La nueva generación «universitaria» de la mafia se abre paso

Los jefes de clan se reunirán para elegir sucesor, pero este nunca tendrá el poder que detentó el capo de capos

Totó Riina, en la cárcel de máxima de seguridad de Palermo AFP

ÁNGEL GÓMEZ FUENTES

Ha sido una muerte anunciada dada sus graves condiciones de salud. Pero el fallecimiento de Totó Riina , el jefe supremo de Cosa Nostra, ha traído a la mente de todos los italianos el recuerdo del terror y destrucción que sembró un personaje que representó el mal absoluto. Tras sufrir dos operaciones quirúrgicas y cinco días en coma, murió a los 87 años en la cárcel de Parma, donde descontaba 26 condenas a cadena perpetua por decenas de homicidios, masacres y atentados. Nunca se arrepintió de sus atrocidades, que cometió con sanguinaria crueldad, hasta el punto de ser conocido como «la bestia». Su muerte ha sido acompañada, de forma unánime, de muy duras reacciones de las instituciones. Los obispos anunciaron que «un funeral público es impensable».

Hoy muchos se preguntan sobre el escenario que se presenta para su sucesión. Los capos de la mafia tendrán que reunirse para elegir un jefe supremo, aunque parece claro que su sucesor nunca tendrá ya ese poder absoluto del que gozó Riina, quien nunca perdió su característica principal de ser jefe indiscutido de Cosa Nostra. En estos años la mafia no fue capaz de reunirse en «asamblea plenaria», en parte por las bajas que sufrieron con las guerras de mafia y en parte también por la decisiva intervención del Estado. Hoy muchos piensan que el sucesor podría ser Matteo Messina Denaro , capo de Cosa Nostra en Trapani. Se le ve como el más «papable».

Su eventual sucesor se enfrentará a otra transformación sustancial que en los últimos años está sufriendo Cosa Nostra, al igual que las otras dos mafias importantes del sur de Italia: la poderosa ‘ndrangheta de Calabria y la camorra napolitana. La mafia sigue transmitiendo a sus jóvenes miembros modelos y códigos culturales basados en la «omertà» (ley del silencio como código de honor) virilidad, fuerza, oposición al poder legal y sumisión total a la familia mafiosa. Pero las investigaciones judiciales muestran una mafia cada vez más globalizada, con capacidad para aprovecharse de las oportunidades que les ofrecen los mercados mundializados.

Criminales de cuello blanco

Esta transformación es descrita así en un informe de dos expertos, profesores universitarios de Palermo, Girolamo Lo Verso y Cecilia Giordano: «Los recambios generacionales están cambiando el modo en el que el mafioso se relaciona con la familia y la sociedad: Hoy muchos hijos de capos se han licenciado en la Universidad y a menudo con especializaciones. Esto permite una estrecha colaboración con sujetos no afiliados a la organización criminal; es decir, surge una mafia de cuello blanco».

Siempre se ha dicho que Cosa Nostra fue «un auténtico sistema de poder criminal, gracias a los ocultos pactos de intercambios con el poder político, el mundo empresarial y la masonería», según la descripción realizada por el exmagistrado Gian Carlo Cazselli, que fue fiscal jefe de Palermo durante siete años. Pero ese esquema de una poderosa estructura organizada con capacidad para moverse en varias direcciones, sufrió una transformación sustancial con Totó Riina, que impuso su propia dictadura en la Cosa Nostra. Se hizo con todo el poder gracias a infiltrar en secreto en cada «familia» mafiosa de Sicilia a una persona de su confianza. Desde el final de los años setenta y la década de los ochenta, desencadenó en Palermo una auténtica guerra de mafia que causó más de un millar de muertos con feroces homicidios.

Todos los mafiosos que pertenecían a clanes rivales fueron eliminados o se vieron obligados a huir. En esa época, Totó Riina había establecido ya una estrecha relación con su paisano Vito Ciancimino, un político de la democracia cristiana que fue elegido alcalde de Palermo en 1970. Gracias a Ciancimino, quien fue detenido y condenado por mafioso en 1984, Riina introdujo sus tentáculos en la política y en la administración del ayuntamiento palermitano. Pero llevado por su extrema crueldad, Riina ordenó el asesinato de numerosos representantes de las instituciones, porque él personalmente o sus fieles los consideraban un obstáculo para su actividad criminal. Fueron abatidos policías, carabineros, magistrados, empresarios y políticos. Estos fueron algunos de los homicidios de importantes políticos sicilianos: Michele Reina, secretario provincial de la Democracia Cristina; el presidente de la Región de Sicilia, Piersanti Mattarella , hermano del actual presidente de la República italiana, Sergio Mattarella; y el líder del Partido Comunista siciliano (PCI), Pio La Torre.

El Maxiproceso

Con la ayuda de arrepentidos y gracias al coraje de dos magistrados, Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, se logró hacer frente a Cosa Nostra. El testimonio del arrepentido Tommaso Buscetta fue decisivo para la celebración del Maxiproceso contra la mafia. Los imputados fueron 475, con unos 200 abogados defensores.

El Maxiproceso sirvió para demostrar que la mafia no era invencible. Pero Totó Riina reaccionó con su habitual determinación sanguinaria y se vengó ordenando diversos homicidios, en particular de Falcone y Borsellino. Al primero lo eliminó el 23 de mayo 1992, en la carreteraque va del aeropuerto a Palermo. Cincuenta días después se perpetró el atentado a Paolo Borsellino, a la salida del apartamento de su madre.

Con su desafío al Estado, Riina pretendió que se anulara o rebajara la dureza del régimen carcelario, conocido como el 41-bis, que mantenía aislados o en máxima seguridad a los mafiosos. Según un proceso judicial iniciado en mayo 2013 sobre una presunta negociación entre el Estado y la mafia, algunos altos representantes del Estado, para frenar las matanzas y salvar la piel a algunos políticos y ministros, establecieron acuerdos con el clan de los corleoneses prometiendo disminuir la dureza del régimen carcelario. Pero al final, el Estado no cedió al chantaje. Es más, la estrategia de Riina se reveló como un error fatal: El Estado, tras los homicidios de Falcone y Borselino, se vio obligado a actuar con dureza. El clan terrorista de Corleone fue disuelto por la acción policial, comenzando con la detención del jefe supremo, en enero 1993, en su villa en un barrio de Palermo.

A pesar de verse aislado y en régimen carcelario de máxima seguridad, Riina siguió considerándose un vencedor: «Nunca me arrepentiré ni me someterán», confesó en enero pasado a su mujer . En sus últimos 25 años de cárcel y procesos se mostró siempre desafiante contra los arrepentidos y contra los jueces.

Hoy existe coincidencia entre los expertos de Cosa Nostra en señalar que la muerte de Riina no significa que la mafia haya sido eliminada, aunque sí derrotada, advirtiendo que sigue siendo altamente peligrosa.

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