Óscar Pérez, el agente de élite que desafió a Maduro

El policía aniquilado por el régimen junto a otros seis rebeldes, era también buzo, paracaidista y actor, y repartía medicinas

Vídeo: Las autoridades venezolanas afirman que han abatido a varios miembros del grupo del ex policía que atacó el Supremo / Foto: Óscar Pérez posa para un evento del Cicpc, el cuerpo policial al que pertencía Reuters / ATLAS

Manuel Trillo

«¡Nos vamos a entregar! ¡no sigan disparando!», fueron las últimas palabras conocidas de Óscar Pérez . El expolicía venezolano, con el rostro ensangrentado, las pronunciaba el pasado lunes en un dramático vídeo difundido a través de Instagram, mientras fuerzas del régimen y paramilitares lo tenían acorralado en una vivienda de El Junquito , a las afueras de Caracas. «Estamos heridos, nos siguen disparando», narraba en directo en esa red social. Poco después, él y los otros seis miembros de su grupo eran aniquilados . Según han confirmado las actas de defunción, Pérez y al menos otros cinco rebeldes recibieron un tiro de gracia en la cabeza .

Acababa así la historia del exinspector del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) que seis meses y medio antes, el pasado 27 de junio, sorprendió al mundo al apoderarse de un helicóptero policial, desde dondé disparó y lanzó dos granadas a la sede del Tribunal Supremo , aunque sin causar víctimas. Desde el aire, Pérez desplegó una pancarta en la que se leía «Art. 350 Libertad». Aludía al artículo de la Constitución según el cual el pueblo venezolano «desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos».

Óscar Pérez poco antes de morir Reuters

Poco después aparecía en un vídeo en internet acompañado por cuatro hombres encapuchados y armados y hablando en nombre de «una coalición entre funcionarios militares, policías y civiles». Se definían como «nacionalistas, patriotas e institucionalistas» y se declaraban en contra de un gobierno que calificaban de «transitorio y criminal». Decía luchar «contra la tiranía» y señalaba como «único fin» de su acción «devolver el poder al pueblo democrático, y así cumplir y hacer cumplir las leyes, para reestablecer el orden constitucional».

Se trataba del mayor desafío al régimen desde dentro del aparato chavista. El presidente venezolano, Nicolás Maduro , tachó el episodio de «ataque terrorista» y convirtió al policía sublevado en el más buscado por las fuerzas bolivarianas, bajo orden de captura nacional e internacional.

Óscar Pérez pasó entonces a la clandestinidad. Sin embargo, mantuvo desde entonces una activa presencia en las redes sociales, desde donde llamaba a «salir a las calles» a luchar por la libertad en Venezuela.

Una personalidad polifacética

De 36 años, con esposa y tres hijos a los que envió a México tras su sublevación, este expolicía de aire deportivo llamó desde el primer momento la atención de medio mundo por su personalidad polifacética, imagen de aguerrido hombre de acción y coqueteos con el cine .

Dos años antes del robo del helicóptero del Cicpc, había llegado a protagonizar y coproducir una película, «Muerte suspendida» , con la que pretendía mostrar las capacidades de la Brigada de Acciones Especiales del cuerpo policial al que pertenecía y que los delincuentes tuvieran claro que solo tenían dos caminos:«La cárcel y morir en un enfrentamiento».

Él mismo decía entonces que era «piloto de helicóptero, buzo de combate y paracaidista libre», según una entrevista publicada en «Panorama» , un medio local. El director de la película, Óscar Rivas Gamboa , sería detenido un mes después del desafío del helicóptero.

«Es un símbolo de lucha y su muerte ha causado gran conmoción en la sociedad», afirma Tamara Suju

Con estos rasgos, se lo llegó a conocer como el «Rambo venezolano», un apelativo que rechazan quienes consideran que, lejos de una mera figura extravagante, ha sido un héroe que se atrevió a combatir a una dictadura feroz. «Es un símbolo de lucha y su muerte ha causado gran conmoción en la sociedad», asegura a ABC la abogada de derechos humanos venezolana Tamara Suju , que ha remitido ya a la Corte Penal Internacional las evidencias del caso por posibles crímenes de lesa humanidad. En su opinión, era una persona «bien humana», diferente a la de otros policías venezolanos que «solo piensan en llenarse los bolsillos y obedecer para ascender».

Tiempo antes de darse a conocer como rebelde contra el régimen, había creado una fundación, GV 33 Moral y Luces , con la que llevaba medicinas a los niños enfermos y ayuda a personas en la calle.

En otra demostración de su versatilidad, en alguna de sus visitas con la fundación se le vio empuñando un micrófono junto al cantante venezolana DJPana .

Asalto a un cuartel de la Guardia Nacional

Tras su célebre vuelo sobre Caracas del pasado verano, su acción más audaz fue el asalto a un comando de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) en el estado Miranda, donde se hizo con armas y municiones. En lo que bautizó como «operación Génesis» , dijo haber «recuperado las armas del pueblo y para el pueblo».

Un vídeo de su entrada en las instalaciones lo mostraba acusando a unos guardias amordazados de «traidores a la patria», por «no hacer absolutamente nada» ante los desmanes del régimen. «Mientras ellos son multimillonarios, ustedes se mueren de hambre», los amonestaba. Días después, denunció que sus padres habían sido atacados a sus padres y su vivienda, incendiada.

Pese a su intrepidez, la rebelión no llegó a prender en la Fuerza Armada ni la población civil, en la cual «el estado de pobreza es tal que no puede alzarse contra un régimen capaz de matarlos en las calles», apunta Tamara Suju.

El vicealmirante Mario Carratú destaca su carisma, pero lamenta que pusiera en riesgo su seguridad

Según ha declarado el vicealmirante retirado Mario Iván Carratú , jefe de la Casa Militar durante el golpe de Estado de Hugo Chávez contra Carlos Andrés Pérez en 1992, Óscar Pérez era «un hombre carismático, serio, arriesgado hasta el extremo y preparado para operaciones de alta peligrosidad» e «incluso los oficiales lo veían, y lo ven, como un líder».

Hacía dos años que se venía organizando un «movimiento silente» del que formaba parte Pérez, con el que Carratú habló en tres ocasiones, aseguró al canal EVTV de Miami. Según explica, él había advertido a los miembros del grupo de que se pusieran de acuerdo y «dejaran de estar con el protagonismo, porque la parte histriónica del individuo muchas veces atenta contra su seguridad».

También dijo a Pérez que, en lugar de arengar a los guardias, debía hacer que revelaran qué instrucciones recibían y quién se las daba. En todo caso, cree que aún se puede contar con la Fuerza Armada, pero de otra forma. A su juicio, «errores consecutivos llevan a una acción».

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