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CLAVES DE LATINOAMÉRICA

México-EE.UU., un vaticinio de guerra

Una guerra entre Estados Unidos y México es impensable, pero el enfrentamiento diplomático de la última semana muestra que la situación puede deteriorarse rápidamente. El analista George Friedman ya advirtió de un futuro escenario de confrontación

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Hasta ahora, la posibilidad de una guerra entre Estados Unidos y México, como la que vaticinaba el analista George Friedman en su libro «Los próximos cien años» (2010), era inimaginable. Cuando la historia parecía llevarnos a una progresiva integración de los países de Norteamérica, gracias al creciente intercambio comercial propiciado por el TLCAN (o NAFTA, el tratado de libre comercio que incluye también a Canadá), hablar de una grave confrontación se antojaba imposible: costaba visualizar una escalada de tensión que llevara a esa situación extrema.

Las primeras decisiones de Donald Trump como presidente y su áspero intercambio de tweets de los últimos días con el presidente Enrique Peña demuestran que las relaciones pueden deteriorarse bruscamente. El mundo, además, como advierten los observadores internacionales, se encamina hacia una mayor anarquía. Con esas premisas, se amplían los posibles escenarios futuros de confrontación en el planeta.

Dada la abrumadora superioridad militar de Estados Unidos, un estallido bélico entre los dos vecinos no es contemplable. Por tanto es muy poco probable que las desavenencias lleguen a un punto sin retorno. Pero puede ocurrir que, con el paso del tiempo, la potencia económica de México crezca notablemente, siga aumentando la ola migratoria mexicana y se produzca una divergencia cultural insalvable entre esos hispanos y el resto de estadounidenses. Estas son las condiciones que Friedman, fundador de la agencia de análisis estratégico Stratfor y ahora promotor de Geopolitical Futures, barajó para su predicción.

En 2080

Precisamente para dar tiempo a que se consolidara ese contexto, Friedman situó la crisis México-EE.UU. en la década de 2080, ya muy avanzado el siglo. El autor pocas veces yerra en el corto y medio término: en su proyección preveía la desaceleración de China y el resurgimiento de Rusia como actor internacional que hoy estamos viendo. En el largo plazo la bola de cristal puede ser más borrosa, pero Friedman se atrevía a sugerir otra grave crisis económica internacional para los años 30, una guerra mundial en los 40 y una nueva edad de oro para EE.UU. en los 60, durante la cual la necesidad de mano de obra abriría de nuevo las puertas a una inmigración mexicana masiva.

Expansión territorial de Estados Unidos
Expansión territorial de Estados Unidos - Wikipedia

Para entonces, México estaría entre el top-ten de las economías del mundo y ejercería una importante influencia cultural sobre los residentes en EE.UU. de origen mexicano, especialmente en los territorios que antiguamente habían sido de México, en los que Washington tendría cada vez menos incidencia. En su simulación, Friedman prevé para EE.UU. una situación de tensión interna como la de Bélgica o la de Quebec y el resto de Canadá, con la diferencia de que aquí el valedor de la cultura en disputa es el gran país vecino.

Irredentismo

Friedman considera que México no ha olvidado el territorio perdido a mediados del siglo XIX (los hoy estados de Texas, Nuevo México, Arizona, California, Nevada, Utah y parte de Colorado). «México nunca ha estado en posición de intentar revertir las conquistas estadounidenses. No ha tenido más opción que vivir con ello», constata. Pero en un mundo de nuevos impulsos nacionalistas un mayor repoblamiento de esos lugares con personas de ascendencia mexicana podría convertir toda esa área en una suerte de Alsacia o Lorena, que cambiaron varias veces de manos entre Francia y Alemania. Esas dos regiones, sin embargo, no eran sustanciales para el control de Europa, pero lo que aquí sí estaría en juego sería el control del continente norteamericano.

En otra de sus obras, Friedman advierte que «en 1800, si una persona razonable hubiera preguntado cuál sería la potencia dominante en América del Norte en doscientos años, la lógica respuesta hubiera sido México. En ese tiempo era un país mucho más desarrollado y sofisticado (y mejor armado) que Estados Unidos». Aún en 1821, el año en que México se independizó del imperio español, los dos países tenían similar extensión y población (siete millones de habitantes cada uno). La incorporación de Texas en 1845 y el resto de territorios «cedidos» por México en 1848 tras la guerra que enfrentó a ambos países, dieron a EE.UU. el dominio continental, clave para su erupción como superpotencia mundial.

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