Mohamed bin Salman: el «cachorro real» impulsivo y de puño de acero

La imagen reformista que intenta proyectar el príncipe heredero saudí contrasta con sus acciones

Mohamed bin Salman con su padre, el rey Salman, el pasado jueves en Riad REUTERS

MIKEL AYESTARAN

El megayate de Mohamed bin Salman (MBS) se llama Serene, tiene siete cubiertas, un hangar y dos plataformas de aterrizaje de helicópteros que en total suman 4.500 metros cuadrados de cubierta, lo que le convierten en uno de los diez yates más grandes del mundo. No es extraño que un príncipe saudí tenga una embarcación de este tipo, pero la forma en la que la compró dice mucho de la personalidad de un heredero al trono que, a sus 32 años, es también el ministro de Defensa más joven del mundo y tiene a Oriente Próximo en vilo por su fuerte política intervencionista y su deseo de frenar a cualquier precio la expansión de su gran enemigo: Irán. Su ascenso meteórico ha llegado acompañado de la aparición en escena del presidente estadounidense, Donald Trump, que ha encontrado en este joven y en el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, a sus grandes aliados contra la república islámica.

MBS, tal y como le conocen, tiene una cara doméstica en la que se muestra como el regenerador que necesita la monarquía y el país, por lo que no le tembló la mano hace una semana a la hora de ordenar una purga masiva que ha terminado con 201 personas apresadas bajo la acusación de corrupción, entre ellas varios príncipes y ministros. Organizaciones como Human Right Watch (HRW), sin embargo, han interpretado este movimiento como «una lucha por el poder». Dentro del reino, también es el impulsor proyecto «Visión 2030», programa que pretende que Arabia saudí deje de depender del petróleo para ese año.

Con el precio del crudo por los suelos, el joven príncipe promueve la austeridad, rebaja el sueldo de los funcionarios y predica la contención del gasto público, pero en el verano de 2015 no se pudo resistir a Serene . MBS paseaba por una localidad de la costa al sur de Francia cuando lo vio atracado y envió a uno de sus ayudantes a comprarlo. El barco pertenecía al magnate ruso del vodka, Yuri Shefler, y la operación se cerró en apenas unas horas de negociación por unos 500 millones de euros , según relató The New York Times. Shefler dejó el Serene esa misma tarde.

Así de impulsivo es MBS en una vida privada de la que apenas aparece información en los medios. La opacidad de la casa real saudí hace complicado tener detalles de una persona que, a diferencia de todos sus hermanos, «se ha educado en una universidad nacional, luce sandalias en lugar de zapatos de Gucci y no habla un inglés fluido. Dicen que permite que se discutan sus puntos de vista, aunque no los cambia y su gran punto fuerte, o débil, es su crueldad», señala el analista del The Washington Institute, Simon Henderson, en su último artículo «El nuevo rey de Arabia Saudí». Casado con su prima Sara bint Mashur al Saud , con la que tiene tres hijos, es licenciado en Derecho por la universidad rey Saud y «habla el lenguaje de los jóvenes en un país que durante demasiados años ha mirado al mundo a través de las lentes de gobernantes mayores», según declaró a los medios tras su elección como heredero al trono Hoda al-Helaissi, miembro del Consejo de la Shura.

Apenas trascienden detalles de su vida privada, y menos de caprichos como el Serene, pero las calles del país están llenas de fotografías de un MBS que quiere proyectar una imagen aperturista y moderna en una sociedad donde el sesenta por ciento de la población es menor de 30 años. Un verano después de comprar el Serene, cambió Francia por Estados Unidos y visitó Facebook, donde se fotografió junto a Mark Zuckerberg. Es una de las pocas imágenes sin el atuendo tradicional saudí que se pueden ver de un heredero a la corona que en las últimas semanas ha combatido las dudas que plantean la guerra que lanzó en Yemen hace dos años o el bloqueo impuesto a Qatar este verano con decisiones como el permiso para conducir a las mujeres saudíes o el final de la prohibición de su entrada en instalaciones deportivas. Durante unas horas el mundo habló de estas medidas, en lugar de sobre bloqueo humanitario a Yemen y los 10.000 muertos que deja esta campaña en la que no se ve una salida a medio plazo.

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