El SPD obliga a Schulz a reconsiderar la gran coalición

Steinmeier urge a Schulz a que negocie con Merkel para evitar nuevas elecciones

El presidente alemán, Steinmeier (iz), habla ayer con Schulz en Berlín EFE
Rosalía Sánchez

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Apenas abandonó el Palacio de Bellevue, donde había sido llamado a consultas por el presidente alemán, Martin Schulz se dirigió ayer a la sede del Partido Socialdemócrata (SPD), la Casa Willy Brandt, donde le esperaba en pie de guerra la directiva para ser informada sobre la conversación con el también socialdemócrata Frank-Walter Steinmeier, de 70 minutos de duración y a la que había acudido acompañado únicamente por su jefe de campaña, Markus Engels. El mensaje de Steinmeier no podía ser más claro: no es aceptable que el SPD se niegue a conversar con otros partidos democráticos y tiene la obligación de hablar con Angela Merkel tras el fin de las negociaciones de la fallida Coalición Jamaica, con el objetivo de evitar la repetición de elecciones. Buena parte de la directiva del SPD, un grupo liderado por el alcalde de Hamburgo y principal enemigo interno de Schulz, Olaf Scholz, estaba de acuerdo con esa premisa.

«Hay que sentarse a hablar con Merkel y debe hacerlo un equipo en el que Schulz y Scholz cooperen estrechamente. Solo así se puede salvar esta crisis política y solo así el partido puede recuperarse de la debacle electoral de septiembre», decía después uno de los asistentes a la reunión, en referencia al peor resultado electoral de la historia de los socialdemócratas, el 20,5% . “Pero hemos de ser cuidadosos, no podemos tampoco lanzarnos a los brazos de los conservadores, porque nuestras bases no lo perdonarían, no vamos a dar un sí de cualquier manera, nada sería peor que dar la impresión de que queremos meternos rápidamente bajo la falda de Merkel para asegurar puestos ministeriales”.

Antes de reunirse con Steinmeier, Schulz consultó con dos barones del partido, el hasta ahora ministro de Exteriores Sigmar Gabriel y el presidente regional de Baja Sajonia, Stephan Weil . Ambos se pronunciaron a favor del «Groko», como popularmente se habla en Berlín de la gran coalición. Tras pasar por Bellevue, expuso ante la directiva sus argumentos contra ese proyecto, sobre todo la conveniencia de evitar que quede en el Parlamento, como primera fuerza de la oposición, el partido anti euro y anti extranjeros Alternativa para Alemania (AfD). Pero no fue secundado por el resto de la directiva. Los principales pesos socialdemócratas, como la jefa del grupo parlamentario Andrea Nahles o la vicepresidenta Manuela Schwesig , evitaron una confrontación con Schulz, pero no le mostraron su apoyo. Al cierre de esta edición, el SPD se preparaba para organizar un encuentro entre Merkel y Schulz, solamente una charla, la próxima semana. Después de eso, el SPD tiene programado un congreso para el 7 de diciembre del que saldría una decisión oficial y todo apunta a que, si Schulz quiere salir de ese congreso todavía presidente del SPD, tendrá que tragar con la negociación. De repetirse las elecciones, la lucha de machos alfa en el partido puede terminar con su candidatura.

Fijar posiciones

Esa agenda concuerda con la de la canciller alemana, que el próximo domingo ha citado a su vez a la directiva de su partido para fijar posiciones en la nueva situación. El jefe de su grupo parlamentario, Volker Kauder, da por hecho que esa conversación tendrá finalmente lugar. «Europa está esperando una Alemania capaz de actuar y responder a las propuestas planteadas por el presidente francés Macron. El país económicamente más fuerte de Europa no puede mostrarse como un enano político … Por lo tanto, es mi deseo que los actuales socios del gobierno de coalición puedan reunirse nuevamente».

Pero no resultará tan sencillo. Fuentes internas socialdemócratas desvelan que, dado que Merkel amenaza con que prefiere nuevas elecciones a gobernar en minoría, una de las propuestas sobre la mesa es forzar previamente la escenificación del fracaso de Merkel con una candidatura del SPD para gobernar en minoría. A Steinmeier le compete proponer a la cámara baja un candidato a canciller, que precisará para ser elegido por mayoría absoluta, en las dos primeras rondas, o mayoría simple, en la tercera, tras lo cual tiene la potestad de nombrarlo o de disolver el Parlamento. Un líder socialdemócrata no podría aritméticamente con esos requisitos, pero la candidatura mostraría más resistencia de cara a las bases del partido.

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