Las palestinas se visten el uniforme militar

En sus diez años de funcionamiento la academia de Jericó pasa de dos a 250 alumnas-cadetes

JERICÓ Actualizado: Guardar
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Mujeres y hombres en un mismo campus. Juntos, pero no mezclados. Así viven durante cuatro años los jóvenes llegados de todos los puntos de Palestina que logran superar las duras pruebas de acceso de la Universidad Istiqlal (independencia) de Jericó, la academia donde se forman los futuros cuadros de mando de la seguridad interna de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). «Para una sociedad tan tradicional como la nuestra, es todo un logro que las familias permitan salir a sus hijas para pasar la semana en un centro mixto… una muestra más de que en Palestina la mente es más abierta que en el resto de países árabes de la región o del Golfo», piensa la doctora Rajaa Suidan, número dos de la universidad y una de las personas que más ha trabajado en la agenda de género.

Los números son claros y con un simple paseo por el campus llama la atención la importante presencia de mujeres. «Cuando abrimos esta universidad, en la primera promoción, había dos mujeres, hoy son 250, el 27 por ciento de los alumnos, es uno de los grandes logros conseguidos», responde con satisfacción Suidan desde su despacho en el edificio central, nuevo y reluciente, como el resto de unas instalaciones levantadas a los pies del monte de las Tentaciones.

Entre llamadas a la oración de las mezquitas más próximas y las órdenes de los preparadores, varios grupos de jóvenes sudan en diferentes turnos en el campo de maniobras. El entrenamiento arranca cada día a las cuatro y media de la mañana. A ellas les toca hoy superar los obstáculos de una pista americana, ellos dan vueltas a buen ritmo a un gran campo de gravilla. Después tendrán que acudir a las aulas porque esta universidad agrupa los estudios de seguridad en Palestina y los que acaban la formación salen con doble titulación en derecho, criminología, psicología o idiomas (inglés y hebreo).

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«Nos graduamos como oficiales y después cada uno decide si sigue en la vida militar o pasa a la vida civil», apunta Rawand Alghoul, joven de Jenin de 21 años que está en su último año y avisa de que «el día que tengamos que luchar, las mujeres estaremos por delante de los hombres. Somos las mismas mujeres palestinas que dieron la cara en la primera y segunda Intifada y amamos nuestra tierra». Alghoul destaca «el trato de igualdad» que reciben por parte de los profesores a lo largo de toda una preparación que les sale casi gratis a las familias, otro de los aspectos que hacen que los jóvenes palestinos se interesen por esta universidad.

Lucha sin armas

La preparación para la lucha no se realiza con armas porque en esta academia militar ni se puede fumar, ni usar el teléfono móvil, pero tampoco se pueden llevar armas de fuego, así que se conforman con fusiles de madera. Los Acuerdos de Oslo, firmados entre israelíes y palestinos en 1993, establecieron que los palestinos no dispondrían de Ejército, ni tampoco de armamento pesado, y por eso aquí no entrenan con armas, para poder hacerlo deben ir a Jordania.

Varias de las mujeres graduadas en las últimas promociones se han incorporado al equipo de seguridad del presidente de la ANP, Mahmoud Abás, una de las salidas con las que sueñan reclutas como Hana Qalaq, de Tulkarem. Está en su último año y está orgullosa del trabajo realizado porque «aunque está muy claro que Israel tiene un Ejército más fuerte, en esta academia lo que hacen es formar personas. No tenemos tantos medios como ellos, pero tenemos la fuerza que nos da la lucha por liberar nuestra tierra de la ocupación».

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