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Bataclan volverá a abrir sus puertas este sábado - J. P. QUIÑONERO

París intenta cerrar sus heridas un año después de la masacre

Bataclán reabrirá sus puertas con un concierto de Sting. Las terrazas de los bares en los que también hubo muertos intentan «volver a la normalidad y la vida» evitando los temas conflictivos

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El “Bataclan” reabre este sábado con un concierto de Sting, para recordar la sombría noche del 13 de noviembre de 2015, cuando varios hombres armados sembraron el terror en París, matando a 137 personas, hiriendo a 415. Jérôme Langlet, presidente de la empresa gestora del “Bataclan” se muestra sereno y confiado: «Sting es una gran estrella internacional. El mundo nos estará mirando la noche del sábado. Es una gran noticia. Seguirán una veintena de conciertos a lo largo del año que viene».

La gran noticia del concierto gratuito de Sting tiene una dimensión menos ecuménica. Días antes de la reapertura del Bataclán, Sting ha declarado: «La política es un lío por todas partes. Pero prohibir el burkini fue un error monumental.

Las mujeres son muy libres de vestirse o desvestirse como quieran, en la playa».

Opinión personal que tiene flecos inflamables en una Francia víctima de una profunda crisis multicultural. Un café próximo al “Bataclan” está regentado por una pareja de hecho, de judío y musulmana, que prefieren no comentar las declaraciones de Sting sobre el Burkini, dejando claro que se trata de un tema inflamable en un barrio muy multicultural, donde las cuestiones de identidad religiosa se tratan con una prudencia sepulcral. La noche del 13 de noviembre 2015, los criminales también asesinaron a varias decenas de víctimas inocentes en varias terrazas y restaurantes más o menos próximos al “Bataclan”.

El restaurante “La Petite Cambodge” está regentado por desterrados asiáticos, que intentan integrarse y evitar cualquier problema. En un rincón de la entrada, un pequeño buda da la bienvenida a un público juvenil muy heterogéneo. Los gerentes del restaurante asiático evitan pronunciarse: «Nosotros queremos vivir en paz, respetando las convicciones de cada cual».

En las terrazas de los bares «Le Carillon» y «La Belle Équipe», el público joven evoca sin problemas la «vuelta la normalidad y la vida», evitando los temas conflictivos. Anne, estudiante de sociología, no estará en el concierto de Sting, pero participará «moralmente»: «Las entradas van a estar muy justas. Y, a título personal, lo que más me emociona es 'comulgar' moralmente en el recuerdo, con un homenaje a la vida». Samira, una camarera, hará puente por vez primera, desde que trabaja en el barrio: «Mi jefe ha decidido cerrar. Y creo que está muy bien. La mejor manera de olvidar es dejar de hablar. Muchos colegas han cambiado de barrio, no deseaban continuar trabajando en el barrio. Muchos de ellos vivieron aquella noche traumática. Y prefieren olvidar».

La reapertura del «Bataclan» y el concierto de Sting tendrán una cierta dimensión humanitaria. El cantante no cobrará. Y los ingresos serán donados a las asociaciones de las familias de las víctimas. Las invitaciones oficiales han sido reducidas al mínimo. Tras el concierto de reapertura, la sala volverá a cerrar unos días, antes de reabrir definitivamente el día 16, con un concierto de Peter Doherty.

Entre cantantes y grupos tampoco existe una respuesta unánime. Marianne Faithfull y Jane Birkin, por ejemplo, volverán muy pronto al «Bataclan». Grandes figuras nacionales, como Francis Cabrel, por el contrario, se dicen «incapaces» de volver a la salta de conciertos: «En mi caso, pido disculpas. Pero me siento incapaz. La emoción es demasiado grande. No puedo. Verdad. La emoción me paraliza y me impide cantar en ese escenario».

La noche del 13 de noviembre 2015, tres asesinos mataron a 87 personas en el “Bataclán”, hiriendo a más de un centenar. Otras 19 personas fueron asesinadas a tiros en el bar «La Belle Équipe». 14 murieron en el restaurante «Le Petit Cambodge» y el bar «Le Carillon». 5 fueron abatidas en una hamburguesería Mc Donald. En las inmediaciones del Estadio de francia murieron 4 víctimas y 7 terroristas.

Los fantasmas de aquella noche trágica continúan muy presentes en un barrio entre «bobo» (burgués / bohemio) y multicultural, que intenta pasar página guardando un púdico silencio sobre la tragedia y las crisis que agrietan profundamente a la nueva sociedad francesa.

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