«Michelle for President», el último sueño demócrata

La brillante intervención de Michelle Obama en la convención demócrata causó furor e incluso augurios de una carrera presidencial. Ella siempre lo ha negado. Hillary Clinton también lo hizo

ENVIADO ESPECIAL A FILADELFIA Actualizado: Guardar
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No es difícil imaginarse a Hillary Clinton la noche del lunes pasado en el tocador de su mansión en Chappaqua, un suburbio adinerado al Norte de Nueva York, preguntándole al espejo quién será la próxima presidenta de EE.UU. Quizá en el espejo se reflejaba el rostro de Michelle Obama. El cuento político no evita que la melena sobre un lado de la cara, la mandíbula poderosa y la mirada directa de la Primera Dama inundaran esa noche las televisiones y las portadas de los medios de información. Fue la estrella de la velada.

Obama era una de las personalidades que intervenían en el primer día de la convención demócrata en Filadelfia y con su discurso de apoyo a Hillary Clinton se metió en el bolsillo a todo el partido y a medio EE.UU.

Fue un discurso impecable, en el que hacía partícipe a Clinton de los valores fundamentales del país e incluía su asalto a la presidencia como el próximo gran episodio del avance democrático de EE.UU.

Al contrario que otros discursos, Obama apenas se refirió a Donald Trump. No necesitó atacar al multimillonario para realzar a Clinton. Alabó su trabajo en favor de los niños y de las mujeres, reconoció su experiencia en el servicio público y elogió al borde de las lágrimas que «gracias a ella, mis hijas y todas nuestras hijos e hijos ahora dan por hecho que una mujer pueda ser presidenta de EE.UU.».

Fue un discurso generoso. Es sabido que entre Hillary Clinton y Obama nunca hubo la mejor sintonía, y que incluso desarrolló una relación más cercana con Laura, la mujer de George W. Bush. También ocurrió en medio de una ola de popularidad para ella, ya que su intervención se produjo pocos días después de su aparición en «Carpool Karaoke», un segmento del programa de televisión del cómico británico James Corden, en el que entrevista y canta canciones con un invitado mientras conducen un coche. El capítulo de Obama, en el que la Primera Dama cantó y bailó temas de Beyoncé y Steve Wonder, entre otros, fue un éxito absoluto en EE.UU.

Clamor popular

En su discurso ante la convención, Obama comunicó a la perfección, con confianza, decisión y cercanía. Hubo momentos para la emoción, generó esperanza. Su intervención fue tan buena que significó, al mismo tiempo, un espaldarazo a Clinton y un interrogante sobre su asalto a la Casa Blanca: ¿No sería mejor que se presentara Michelle?

Las redes sociales se llenaron de peticiones de «Michelle for President» y los tertulianos diseminaban si era una opción viable. La hoja de ruta más convincente sitúa su desembarco político en 2020. Para entonces, sus dos hijas habrán salido de casa: Malia estará acabando sus estudios universitarios y Sasha los estará comenzando. Lo más importante: en ese año estará vacante la plaza del senador demócrata Dick Durbin, que representa a Illinois. Ese el estado natal de Obama, donde su marido inició su carrera política y donde no le faltarán apoyos para lanzar una candidatura al Senado. En 2024, tras cuatro años en la cámara alta -como Barack Obama- ya podría plantearse un asalto a la Casa Blanca. En 2028, todavía sería una opción más segura.

Un «no» rotundo

Estas cuentas son, también, fábula política. Michelle Obama ha negado con rotunda que se plantee nada parecido. «No me presentaré a la presidencia», dijo el pasado mes de marzo en Austin (Texas). «No, qué va, no lo voy a hacer».

«Michelle Obama es una Primera Dama por obligación», explicó a «Fortune» Kate Andersen Bower, autora del libro «Primeras Damas». Después de ocho años en la Casa Blanca, aseguró, «se siente atrapada» en lo que denomina «una cárcel muy cómoda».

«No le gusta la política en general», añadió. «No le gustan los tejemanejes de Washington».

También lo tiene claro su marido. Hasta seis veces respondió con un «no» Barack Obama cuando le preguntaron en junio si había posibilidades presidenciales para Michelle. «Hay tres cosas seguras en la vida: la muerte, los impuestos y que Michelle no se va a presentar a presidente».

Pero las poltronas están llenas de políticos que dijeron que nunca se presentarían a unas elecciones. En 2012, Hillary Clinton negaba ambiciones presidenciales cada vez que se lo preguntaban. «Ya ya he hecho mi parte», decía después de ocho años como Primera Dama, otros ocho como senadora y cuatro como secretaria de Estado. Ahora viene a por más.

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