El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, declara durante su comparecencia en la Casa Blanca que dejará en Afganistán más soldados norteamericanos de los previstos
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, declara durante su comparecencia en la Casa Blanca que dejará en Afganistán más soldados norteamericanos de los previstos - REUTERS

Obama deja en Afganistán 3.000 soldados más de los previstos

La resistencia talibán le obliga a mantener 8.400 cuando abandone el cargo en enero

«La decisión dará a mi sucesor mayor flexibilidad frente a la amenaza terrorista que viene de aquel país»

CORRESPONSAL EN WASHINGTON Actualizado: Guardar
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La conformación del legado que dejará Obama se va amoldando a la situación sobre el terreno a medida que se acerca el final de su Administración. Nunca mejor dicho. Durante su etapa, los conflictos bélicos en los que está inmerso Estados Unidos no sólo no se han resuelto, sino que se han duplicado. Lo atestigua Oriente Medio, su gran asignatura no aprobada. Llegó a la Casa Blanca con las guerras de Afganistán e Irak, y su sucesor se encontrará también con Siria y Libia. En una prueba más de las dificultades para resolver conflictos bélicos, el presidente se vio obligado a anunciar ayer que mantendrá en territorio afgano casi 3.000 soldados más de los previstos. Cuando el próximo enero pase el testigo de comandante en jefe, Estados Unidos contará todavía con 8.400 efectivos en Afganistán, y no los 5.500 que se habían planificado.

La reducción a finales de este año se limitará a unos 1.500. No es la primera rectificación que tiene que apelar a la «precaria situación del país» para modificar sus planes. La resistencia talibán vuelve a torcer su aspiración de que las tropas estadounidenses abandonen definitivamente territorio afgano.

Será el próximo presidente quien decida cuándo y cómo. Si es que se logra en algún momento enderezar el rumbo del país de Oriente Medio. Obama aseguró ayer basarse en la recomendación de su secretario de Defensa y del Jefe de Estado Mayor, el general Joseph Dunford, quienes comparecieron junto al presidente en la Casa Blanca. La información rebicida desde el terreno aconseja mantener el frente reforzado. A la que hay que sumar la carta que hace unas semanas escribieron a Obama un grupo de ex embajadores y comandantes del Ejército estadounidense en aquel país, entre ellos los generales Campbell y Petraeus. Su recomendación era al menos mantener, si no reforzar, la presencia de tropas en Afganistán, a fin de «dar un mayor margen de actuación al futuro presidente». Obama asumió el consejo, hasta el punto de que ayer transmitió el mensaje de que su sucesor «podrá tener así una mayor flexibilidad en sus decisiones, a la hora de hacer frente a la amenaza terrorista que procede de aquel país».

El presidente estadounidense se apoyó en el recuerdo del origen de la guerra de Afganistán, que se remonta ya a las semanas posteriores a los atentados del 11-S, en 2001, para reafirmar su voluntad de «estabilizar el país e impedir que el terrorismo que procede de allí pueda atentar en los Estados Unidos». Y sentenció: «No les daremos ni una oportunidad (a los talibanes) de que logren el éxito».

La presencia de tropas estadounidenses en Afganistán ha constituido un quebradero de cabeza para Obama desde que llegó a la presidencia, en enero de 2009. La exigencia de una guerra compleja le obligó en los dos años siguientes a elevar los 30.000 soldados que había dejado su antecesor, George W. Bush, hasta los 100.000, el número más alto en los 15 años de guerra. Para iniciar después una progresiva reducción hasta los casi 10.000 actuales.

En su última información facilitada al Congreso, el Pentágono reconoció el mes pasado que las muertes por la guerra en Afganistán se están incrementando, incluidas las de civiles, al tiempo que sus habitantes dicen estar menos seguros. La mayor resistencia en el terreno y los ataques terroristas suponen una presión añadida para Estados Unidos y los 42 países aliados. Entre ellos, los que integran la Alianza Atlántica, que se reunirá a mañana en Varsovia (Polonia), en un encuentro al que asistirá el presidente Obama, para abordar la situación en Afganistán, entre otros asuntos.

Precisamente, el anuncio de Obama fue acogido con satisfacción por el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, quien se mostró convencido de que la reunión de Varsovia servirá para respaldar el mantenimiento de tropas. El senador republicano John McCain, encargado de los asuntos de Afganistán, valoró positivamente que se mantengan 8.400 soldados, pero advirtió que no ve motivos para que «se produzca reducción alguna, cuando el propio presidente califica la situación en el país de precaria».

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