Moscú y Damasco no aceptan un alto el fuego hasta la captura de Alepo

La gente siente pánico al ver cómo se estrecha el cerco sobre esta ciudad del norte de Siria

Enviado Especial a Kilis (frontera turco-siria) Actualizado: Guardar
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Durante los casi cinco años de guerra en Siria, siempre que alguno de los muchos bandos armados tomaba la iniciativa, las potencias extranjeras reaccionaban directa o indirectamente para reequilibrar las fuerzas. Ahora, ante la imparable ofensiva de Al Assad –apoyado por Rusia– en la provincia de Alepo, Turquía y Arabia Saudí insisten en lanzar una ofensiva terrestre. «Arabia Saudí ha asegurado que está lista para enviar tanto aviones de combate como tropas», aseguró este sábado el ministro de Exteriores turco, Mevlüt Çavusoglu.

Aunque en teoría la intervención turco-saudí sería para atacar a los yihadistas de Daesh, en realidad se traduciría en un apoyo a la insurgencia suní. De aquí la determinación de Moscú y Damasco en cerrar el cerco sobre Alepo y en no atender ningún requerimiento de alto el fuego hasta conseguirlo.

El Ejército sirio, apoyado por cazas rusos, tropas iraníes y soldados de la milicia libanesa de Hizbolá, está a punto de rodear por completo a Alepo, cuyo casco urbano aún está en manos rebeldes. Este sábado mismo, según informó la televisión siria, tomaron la localidad de Al Tamura, localidad geográficamente clave por su posición elevada.

Las fuerzas afines a Damasco, además, ya han cortado la línea de suministros de Alepo con Turquía. Por ahora, según informaciones desde el terreno, la única salida todavía abierta de la ciudad es hacia el oeste, por la carretera de Idlib. Y dada la importancia demográfica y estratégica de Alepo, su conquista supondría un significativo golpe moral y táctico a las tropas rebeldes.

«La gente tiene pánico de un asedio», explica a través del teléfono Zaid, voluntario de una organización humanitaria. «En la última semana ha habido muchos bombardeos, cinco por día, y todos sobre civiles. Además, los aviones rusos vuelan constantemente sobre la ciudad para aterrorizar a la población», añade Zaid.

Este nos relata que en 2012 tuvo que huir de su casa porque se había convertido en objetivo del régimen de Al Assad, debido a su activismo durante el comienzo de la revolución siria. No obstante, sigue en Alepo y no piensa marcharse por más que las tropas del presidente puedan entrar. «No me voy porque aquí estoy defendiendo los valores de la libertad, la dignidad y la justicia. Quizá vamos a morir, es una posibilidad, pero uno tiene que apoyar siempre sus valores».

El día a día de una ciudad a punto de ser asediada no hace más que empeorar: «El precio de la gasolina ha subido un 50% y el de la madera, que utiliza mucha gente para calentarse, entre un 20 y un 25%. Los precios de la comida también se han disparado».

Bombas sobre civiles

Los rebeldes incluyen opositores moderados, como Zaid, pero también grupos yihadistas, como el Frente al Nusra, franquicia de Al Qaida en Siria. Es a estos grupos «terroristas» a los que Rusia asegura estar bombardeando. No obstante, civiles y organizaciones humanitarias sobre el terreno sostienen que las bombas también caen en lugares sin combatientes.

Los alrededores de Alepo son un gran campo de batalla. Y es que el norte de Siria se está convirtiendo en clave para determinar el devenir de la guerra. Unos cincuenta kilómetros al norte de la ciudad, cerca de la localidad de Azaz, Turquía atacó este sábado con artillería pesada las posiciones de los kurdos del YPG en la base aérea de Minnigh, que habían arrebatado recientemente a los rebeldes.

Turquía mantiene su guerra particular contra los kurdos, dentro y fuera de sus frontera. Sin embargo, en Siria los kurdos están apoyados por EE.UU. como aliados contra Daesh. A pesar de ello, el YPG se ha ido acercando cada vez más a la órbita rusa y los rebeldes denuncian su complicidad con el régimen de Bashar al Assad. De hecho, los analistas consultados por este periódico no descartan que Damasco y Moscú estuvieran dando cobertura aérea a los avances del YPG alrededor de la ciudad de Azaz, a menos de 7 kilómetros de la frontera turca.

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