Policías y asistentes a la celebración de Pegida en Dresde
Policías y asistentes a la celebración de Pegida en Dresde - EFE

El movimiento xenófobo alemán Pegida cumple dos años

Siete mil personas celebran en Dresde el aniversario de un movimiento ultra que se ha convertido en un quebradero de cabeza para Merkel

Corresponsal en Berlín Actualizado: Guardar
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«No lo hacemos por nosotros, lo hacemos por nuestros hijos y por nuestros nietos», explica Harald, un jubilado de Dresde que asiste a la manifestación conmemorativa del segundo aniversario del movimiento xenófobo Pegida (Patriotas Alemanes contra la Islamización de Occidente). Yo estoy aquí desde el inicio. Entonces nos miraban como a unos racistas, como a unos nazis, pero hoy muchos alemanes están de acuerdo con lo que decimos, ya se nota en las urnas y todavía se notará dentro muy, muy poco», sentencia con tono amenazante.

Entre las aproximadamente 7.000 personas que asisten a la manifestación hay también muchos jóvenes. El movimiento se considera confirmado con el ascenso en los resultados electoras de su partido político de referencia, Alternativa para Alemania (AfD), pero no alcanza el nivel de asistencia de sus mejores momentos, hace aproximadamente un año, cuando las manifestaciones de cada lunes de Pegida llegaban a reunir a más de 25.000 personas.

«Hay gente que no sale ahora a la calle porque considera que esa etapa de agitación ha pasado, que ahora ya no es necesario porque nuestra protesta ya ha llegado a las urnas, porque ya hay un partido con el que no podemos sentir identificados, pero yo creo que no, yo creo que hasta las próximas elecciones generales debemos insistir, debemos seguir luchando», explica Fritz, un aprendiz de mecánica industrial y que porta una pancarta en la que puede leerse «Un pueblo. Una victoria».

La concentración transcurre bajo un fuerte dispositivo policial para impedir enfrentamientos debido a que distintas marchas convocadas por grupos izquierdistas tratan bloquear el paso a los seguidores de Pegida. La Policía de Sajonia ha recibido apoyo de otros estados federados para completar el número de agentes que velan por la seguridad en Dresde hoy y mañana, puesto que hay previstos actos de celebración durante dos días.

«Tenemos mucho que celebrar. En solo dos años hemos logrado un éxito increíble», jalea una jubilada tras escuchas las palabras que desde la tribuna de oradores, ante el imponente edificio de la Semperoper, han pronunciado los invitados a la fiesta de aniversario. Entre ellos estaban el redactor jefe de la revista de extrema derecha «Compact», Jürgen Elsässer, y el presidente del partido afín y también de extrema derecha «Die Freiheit» (La libertad), Michael Stürzenberger.

En sus discursos se ha pedido un referendum sobre la presencia de extranjeros en Alemania y se han gritado consignas pidiendo la dimisión de Angela Merkel. «Nosotros somos Alemania» y «Traidores al pueblo» son las frases más coreadas y algunos de los oradores se han dirigido abiertamente a la Policía reprochando que se vigile la manifestación. «Nosotros no somos los criminales, son los refugiados a los que tienen que vigilar porque vienen aquí a poner bombas», se quejaba, agitada, una mujer, en referencia al tema que ha estado presente como fondo de la manifestación, la detención el pasado fin de semana y posterior suicidio de un refugiado sirio de 22 años acusado de planear un atentado con explosivos en un aeropuerto de Berlín para gloria de Estado Islámico.

«Si no se hubiese suicidado, tendrían que haberlo matado en la cárcel», zanjaba un hombre de mediana edad que evita identificarse. «Nos ocultan lo que realmente pasa y los medios de comunicación son cómplices de eso», añade su acompañante, asintiendo a las teorías de conspiración que se ciernen sobre los comentarios en corrillos acerca del suicidio de Jaber Al Bakr. «Es irónico que sean nuestros líderes los que temen por su seguridad», decía, en referencia al fundador del movimiento, Lutz Bachmann, que desde hace varios meses y junto a su mujer se ha trasladado a vivir en Tenerife porque asegura que no puede soportar la «presión social» y las «amenazas».

Las sombras de la reunificación

«No cuenten solamente esto, por favor», suplicaba junto a la estación central de Dresde una joven universitaria cuando la manifestación ya se disolvía, «Dresde es mucho más, aquí hay gente que detesta ese movimiento, que no entiende nada, que no comprende cómo ha podido prender ese odio aquí y que no tiene nada en contra de los extranjeros que vienen a Alemania buscando una vida mejor, tienen que hablar también de eso». La respuesta a por qué en Sajonia, por qué en el este de Alemania es donde Pegida obtiene un seguimiento completamente ajeno al resto del territorio alemán, está relacionado con el lado más oscuro de la reunificación alemana.

La cifra de actos de violencia ultraderechista ha aumentado «dramáticamente», reconoce la delegada del gobierno Iris Gleicke, el racismo y la intolerancia suponen una amenaza «muy grave» y están relacionados con una tasa de paro que es el doble que en el resto de país, dice, sugiriendo que el desarrollo económico de la región no satisface las expectativas de lo mucho que la democracia prometía a esta parte de la población alemana. Los Länder orientales en los que Pegida ha enraizado en los dos últimos años y que hasta 1989 pertenecieron a la RDA, la Alemania comunista, cuentan en su curriculum con solamente 15 años de vida en democracia, sufren severos problemas demográficos de envejecimiento y despoblación y apenas hay grandes empresas que tengan su sede en estos estados federados.

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