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Farage el pasado 28 de junio en Bruselas - AFP

Nigel Farage dimite como líder de UKIP tras su bronca campaña

Pretexta que quiere recuperar su vida, pero el único diputado de la formación eurófoba celebra su marcha

LONDRES Actualizado: Guardar
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El Brexit se está revelando como una picadora de líderes británicos, que no distingue entre quienes lo apoyaron y se impusieron en el referéndum y quienes estuvieron enfrente. El triunfo de Leave le costó el puesto primero a Cameron y después a Boris Johnson, el líder de la campaña por la salida, traicionado por su socio Michael Gove. Ahora se lleva por delante al eurófobo Nigel Farage, de 52 años, el controvertido líder de UKIP, que en teoría acababa de lograr el mayor éxito de su vida política. Personaje pinturero y polémico, Douglas Carswell, el único diputado de la formación populista de corte xenófobo ha celebrado su marcha con un emoticono de una cara sonriente.

Farage alega que «ya he hecho mi parte» con el triunfo del Brexit, y que ahora quiere recuperar su vida personal.

«El lema de la campaña fue "queremos recuperar nuestro país" y eso es lo que yo digo hoy: quiero recuperar mi vida». Su campaña había sido enormemente polémica, por la utilización en un cartel de propaganda de una cola de refugiados desamparados en Eslovenia, sobre la que plantó el lema: «Punto de no retorno». Fue un cartel criticado con dureza incluso desde las filas de la campaña oficial de Leave, de la que UKIP no formaba parte, y mereció la condena de Michael Gove y Boris Johnson. Había ido muy lejos en el tono de sus críticas a los extranjeros, claramente xenófobas.

Farage ha explicado en un comunicado que el triunfo del Brexit «colma todas mis ambiciones políticas». «Yo me metí en esta pelea viniendo del mundo de los negocios porque quería una nación que se gobernase a sí misma, no para ser un político profesional. UKIP está en una buena posición y va a obtener mucho apoyo electoral, para lo que contará con mi total apoyo».

Personaje estrafalario, famoso por su afición a las pintas y el cigarrete, Farage ya anunció su dimisión tras no lograr ser elegido diputado en las elecciones de mayo del año pasado, pero luego cambió de idea y continuó. Esta vez se cree que va en serio. En su despedida ha pedido que el próximo primer ministro sea partidario del Brexit y que saque al país rápido de la UE y corte la inmigración. También prevé un cisma en el laborismo y pronostica que parte de sus moderados se unirán con los liberal demócratas. Asegura que no apoyará a ningún candidato concreto a su sucesión. Continuará todo el mandato que le resta como eurodiputado, pues a pesar de su odio a la Unión Europea, parece que se amortigua a la hora de cobrar de ella.

UKIP se fundó en 1991. Su impulso llegó con el carisma populachero de Nigel Farage, un antiguo bróker de bolsa, lenguaraz e inteligente, que lo llevó a ganar las elecciones europeas de 2014. Su crecida, con un gran arraigo en la Inglaterra profunda e incluso entre votantes laboristas de clase baja, fue lo que llevó a Cameron en 2013 a convocar un referéndum sobre la Unión Europea, un guiño euroescéptico con que el que quiso cerrar el paso al ascenso claro de UKIP en las urnas. En parte lo consiguió. Perjudicado por las leyes electorales inglesas, que favorecen las mayorías en aras de la estabilidad, UKIP solo logró un diputado en las generales del año pasado, pese a contar con 3,8 millones de votos (con solo 1,4 millones, el SNP escocés logró 56 escaños en Westmister).

Nacido en Downe, hace 52 años sigue viviendo en ese bonito pueblo de Kent, donde frecuenta el pub George & Dragon. Desde 1999 está casado en segundas nupcias con una alemana. La prensa amarilla británica ha contado algunos lances adúlteros por el extranjero. En esos casos responde con un cínico: «Ya sabes, solo se vive una vez». Hijo de un agente de bolsa alcohólico, que abandonó a la familia cuando Nigel tenía cinco años, siguió el ejemplo paterno. A los 18 años ya trabajaba en la City como bróker de materias primas. De mente despierta, ganó mucho dinero antes de pasarse a la política, donde su carácter estrafalario constituía su techo de cristal.

A los 21 años, un coche lo arrolló cuando caminaba ebrio. Luego superó un cáncer de testículo. Pero todavía quemó una vida más. En la campaña de las generales del 2010 decidió saltarse la prohibición de hacer propaganda en la jornada de reflexión. Alquiló a un piloto polaco para que lo pasease en avioneta con una gran pancarta de su partido a cola. La avioneta se desplomó y cayó boca abajo. La supervivencia de ambos fue un milagro, aunque a Farage le ha dejado secuelas de por vida en la espalda. De vuelta en el Parlamento europeo, Nigel, genio y figura, comparó su siniestro con las tribulaciones del euro.

Desde luego la política británica pierde color con la renuncia de Farage, uno de sus grandes animadores. Eso sí, la concordia gana.

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