Renzi, tras conocer que el resultado del referéndum apunta a un claro «no»
Renzi, tras conocer que el resultado del referéndum apunta a un claro «no» - EFE

El primer ministro italiano sufre una humillante derrota en su consulta constitucional

El presidente del país, Sergio Mattarela, velará ahora para que no haya vacío de poder

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El primer ministro italiano, Matteo Renzi, sufrió ayer un duro revés político al perder de forma contundente el referéndum constitucional al que había vinculado su futuro político. El jefe de Gobierno cometió un grave error de cálculo cuando convirtió la consulta sobre la reforma política en un plebiscito sobre su continuidad en el poder. Con resultados todavía provisionales, el «no» se impuso claramente con el 59,6% de los votos en tanto el «sí» sólo alcanzó el 40,4%.

A la vista de este humillante resultado, en una comparecencia extraordinaria poco después de las doce de la noche, Renzi anunció que hoy presentará su dimisión tras aceptar la derrota, asumir que él es el único responsable de la misma e intentar curar heridas al insistir en que toda la culpa del fracaso es suya y que el pueblo italiano debe seguir unido.

«Toda la responsabilidad ha sido mía. Nadie debe sentirse derrotado», afirmó.

El presidente de la República, clave

El presidente de la República, Sergio Mattarela, político muy prudente, que fue magistrado del Tribunal Constitucional, intentará que no haya ahora un vacío de poder y que la transición transcurra con cierto orden, después de una pésima campaña electoral que ha dividido completamente al país. Su tarea será la de reconducir la situación, intentando cerrar las muchas heridas que ha creado esta enconada batalla política. Cabe la posibilidad de que Sergio Mattarela no acepte por el momento la dimisión, sino que envíe esta al Parlamento para que Renzi se someta a una moción de confianza. En todo caso, le impondrá algunas condiciones ineludibles, como el cumplimiento de un programa mínimo que incluiría la aprobación de la ley de presupuestos, cuya confirmación falta en el Senado, la preparación de una ley electoral y la convocatoria comicios para la primavera próxima. Otra opción es que, tras las oportunas consultas con los partidos, designe como primer ministro al titular de Economía, Pier Carlo Padoan, con un programa de mínimos que también debería recibir la confianza del Parlamento. Se trataría de un gobierno técnico. Matteo Renzi podría aceptar fácilmente esta solución, para dedicarse con más libertad a preparar un inmediato congreso de su partido, en el que no tendrá nada fácil su supervivencia.

Él esperaba ver reforzado su liderazgo con la reforma constitucional, pero ha perdido la apuesta. Su autoridad se ha debilitado. Sus muchos enemigos, dentro de su propio partido y en la oposición, intentarán responsabilizarlo por la parálisis que ha sufrido el país durante siete meses de campaña electoral, que han llevado a Italia innecesariamente a un periodo de inestabilidad.

El rechazo de la reforma constitucional, por otra parte, supone un gran triunfo para el cómico Beppe Grillo y su movimiento 5 Estrellas, que se movió como pez en el agua en el clima de disparatados insultos, acusaciones, mentiras y odios que se mezclaron en la campaña electoral.

El grave problema para Italia es que entra en un periodo de inestabilidad, con dificultad para formar gobierno, en el que la única alternativa más o menos firme en el horizonte es el Movimiento 5 Estrellas. Pero es una opción sin propuestas claras y sin experiencia de gobierno nacional. La ejecutoria del M5E en los ayuntamientos no son alentadoras. La alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, que obtuvo una gran victoria en el mes de junio, se está revelando hasta ahora como un fiasco. Italia es ya de inmediato una espina dolorosa para Europa.

Desde el punto de vista constitucional, nada cambia en Italia. El país sigue con la ley fundamental que entró en vigor en enero de 1948, a la que se le han introducido muy ligeras reformas. Cabe esperar que los mercados no acojan nada bien este resultado y se desate una especulación contra Italia. Fuentes del Banco Central Europeo ya advirtieron la pasada semana de que este podría intervenir para evitar que se dispare la prima de riesgo italiana.

La primera reacción de un líder político ha sido del xenófobo líder de la Liga Norte, Matteo Salvini. Eufórico, este manifestó que se trata de «una gran victoria del pueblo frente a los poderes fuertes», que ha identificado con «la Banca, la patronal italiana y el sistema financiero». Ha pedido que, tras la dimisión inmediata de Renzi, «se convoquen elecciones de forma urgente para que decida el pueblo». Y ha rechazado categóricamente la formación de un gobierno técnico. Desde luego, el triunfo del «no» está por encima de sus previsiones y de lo que habían augurado la mayoría de las encuestas. Se confirma así que Italia, tras el Brexit de Gran Bretaña y el triunfo de Donald Trump, constituye un tercer triunfo para los populistas, lo que será motivo de gran preocupación en Bruselas y en las cancillerías europeas.En el mismo sentido se manifestó Forza Italia, el partido de Silvio Berlusconi. «Renzi debe dimitir», sentenció el diputado de la formación, Renato Brunetta.

Futura estrategi

Relevante ha sido también el hecho de que tras Matteo Salvini haya aparecido de inmediato el vicesecretario del Partido Democrático (PD), brazo derecho de Renzi. Desolado, anunció la convocatoria de los máximos órganos del partido para mañana en el Nazareno, su sede oficial, para hacer una valoración política del resultado y de las estrategias a adoptar en caso de que se quiera mantener con vida la legislatura.La consulta ha venido precedida por una durísima campaña electoral, que ha dividido a los italianos, en un clima de crispación que muchos, como la escritora Dacia Maraini, calificaron de «guerra civil» sin armas, con graves insultos, acusaciones exageradas, mentiras y denuncias. Para reflejar la importancia de esta consulta se ha evocado incluso el referéndum de junio de 1946 sobre monarquía y república.

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