de ellos fueron localizados en la colonia El Mirador, dos de los cuales estaban envueltos en mantas en medio de un pequeño campo, sin que se pudiera identificar el tipo de agresión que sufrieron, informaron fuentes del ayuntamiento de Tonalá. El otro cuerpo presentaba huellas de disparos en la espalda y en la cabeza.

En el municipio de Tlajomulco fueron hallados los cuerpos sin vida de otros dos hombres con huellas de disparos, informaron fuentes de la Fiscalía General de Jalisco. Una de las víctimas tenía entre 20 y 25 años, mientras que de la otra no se pudo determinar su edad, según Efe. En la localidad de San Miguel Cuyutlán de ese mismo municipio fue localizado el sexto cuerpo envuelto en bolsas negras de plástico rotas en uno de los extremos. Los cuerpos fueron trasladados al Servicio Médico Forense para realizar las autopsias de ley. Ninguna de las personas encontradas fue identificada.

Si bien durante todo el día de ayer circularon diferentes versiones e, incluso, en alguna de ellas se adjuntaba una foto (falsa), asegurando que Guzmán Salazar estaba entre los muertos, la Fiscalía de Jalisco, que ha abierto una investigación sobre el secuestro y ha puesto en marcha un operativo de búsqueda integrado por la Policía Federal y el Ejército, indicó a través de su cuenta en Twitter que «de momento» no se pueden relacionar «los cuerpos sin vida encontrados» con «los hechos ocurridos en la costa de Jalisco». Lo único confirmado por las autoridades mexicanas hasta el momento es la autoría del secuestro: el cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), un grupo que en los últimos meses ha incrementado su poder y le disputa el territorio al cártel de Sinaloa, liderado por El Chapo.

Es ahí donde los analistas han encontrado una de las claves del secuestro de Jesús Alfredo Guzmán, que ven en él una moneda de cambio para presionar al grupo de El Chapo, uno de los más poderosos del mundo en el negocio del narcotráfico, pero debilitado en los últimos meses.

Debilitamiento de El Chapo

Con la última detención y su cambio de prisión «no le ha sido posible mantener el control de la organización», como había logrado anteriormente desde la cárcel del Altiplano (donde se anunció ayer está previsto que vuelva en las próximas horas), según Guillermo Valdés Castellanos, exdirector del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), el organismo de inteligencia civil del Gobierno mexicano. En declaraciones a la BBC, indicó que «las medidas que ha tenido en prisión y su cambio a Ciudad Juárez le han impedido tener contacto fluido para dirigir al grupo». A esto se suma que el actual responsable de la organización fuera de la cárcel, Ismael Zambada García, el Mayo, «no es un líder tan agresivo como El Chapo».

Esta debilidad la estaría aprovechando el CJNG, pero también otros grupos como el de los hermanos Beltrán Leyva, a quienes responsabilizaron de otros ataques contra la familia de El Chapo, como el saqueo el pasado mes de junio de la vivienda de la madre de Joaquín Guzmán, en la comunidad de La Tuna, municipio de Badiraguato, Sinaloa. O el asesinato de dos sobrinos de la actual esposa de El Chapo, Emma Coronel.

Es esta lucha por apoderarse del territorio que gobierna el cártel de Sinaloa lo que lleva a algunos analistas, como el escritor Héctor de Mauleón, quien cita «fuentes de inteligencia del Gobierno» mexicano, a creer que puede haber una negociación por la vida de Alfredo Guzmán. Punto en el que coincide Valdés Castellano, que subraya lo «importantísima» que es la familia para El Chapo. Sin embargo, cuatro días después del secuestro, nadie se ha puesto en contacto con ella para negociar, según CNN en español.

Otra versión sobre el secuestro es la que apunta a una guerra intestina dentro de la propia familia de líder del cártel de Sinaloa. Según la periodista Anabel Hernández, coautora del libro «Los señores del narco», sería Alfredo Beltrán Guzmán, sobrino de El Chapo e hijo de Alfredo Beltrán Leyva, quien llevó a cabo el ataque a la casa de la madre del capo y el secuestro de su hijo, explicó durante una entrevista en Aristegui Noticias. Vinculado actualmente con el CJNG, su acciones serían una venganza por la presunta traición de El Chapo a Alfredo Beltrán Leyva, El Mochomo, para que fuera detenido en 2008.

El peor desenlace

El peor desenlace sería la muerte de Jesús Alfredo Guzmán, pues supondría la guerra entre los cárteles. «El historial del Chapo habla de un proceso de venganza severo, no inmediato pero sí habría consecuencias, un conflicto violento y muy fuerte», indica el exdirector del Cisen. Algo que ya sucedió en 2008, tras el asesinato de otro de sus hijos, Edgar Guzmán Salazar.

Quizá es por esto que la Fiscalía no se ha apresurado a hacer público las identidades de las seis personas asesinadas en Jalisco, pero sí a blindar algunas zonas que creen podrían convertirse en el epicentro de una escalada de violencia.

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