Bernardo Provenzano, cuando fue detenido en 2006
Bernardo Provenzano, cuando fue detenido en 2006 - Reuters

La muerte del sanguinario «Tractor», el mafioso que trató de resucitar sin éxito a la Cosa Nostra

Bernardo Provenzano, fallecido esta semana, era tan responsables como Riina de la política de sangre y plomo de los años ochenta, pero también era conocido con otro mote más pacífico: «u Ragioniere» («el Contable»)

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En abril de 2006, la prensa internacional se asombró con la humilde casa cercana a Corleone, epicentro histórico de la Mafia, donde Bernardo Provenzano fue descubierto por la policía italiana tras permanecer 43 años prófugo. «U Trator» se afanaba en levantar de sus cenizas a la Cosa Nostra, cuando fue capturado y acusado de estar detrás de 50 asesinatos entre 1981 y 1991. Un jefe de hierro que se encargó de la conocida como estratégia de «inmersión», esto es, apartar a la Mafia de la diana colocada por el Estado italiano. Su captura y la de su antecesor, el implacable Corto Riina, demostraron a los mafiosi que no había forma de alejarse de esa diana y de que, al fin, los buenos estaban ganando la partida.

Lejos de sus tiempos como principal jefe de la Cosa Nostra, Bernardo Provenzano falleció el pasado miércoles en el Hospital San Paolo de Italia. Estaba aquejado de un cáncer de vejiga y batallaba desde hace años para que se flexibilizaran las condiciones de su arresto domiciliario. Casi parecía un venerable e inofensivo anciano, y no el asesino veterano que participó en la guerra más salvaje de la Cosa Nostra contra el Estado. Como narra el historiador John Dickie en « Historia de la Mafia: de 1860 al presente» (Debate), «Provenzano no era en modo alguno un pacifista por vocación», su mote del tractor procedía de su fama de implacable asesino, en tanto, lo fue por circunstancias y así lo recordará la Historia.

El sucesor de «la Bestia»

La Cosa Nostra pagó muy cara su guerra contra el Estado librada entre 1979 y 1993. El asesinato del juez Giovanni Falcone y del magistrado Paolo Borsellino marcaron un antes y un después en la lucha contra la Mafia, aquello era más de lo que un país podía soportar. Desde el arresto en 1993 de Salvatore Toto Riina «la Bestia», que fue el principal responsable de llevar a tales extremos la guerra; los jueces antimafia, la policía, los carabineros acumularon una serie de victorias históricas que sumergieron a la Mafia siciliana en su peor crisis.

Fotografía policial durante la detención de Bernardo Provenzanoen 1959
Fotografía policial durante la detención de Bernardo Provenzanoen 1959 - REUTERS

La captura también de Bagarella y Brusco, dos continuadores de la estrategia «pro masacre», dejaron vía libre para que Bernardo Provenzano iniciara su estrategia de «inmersión». El corleonesi era tan responsables como Riina de la política de sangre y plomo de los años ochenta, pero también era conocido con otro mote más pacífico: «u Ragioniere» («el Contable»). «Él aportó a la Cosa Nostra una mayor perspicacia en los negocios y una mayor refinamiento a la hora de tejer lazos con los políticos», explica Dickie en el mencionado libro.

En 1993, «el tractor» dio un paso a un lado cuando la facción más violenta pidió intensificar la campaña de terror (incluso se plantearon volar la Torre de Pisa). A partir de 1995, Provenzano hizo públicos sus recelos y se enfrentó al cuñado de Riina, Leoluca Bagarella, por el control del pueblo de Villabate, en los límites de Palermo. Bararella, de hecho, sospechaba que «el tractor» había delatado a Riina.

«Caminar con zapatos acolchados»

Una vez en el trono mafioso, Provenzano abandonó la guerra contra el Estado e intentó levantar de sus cenizas a la Cosa Nostra. Su estrategia fue calificada por él mismo como «caminar con zapatos acolchados» y mantener a la Mafia lejos de los titulares de prensa. La cifra de asesinatos cayó en picado como consecuencia de esta estrategia, sobre todo en el caso de los arrepentidos y sus familias. Como consecuencia de esta «pacificación», los arrepentidos bajaron de la cifra récord de 1996, 424, hasta un número casi anecdótico.

Casa de Provenzano donde fue encontrado en 2006
Casa de Provenzano donde fue encontrado en 2006 - AP
La cifra de asesinatos cayó en picado como consecuencia de esta estrategia, sobre todo en el caso de los arrepentidos y sus familias

Por otro lado –como señala Dickie–, Provenzano buscó recuperar las viejas amistades de la Cosa Nostra con los elementos corruptos de Italia y el mundo empresarial. La extorsión se convirtió de nuevo en su motor económico y su avance político fue evidente. No obstante, «u Tratturi» era el primero entre sus iguales sin ser «capo di tutti i capi», es decir, podía aconsejar pero no ordenar. Su debilidad limitó sus posibilidades de reconstruir la Cosa Nostra y, tras cuatro años de trabajo policial, fue capturado en Corleone, donde había establecido su último reducto tras verse lentamente acorralado.

Hasta su arresto en 2006, Provenzano era casi una leyenda, un fantasma, del que se decía que llevaba años muerto. Pocos miembros de la Mafia siciliana lograron permanecer tantos años lejos del alcance de la Justicia. Solo dos meses después de su caída, la Policía intensificó sus operaciones y arrestó a otras 45 mafiosi. Era el final de una era y de una guerra que, en última instancia, perdió la Mafia.

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